Soy una de las voluntarias del ensayo de la vacuna contra el COVID-19 de Johnson & Johnson en España: así lo estoy viviendo desde dentro

Vacuna.
  • Soy una mujer de 54 años a la que hace exactamente un mes le administraron la primera vacuna contra el COVID-19 del ensayo de Johnson & Johnson en España. 
  • O no, porque el estudio es de doble ciego y no sé si me han puesto la vacuna o el placebo. 
  • Así fue como me apunté en el ensayo de una de las vacunas candidatas contra el coronavirus y cómo lo estoy viviendo desde dentro. 
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Hace un mes estaba en casa con la tele puesta mientras terminaba de hacer algunas tareas del hogar.

Entonces, una reportera dijo en los informativos que los los hospitales de La Paz, La Princesa (Madrid) y el Marqués de Valdecilla en Santander se estaban preparando para dar acogida a los voluntarios de la vacuna del coronavirus, pero no daban más explicaciones.

Me llamó la atención y en seguida llamé al segundo centro por los ensayos. Una chica muy amable me dijo que en media hora tenían una sesión informativa y que le gustaría que me pasase. Es cierto que estaba interesada, pero con tan poco tiempo de margen no me venía bien.

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Se lo explique y me dijeron: "¿Y mañana a las 10:00 a.m. podrías pasarte?". "Sí, estaré allí a las 10:00 a.m.", contesté.

Sin más, sin pensármelo ni nada. Tengo 2 hijos y un marido, pero en ese momento preferí no decírselo a nadie por si al final no me convencía. Al día siguiente nos dieron una charla de una hora y media en la que explicaban en qué iba a consistir el estudio y cómo sería todo el proceso.

Después, nos hicieron preguntas y pruebas médicas a todos los que estábamos allí, para saber si éramos aptos para probar la vacuna de Johnson & Johnsoncontra el coronavirus.

Al terminar la explicación nos dijeron que lo "consultáramos con la almohada" y volviésemos al día siguiente con la decisión tomada.

Acepté en el acto porque la vacuna es mínimamente segura

Decidí aceptar en el acto porque quería ayudar. "No me lo pienso", le dije a la responsable.

Una de las razones que me impulsó a tomar esta decisión tan rápido fue uno de mis hermanos y su esposa, ambos sanitarios. Él es cirujano urólogo y su mujer es enfermera en el Hospital La Moraleja de Sanitas, en Madrid. Durante marzo y abril pidieron voluntarios para estar de enfermeros en la zona COVID y mi cuñada se presentó sin importarle las posibles consecuencias para su salud. 

Cuando conté lo de la vacuna, me llamó y me preguntó: "¿Por qué te has presentado?". Y yo pensé: si ella en un día tuvo que ver cómo fallecían miles de personas, sin miedo a contagiarse, yo no hago nada a su lado. A mí me darán, simplemente, un pinchazo.

Eso era en lo que pensaba mientras decidía apuntarme al ensayo.  

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La vacuna ha sido testeada en muchos animales antes y ahora está en fase II en España —aunque en otros países ya hayan empezado los ensayos en fase III—. Es decir, que ha pasado la primera fase sin problemas, y la fase II en otros territorios.

Es una solución que, aunque ahora le hayan puesto una variante —por así decirlo—, ya se ha probado para otras enfermedades con efectos positivos.

Hasta ahora, todo avanza muy bien. No empieza de cero. Y, además, para mí lo más importante es que no te vacunan con el virus.

Así que no me lo pensé, firmé en ese momento.

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Me dije a mí misma: si a mí me pasa algo, mis hijos son mayores y mi marido y yo tenemos un bar que, más o menos, funciona. Aunque he de reconocer que, con esto, la cosa es diferente.

"Tengo 54 años y llevo en el paro ya —después de haber sido autónoma, por lo que no cobro nada—, muchos años. Esta es mi forma de aportar y ayudar a los demás", pensé.  

Me hicieron las pruebas médicas y concluyeron que era apta

Al decir que sí, me hicieron las pruebas médicas para confirmar que era apta.

Me tomaron la tensión, realicé varias pruebas de fuerza en los brazos y me miraron los oídos. Por último, me sacaron sangre. En otras palabras: tuve que pasar un examen médico casi completo.

A los que estábamos allí nos preguntaban también qué enfermedades habíamos tenido. Pero, vaya, había gente conmigo que había tenido varias dolencias a lo largo de su vida y sin ningún problema, les vacunaron también

Yo no. No he tenido (ni tengo) ninguna enfermedad subyacente

Eso sí, por ejemplo, en el hospital había un chico que le rechazaron por sobrepeso. Le dijeron que pasaba el exceso de las medidas que querían y no le cogieron para el ensayo. Era joven, y nos llamó la atención porque había gente más mayor de 60 y 70 años que entraron en otro grupo. 

