Soy madre trabajadora de la generación X y he probado la tendencia de TikTok de los 'lunes de lo mínimo imprescindible': es más difícil de lo que parece

Rebecca Knight,
Rebecca Knight, de 'Business Insider', ha probado los 'lunes de lo mínimo imprescindible'.
Rebecca Knight, de 'Business Insider', ha probado los 'lunes de lo mínimo imprescindible'.

Sarah Mackenzie

  • Los "lunes de lo mínimo imprescindible" es la última tendencia de TikTok que se ha colado en los espacios de trabajo.
  • La idea es eliminar el agotamiento y reducir el estrés, tomándose los lunes con calma, es decir, empezando la semana sin agobios.
  • Para Rebecca Knight, una madre trabajadora, ha sido más fácil decirlo que hacerlo.

Cuando oí hablar por primera vez de los "lunes de lo mínimo imprescindible", la última tendencia de TikTok que se ha colado en los espacios de trabajo, pensé que era ridículo.

Marisa Jo Mayes, millennial y fundadora de una startup, fue la autora del vídeo viral que provocó el revuelo y en el que intenta promover el autocuidado  y rechazar la "cultura de la prisa" instalada en las empresas. 

En alguno de sus vídeos en TikTok comparte cómo se toma los lunes con calma, por ejemplo, rizándose el pelo, preparando elaborados cafés y jugando a una variante del mini Boggle. Todo lo que decía parecía verdad y de derecho.

Pero, ¿cómo se puede faltar al trabajo un día entero semana tras semana? Parece una medida descarada de exigir a las empresas, incluso en la era del quiet quitting. Soy de la generación X, de la que ha "trabajado duro y jugado duro", para conseguir una buena vida. Yo no estoy hecha de esa pasta.

Parte de mí puede estar celosa de Mayes y de sus "lunes de lo mínimo". Como madre trabajadora de cuarenta y tantos años con 2 hijos en edad escolar, estoy condicionada a exprimir toda mi capacidad productiva en cada hora de trabajo, así que renunciar a mi lista de tareas del comienzo de la semana sería un verdadero sueño. 

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Dedicar el tiempo justo a cada reunión y tarea, organizarme para compartir el coche por las tardes, preparar la cena y ayudar con los deberes es mi  concepto de "autocuidado".

Quiero dejar claro que no soy la típica persona que vive para trabajar. Me gusta lo que hago, pero valoro mi tiempo libre. Pero mi vida consiste en muchas cosas, así que cuando toca trabajar, trabajo. Si no, no puedo hacerlo todo.

Pero a medida que los "lunes de lo mínimo imprescindible" iba cobrando fuerza y se iba mencionando cada vez más en los medios de comunicación, mi editor me sugirió que lo probara y que luego escribiera sobre ello, ya sabes, para el trabajo. Acepté el encargo. Para mi sorpresa, pronto descubrí que llevarlo a cabo era más difícil de lo que parecía.

Lunes de lo mínimo imprescindible de bricolaje y DIY

Mayes, la responsable del vídeo viral de TikTok, aseguraba que los domingos acababan resultando agobiantes por pensar en todo lo que le esperaba el lunes, según contó a Sarah Jackson, de Business Insider.

Pero después de darse a sí misma "permiso para hacer lo estrictamente necesario en el trabajo" cada lunes, "fue como si un hechizo mágico se apoderara" de ella, cuenta.

Para los padres que trabajan, la angustia de los domingos no son ninguna broma. Tienen que ver con el trabajo, claro, pero también con el ajetreo de la semana y las actividades deportivas y extraescolares de nuestros hijos, así como cuadrarse el horario con la pareja, si es que se tiene.

Sin un lunes relativamente productivo, el resto de mi semana laboral –y de mi vida– se va al traste.

Esto explica por qué tuve que ajustar mi domingo para prepararme para el reto. Normalmente, lo pasaría como una zombi hojeando la revista de Page Six y jugando a juegos de palabras en mi teléfono, pero necesitaba planificar con antelación cómo iba a ser mi día de lasitud laboral.

Una de las mayores presiones para los padres durante la semana es la hora de la cena. En mi familia se decidió precisamente que los lunes sería el día en el que cenásemos todos juntos, porque el resto de la semana cada uno va un poco por libre.

