La biotecnológica respaldada por Jeff Bezos y que ha conseguido más de 200 millones de dólares para luchar contra el envejecimiento fracasa con su primer fármaco probado en humanos

"En Unity estamos desarrollando medicinas que podrían detener, disminuir o revertir las enfermedades asociadas con el envejecimiento y restaurar la salud humana". Es la filosofía de Unity Biotecnoloy, una biotecnológica fundada en 2009 y que en la última década ha conseguido más de 200 millones de dólares de inversores que han confiado en su potencial. 

Toda la cartera de medicamentos de Unity está basada en la erradicación de las células senescentes acumuladas, bajo la teoría es que estas terapias pueden cortar estas células senescentes para desacelerar o incluso revertir la enfermedad asociada con la edad y restaurar el tejido. 

En 2018 dio el salto a bolsa y desde el inicio la compañía ha sido respalda por gigantes de la industria tecnológica como el CEO de Amazon, Jeff Bezos, o el cofundador de PayPal, Peter Thiel. En concreto, en 2016 Bezos se unió a otros inversores para apoyar a la biotecnológica con una financiación de 122 millones de dólares. 

El interés es lógico si se tiene en cuenta que el mercado global antienvejecimiento superará los 271.000 millones de dólares para 2024. De hecho, en 2018 los inversores invirtieron más de 850 millones de dólares en startups de envejecimiento y longevidad,según CB Insights.

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Con esas perspectivas de negocio, recientemente Unity iniciaba su primer ensayo con humanos para probar si su fármaco UBX0101, un tratamiento para la osteartritis, lograba reducir el dolor de rodilla. Se calcula que el mercado de medicamentos para la osteartritis solo Estados Unidos alcanzará los 2.600 millones de dólares en 2026. 

Este lunes, la startup anunció los resultados de la fase 2 de su ensayo en 183 pacientes y con el anuncio vino la decepción: UBX0101 no mostraba resultados significativos en comparación con el grupo que había recibido el placebo. 

Los resultados ponen en cuestión la capacidad de la biotecnológica de desarrollar fármacos que puedan combatir las enfermedades asociadas con el envejecimiento, ya que este era su programa más avanzado y el resto de medicamentos se basan en la misma aproximación. 

"Dados estos resultados, Unity no avanzará UBX0101 a otras etapas y limitará el enfoque a corto plazo de la compañía a sus programas en curso de enfermedades oftalmológicas y neurológicas", dice la compañía en una declaración. 

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Qué significa esto para toda la terapia antienvejecimiento

Unity Biotechnology está desarrollando una línea de medicamentos basada en la idea de que la eliminación de las células senescentes, o de las células que dejan de dividirse, puede ayudar a tratar o revertir las enfermedades relacionadas con la edad.

La idea ha existido durante décadas, pero ha comenzado a ganar fuerza en los últimos años y ha sido adoptada por otras biotecnológicas que investigan las enfermedades asociadas con el envejecimiento.

No fue hasta hace tan solo 2018 que Nature reconoció que las terapias antienvejecimiento basadas en las células senescentes estaban empezando a madurar y podrían tener potencial basándose en sus resultados en ratones. 

Este año, el MIT Technology Review la nombró como una de las tecnologías más prometedoras de 2020 y los esfuerzos de Unity se convertían en los primeros en llegar a ensayos en humanos, por lo que todo un grupo de startups que han adoptado el mismo enfoque—como Oisín Biotechnologies o la española Senolytx—tenían los ojos fijos en estos resultados. 

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El fracaso de Unity Biotechnology es, por tanto, un golpe para todo un área de investigación y, aunque la compañía ha asegurado que sigue creyendo en el fundamento de su ciencia, ha acusado el golpe en bolsa con una bajada del 68%. 

Por ahora, la industria que lucha contra el envejecimiento sigue sin tener un caballo de batalla que abra camino a las biotecnológicas enfocadas en la longevidad. El fracaso de Unity transporta de vuelta a 2008, cuando el gigante farmacéutico GlaxoSmithKline compró la startup de anti envejecimiento Sirtris por 720 millones de dólares y cuya investigación fue cancelada dos años después tras obtener resultados poco convincentes con posibles efectos secundarios.

Un artículo publicado en Cell que analiza este negocio acaba concluyendo que estas compañías tienen "riesgo y muchas posibilidades de fracasar".