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Al día siguiente de las pruebas fui a vacunarme. Fue hace exactamente un mes: el 18 de septiembre de 2020.

Los únicos requisitos que tenías que cumplir sí o sí era no tener anticuerpos, es decir, no haber pasado el COVID-19 y tener menos de 55 años.

Como era mujer, lo primero que me preguntaron era si tenía la regla, si tenía pensado tener un bebé o si estaba embarazada. Contesté con un "no" a esas tres cuestiones. Si alguna de ellas hubiera sido un "sí", automáticamente me habrían eliminado del proceso. De hecho, hasta después de 3 meses de la última vacuna no podría quedarme embarazada.

Por su parte, los hombres que se someten a la vacuna solo pueden tener relaciones sexuales con preservativo. Además, la mujer con la que las mantienen deben tomar la píldora o tener un DIU puesto. Asimismo, los varones deben comprometerse a no donar semen hasta 3 meses después de la última vacuna.

Para finalizar, tampoco nos dejan presentarnos ya a ninguna otra vacuna o medicina hasta que acabe todo el estudio porque puede afectar a lo que me hayan puesto, y viceversa. 

El ensayo es un doble ciego, nadie sabe qué cantidad lleva en su organismo ni si le han puesto vacuna o placebo

Tenían que terminar de vacunar a la gente antes del martes siguiente. No les quedaban días y apenas tenían voluntarios. 

Todo fue muy precipitado en mi caso, porque yo estuve con chicos allí que hacía más de 15 días o un mes que les habían hecho las primeras pruebas médicas.

Pero, conmigo, como les quedaban 4 días para la fecha límite, fue todo muy de prisa. Me presenté el jueves a las pruebas, y el mismo viernes me vacunaron. 

A las 10:00 a.m. de la mañana llegué. A las 11:30 a.m. ya había firmado. A las 13:00 p.m. ya me habían hecho el reconocimiento médico y comprobado que no tenía anticuerpos. El viernes 18, a las 10:00 a.m. ya estaba allí de nuevo para que me pusieran la primera dosis.

Una enfermera prepara la vacuna rusa "Sputnik-V" contra la enfermedad del coronavirus.
Una enfermera prepara la vacuna rusa "Sputnik-V" contra la enfermedad del coronavirus.

El ensayo es un doble ciego. Esto quiere decir que no sabes la cantidad que te van a poner, ni si te ponen o no la vacuna. Hay 10 grupos. En cada uno de ellos hay distintas dosis y distinto tiempo entre vacuna y vacuna

En ningún momento nos vamos a exponer al virus a propósito, que es una de las cosas más importantes.

De hecho, tenemos que hacer nuestra vida normal. En caso de que queramos salir a la calle, hay que tomar las mismas precauciones que el resto: ponernos nuestra mascarilla y usar gel hidroalcohólico. No nos piden ni más, ni menos. 

De hecho, al día siguiente de vacunarme tenía un bautizo, en el que sólo fuimos 10 personas nada más. Los padres, el padrino que es mi hijo, mi marido y yo.

Les pregunté qué debía hacer y me dijeron que tenía que hacer mi día a día con normalidad, que nada de confinamiento.

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En mi caso, me vacuno cada 3 meses, pero hay quien va cada 30 días y otros cada 60.

Vaya, que igual no me la han puesto. Cuando miras los frascos, todos son iguales. 

A algunos les dolió, pero a mí no me molestó nada... Nada de nada. Después, estuve 1 hora en observación, por si me salía alguna reacción. 

Mientras, me explicaron los pasos que tenía que seguir

Después de la vacuna, durante la primera semana, tenemos que controlarnos todo nosotros mismos

Nos dan una libreta y diferentes instrumentos para evaluarnos.  

Por ejemplo, nos dan una regla, que es para medir si se nos ha hinchado la parte en la que nos han puesto la vacuna y su rojez. Todas las noches, durante 7 días, teníamos que medir el pinchazo. 

Asimismo, teníamos que tomarnos la temperatura, con el termómetro que nos dieron a cada uno en la lengua —que es donde dicen que realmente se toma—. En caso de encontrarnos mal, un pulsímetro que, en mi caso, no he llegado a usar.

Y, por último, apuntar en un cuadrante: fiebre, dolor, náuseas, mareos marcando sí o no

Durante todas las noches, durante 7 días, nos dijeron que teníamos que controlarnos nosotros mismos estas 3 variables. 

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Al octavo día volvíamos, y les enseñábamos el cuadernillo. Nos volvían a tomar la temperatura y la tensión. 

Con la vacuna —o placebo— que me han puesto a mí, hasta dentro de 2 semanas no tengo que volver a ir. Pero hay quien tiene que volver todas las semanas.  

Eso sí, tengo que apuntar todas las noches en un calendario que nos han dado si me he encontrado bien o mal. Nada más.