Así que el domingo por la noche, mi marido y yo nos servimos un poco de vino y preparamos una sopa para la cena del lunes mientras cocinábamos la de esa noche, lo que supuso un trabajo extra, pero era fin de semana y estábamos de buen humor. 

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Eliminar la presión innecesaria y las expectativas poco realistas

Los lunes de lo mínimo imprescindible no es tanto una práctica como una mentalidad. 

"Para cualquiera que quiera probarlo, tiene primero que prestar atención hacia dónde está ejerciendo una presión innecesaria y cuáles son las expectativas poco realistas que se ha marcado", explicaba Mayes a Business Insider.

La joven empresaria, no organizaba reuniones los lunes, limitaba el uso de la tecnología y eliminaba las tareas que no eran urgentes de su lista de tareas pendientes, con el objetivo de realizar simplemente 2 o 3 cosas importantes.

Podría haber convencido a mi editor de que tenía que faltar a nuestra reunión diaria por el bien del periodismo, pero estaba decidida a hacer una versión realista de los lunes de lo mínimo. La mayoría de la gente que trabaja no puede permitirse el lujo de eliminar las reuniones un día por su bienestar mental. Así que asistí a esa y a un par más de las que tenía en el calendario ya organizadas.

A continuación, determiné cuáles eran las tareas más importantes del día: ponerme en contacto con fuentes para obtener una idea para un artículo y hacer un esquema de contenidos para el próximo evento en directo de LinkedIn. A la hora de comer ya tenía ambas cosas hechas. Era hora de relajarse.

No trabajar en el trabajo es duro

Tener una tarde de hacer lo que me apeteciese debería haber sido liberador, pero, lo admito, me resultó más bien estresante.

Los de la generación X, como yo, tendemos a adoptar un enfoque puritano de nuestro trabajo y tratamos a nuestras organizaciones como si fuésemos sus sirvientes. No estoy diciendo que esto sea sano, por supuesto. 

Nuestros primeros jefes fueron baby boomers y nos inculcaron la necesidad de ser fieles a la empresa y crecer dentro de ella. No es que seamos especialmente ambiciosos, es que nos han educado así.

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En este sentido, la excepción de "no trabajar" el lunes cuando todo tu cuerpo y mente están acostumbrados a hacerlo es difícil. Decidí entonces salir a pasear por mi barrio mientras escuchaba un podcast y me fui a buscar una barra de pan para acompañar con la sopa. Fue agradable, pero me sentí culpable.

Cuando volví a casa me sentía perdida y abrumada al mismo tiempo. Pensar en lo que me quedaba de semana me producía ansiedad

Artículos que tenía que escribir, entrevistas que tenía que programar, preparar el próximo torneo de fútbol de mi hija pequeña, la próxima obra de teatro del colegio de mi otra hija –a la que prometí que le ayudaría con la venta de pasteles– y el viaje de trabajo de una semana de mi marido. Se me empezó a venir el mundo encima.

Tuve un momento de debilidad y mi impulso me llevó a revisar el correo electrónico. ¿Me daba tiempo a contestar rápidamente para cerrar temas? Por supuesto.

Sentada frente al portátil y a punto de ponerme a escribir para responder a uno de los correos, entró mi hija adolescente por la puerta que llegaba a casa del entrenamiento. "Se suponía que esto era un lunes de lo mínimo", me espetó inexpresiva.

Le había contado mi experimento la noche anterior durante la cena, pero al fin y al cabo, es una adolescente y su estado natural es el ensimismamiento constante. Tal vez no debería haberme sorprendido que mi sumida hija en TikTok recordara que yo estaba probando esta tendencia –o en su mente, que estuviese intentando ser guay–.

"Lo es", le contesté. "Sólo tengo que contestar a este correo electrónico". Mi hija me echó una mirada de desprecio fulminante, como sólo los adolescentes pueden hacerlo. 

Suspiré recordando las amables advertencias de Mayes y pensé en lo que no me importaría hacer en ese momento o en qué debía ser más amable conmigo misma. Así que fui a la nevera y saqué el tupper de sopa. El correo electrónico podía esperar hasta mañana.

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