Construyo robots para la NASA y me enfrento a avalanchas, gases venenosos e incluso volcanes para probar mis inventos: es peligroso, pero me encanta

Claire Turrell
| Traducido por: 
Kalind Carpenter.
Kalind Carpenter.

Kalind Carpenter.

Este artículo se basa en una conversación con Kalind Carpenter, un ingeniero de robótica, de 41 años, sobre la construcción de robots para la NASA. Se ha editado para darle mayor extensión y claridad.  

Recuerdo el primer día que atravesé las puertas de la NASA y me enseñaron el edificio donde nacieron losrover, los vehículos que se mueven por la superficie de la luna. Me quedé atrapado. 

Estudié ingeniería industrial y de producto en la Universidad Estatal de Arizona y después empecé un máster en ingeniería mecánica en la Universidad Estatal de California en 2010. Esta última se asoció con la NASA, por lo que durante esa época tuve la oportunidad de ser investigador en un proyecto respaldado por la agencia espacial durante 18 meses. 

Mientras terminaba el curso, estuve trabajando como becario de ingeniería para la NASA en Pasadena. Sin esa alianza entre la agencia espacial y la universidad no habría tenido estas oportunidades. Lloré de alegría cuando me aceptaron. Ahora trabajo en el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA. 

He ayudado a crear robots durante los últimos 8 años

Durante mi etapa universitaria en Arizona, representé al equipo de gimnasia y esta habilidad me ayudó a pensar en todas las formas en las que un robot podría moversey tener equilibrio. 

Trabajé en el proyecto Puffer, un robot destinado a Marte que se infla en el lugar de destino. Sus neumáticos tipo tractor le ayudan a rodar y trepar por superficies escarpadas. También participé en el Ice Worm que puede escalar las paredes heladas. Además, ayudé a crear un robot diseñado para encontrar vida en el océano de una de las lunas de Saturno. 

Una de las mejores ventajas de trabajar para la NASA es poder ver cómo las misiones cobran vida. La agencia espacial atrae a un grupo increíble de personas de todo el mundo y poder interactuar con gente a la que respetas profundamente es otra gran ventaja. Las fiestas de lanzamiento también son un plus. 

La fiesta más memorable fue la del aterrizaje de la misión Marte 2020, durante la pandemia, cuando el Rover Perseverance aterrizó en el planeta rojo. Fue el 18 de febrero de 2021, en torno a las celebraciones del Martes de Carnaval, porque recuerdo que había sombreros de colores por todas partes. 

Había también grupos VIP, limusinas e incluso la prensa, pero lo más extraño que recuerdo es cuando mi colega y yo tuvimos que hacer una presentación sobre el Exobiology Extant Life Surveyor (EELS) en un auditorio lleno de personas ese mismo día. Llevábamos 2 sombreros para que todo el mundo pudiera vernos en el escenario. 

El laboratorio de Pasadena ha trabajado durante años en diferentes repeticiones de un robot y busca los entornos más extremos de la tierra para probar y poner al límite a los androides. He enviado mis robots a la Antártida, he cartografiado fisuras volcánicas en Hawái, he ido hasta Rainbow Basin y al cráter de Pisgah en el desierto de Mojave como análogos de Marte. 

Uno de mis viajes más desafiantes para la NASA fue en julio de 2021

Me adentré en las cuevas glaciares en elMonte Santa Helena (Washington, Estados Unidos). Este lugar es tan peligroso que algunas de sus zonas tiene prohibido el acceso. El 18 de mayo de 1980, el Monte Santa Helena entró en erupción con una fuerza 500 veces superior a la de la bomba atómica de Hiroshima. Ahora, solo un puñado de exploradores de cuevas glaciares y científicos la visitan cada año para buscar signos de futuras erupciones. 

Mientras ellos investigaban, nosotros entramos en la cueva con ellos y probamos los robots. Elegimos esta red de grutas de hielo llenas de conductos de vapor por ser lo más parecido a Encélado, una de las lunas de Saturno. Encélado también tiene conductos de vapor de agua, pero estos salen en forma de géiser al espacio, formando uno de los anillos de Saturno. 

Trabajé con un equipo para crear el robot articulado ELLS, que parece un collar y se adapta al terreno ondulado. Está diseñado para introducirse en uno de los conductos de esta luna y explorar el océano que hay en su interior. 

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Me considero espeleólogo desde que era un adolescente, pero para esta expedición, la NASA nos obligó a realizar entrenamientos físicos y medioambientales en los picos que rodean el sur de California, incluyendo el monte Whitney. 

También tuvimos que prepararnos para aprender a realizar primeros auxilios, aprender seguridad en el hielo, a manejar las cuerdas e incluso entrenamientos con helicóptero. Cuando terminamos en el Monte Santa Helena, nos enfrentamos a desprendimientos de rocas, avalanchas, grietas que se abrían y gases venenosos. 

En esta expedición, acampamos en el glaciar de la cima del volcán, pero una racha de calor derritió el glaciar bajo las tiendas y tuvimos que cavar nuevas zonas planas donde poder montar las tiendas. 

Mientras enseñábamos al robot a encontrar nueva vida en otros planetas, nos ayudó a encontrar potencialmente nueva vida en la Tierra

Nuestro objetivo en este proyecto era probar la carga útil de EELS. Alimentamos manualmente al robot con muestras de tierra y hielo del interior de las cuevas para que aprendiera lo que tenía que hacer cuando llegase al satélite Encélado. 

Cuando pasamos las muestras por un microscopio holográfico digital, encontramos criaturas unicelulares, de una centésima de grosor de un pelo, nadando. 

Nuestra expedición a la cueva también nos ayudó a probar qué sensores eran capaces de realizar mapas precisos de este entorno. El hielo refleja luz de forma diferente a las rocas y las plantas, además de que el vapor de agua dificulta la visión. 

La nave espacial tardará 12 años en llegar a Encélado desde la tierra, pero el EELS solo tardará 90 minutos en enviar sus resultados a nuestros ordenadores. Esperamos que el vuelo Orbilander de 2038 lleve al EELS. 

Cuando tenía 4 años, miraba al cielo nocturno en la granja de mis padres y soñaba con ser astronauta

Cuando tenía 8 años, les pedí a mis padres que empapelasen mi habitación con imágenes de los planetas, y a los 10 años ya construía bases espaciales, robots y naves espaciales de Lego. 

Todavía sueño con la Luna, pero ahora también pienso en el océano y en las lunas que hay en todo nuestro sistema solar. Sé que las tecnologías que se están construyendo nos ayudarán además a luchar contra el cambio climático, a producir energía sostenible y a aumentar la seguridad alimentaria. 

Al mismo tiempo, como ingeniero de robótica de la NASA, también pretendo inspirar a más niños de 4 años para que persigan sus sueños y traigan un futuro mejor. 

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