Si te sientes mal, y crees que tienes síntomas, tenemos hasta para hacernos nosotros la propia PCR con un isopo. De hecho, nos han dejado un pendrive con instrucciones para hacerlo

Llamaríamos y lo tendríamos mientras en una nevera, porque esto hay que guardarlo en frío. Ellos vendrían a recogerlo o nosotros iríamos al hospital, según lo que nos dijesen en ese momento. 

Ya conocía los casos adversos de AstraZeneca, pero nada me hacía cambiar de opinión

Tenemos un teléfono para contactar con ellos las 24 horas. Nos han dado una especie de tarjetita, donde está el número asociado a mi nombre que nadie conoce.

En el caso de encontrarme mal, tendría que ir directamente a urgencias con ella para que sepan quién soy y qué puedo tener. 

Se supone que se pondrían en contacto con el laboratorio Johnson & Johnson para ver qué es lo que me han metido —ya que en el estudio no se sabe quién tiene el placebo o la vacuna— y empezar a tratarme. No me pueden tratar sin saber qué es lo que me han pinchado en el organismo, evidentemente.

Muestras de voluntarios de los ensayos de la vacuna contra el COVID-19 de AstraZeneca en el Centro de Investigación Wits RHI Shandukani, Johannesburgo, Sudáfrica.
Muestras de voluntarios de los ensayos de la vacuna contra el COVID-19 de AstraZeneca en el Centro de Investigación Wits RHI Shandukani, Johannesburgo, Sudáfrica.

Cuando fuimos a vacunarnos, el caso de los efectos adversos de la vacuna de AstraZeneca ya había salido, pero no me hizo cambiar de opinión.

¿Cuánta gente se está vacunando? ¿Cuántas vacunas hay en el mundo? "Que salga uno entre tantos... Bueno... Si no se hacen estos ensayos no existirían las vacunas, ni las medicinas", pensé. 

Los efectos secundarios en las vacunas, por lo general, son a 5 o 10 años. Pero, ahora mismo, no hay tiempo. Si nadie se presenta no podemos curar a los demás. Yo también tengo, en cierto modo, la garantía de que la vacuna ya está avanzada, no tiene el virus y es la segunda fase del ensayo.

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¿Qué me va a pasar dentro de 5 años? No lo sé, pero me puede atropellar un coche antes. Un efecto secundario de aquí a 5 años, lo pasaremos cuando llegue

Eso va en cada uno. 

El día que hicimos la reunión informativa, por ejemplo, había un matrimonio mayor. Él dijo que sí, que el seguía para adelante con el ensayo, pero la mujer dijo que ella lo sentía, pero que no seguía. Tenían unos 70 y tantos años.  

Sabré si me han puesto la vacuna o un placebo el último día del ensayo, 15 meses después

Tanto como ellos te pueden echar del estudio si no cumples con lo que te están diciendo, así como nosotros podemos abandonarlo cuando queramos.

Vamos a estar, como mínimo, 15 meses así. De hecho, en los papeles pone qué es lo que me van a hacer en el mes número 15 del estudio. 

Ahí me van a medir las constantes vitales, lo mismo que me hacen cada semana que voy

Y ya, cuando termine la investigación, nos dirán qué es lo que nos han puesto. Porque, al final, tengo que saber qué es lo que me han dado si enfermo con cualquier otra patología, ya que tengo que reportarlo en el centro de salud. 

De hecho, si termino el estudio antes, puedo solicitar con un escrito cuáles son mis resultados hasta el momento. O, por lo menos, decirme qué es lo que me han inyectado. 

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Si me contagio, es cuestión de esperar y ver cómo evoluciona. 

Por mi parte, no digo que me sienta orgullosa como tal, me siento bien. Estoy en paz conmigo misma porque hago algo por mí, mientras ayudo a los demás. He sido catequista, muy creyente y madre de hijos que van a los Scout. Siempre que puedo, echo una mano.

Además, tengo claro que vamos a caer casi todos, porque —dejando la política aparte— no se están poniendo soluciones. Para más, no hay nada que lo cure tampoco. Mientras, todos los enfermeros, doctores y sanitarios nos siguen tratando de maravilla.

Creo que los laboratorios están haciendo lo imposible por curar a la gente, por mucho que esté la carrera del "yo la saco primero o la mía es mejor". Dejando esa parte, que es humano también, creo que se están dejando la vida para sacar una vacuna y ayudar al mundo, porque esto no es una cosa localizada ni puntual.

Si miras desde el universo, nuestro mundo está infectado. 

La voluntaria del ensayo de la vacuna contra el COVID-19 de Johnson & Johnson prefiere mantener el anonimato. Su nombre, aunque anónimo en el proceso de la investigación, está asociado a datos confidenciales del estudio que no se pueden publicar.

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