El 'streaming' está forzando a las 'majors' a abrazar un nuevo modelo de entretenimiento en el que los cines pierden terreno: Paramount es el último ejemplo

Fotograma de Top Gun: Maverick.
Fotograma de Top Gun: Maverick.

Paramount Pictures

Paramount acaba de anunciar una profunda reorganización de su estrategia cinematográfica. La compañía va a reducir la proporción de grandes producciones destinadas a ‘reventar’ la taquilla y las películas de presupuesto más modesto pasarán a ser la prioridad. 

La nueva hoja de ruta, según ha declarado el nuevo presidente y CEO de Paramount, Brian Robbins, no solo les permitirá estrenar títulos con más frecuencia. Serán, además, productos mucho más rentables para su explotación en su plataforma de streaming, Paramount+.  

Paramount se convierte así en el último estudio, tras Disney y Warner, en decidir una reducción de películas cuya principal fuente de ingresos deriva de la comercialización en salas y apoyar de manera clara la distribución bajo demanda. 

Solo hace falta echar un vistazo a la situación de la industria poscovid para darse cuenta hasta qué punto el streaming está cambiando las reglas del negocio cinematográfico.

El cliente que te da dinero todos los meses, en el centro

El anuncio de Paramount representa un nuevo jarro de agua fría para el sector de la exhibición. Que el estudio del que han salido sagas como Transformers, Star Trek o Misión Imposible haya decidido reducir sus ambiciones cinematográficas en beneficio de contenido más adaptado a los objetivos de una plataforma de streaming lanza un mensaje muy claro: en el escenario pospandemia, el riesgo económico que conllevan los grandes estrenos es más difícil de asumir

El recorrido comercial de títulos más modestos, sin embargo, tiene ventajas: reduce significativamente la inversión en promoción y permite producir más. Supone, en realidad, trasladar el centro de atención del espectador de películas taquilleras (ese que te da —mucho— dinero de manera puntual) al cliente que paga religiosamente todos los meses del año.

Los estrenos simultáneos en cines y plataformas no están exentos de consecuencias negativas: en los últimos meses se han hecho más evidentes que nunca

La gestión de los estrenos que Paramount ha hecho durante la pandemia ya auguraba un inminente cambio de estrategia. A pesar del éxito de algunos de sus títulos (como la secuela de A quiet place), con otras de sus producciones decidieron no jugársela y apostaron por la venta a plataforma (El juicio de los siete de Chicago a Netflix y La guerra del mañana a Amazon).

Con los tentpoles restantes (Top Gun: Maverick y Misión Imposible 7) aplazados al año que viene la compañía encara el futuro con una filosofía muy clara: abrazar los nuevos hábitos y preferencias de consumo de un espectador al que majors como Disney o Warner han lanzado el mensaje de que ya no es necesariamente “Solo en cines”

La otra huella del COVID: el cine (en casa) gana terreno 

El modelo de streaming impulsado por Netflix había inclinado la balanza de la oferta hacia la ficción seriada, el formato el predilecto por el número de horas de consumo que genera. Las series de televisión fidelizan más que las películas porque alargan el tiempo de visionado, lo que incrementa la retención de clientes. Las majors, de hecho, entraron en el negocio siguiendo un diseño de programación alienado con el modelo de consumo imperante (el de series). 

La pandemia, no obstante, tenía guardado un giro de guion. El cierre de las salas y la necesidad de buscar alternativas a la distribución propició que muchas películas pensadas para el cine se hayan estrenado directamente en el hogar. Por el camino las compañías han descubierto que las series no son el único producto rentable en el negocio de la suscripción

Que Warner, Disney y Paramount hayan anunciado un notable incremento de proyectos de películas para plataformas indica que el modelo está cambiando de nuevo. Y si las compañías lo fomentan es porque son muy conscientes de que aquí sí que juegan con ventaja con respecto a Netflix. Si de algo saben es de cómo hacer buenas películas. 

El negocio cinematográfico, sobre todo las grandes producciones, son una mina de oro. No existe ninguna otra ventana que tenga la capacidad de generar más rendimiento económico. Pero tiene un precio: hay que gastarse mucho dinero (en la producción y en la promoción) para ganar dinero. E, incluso en los casos en los que se dan ambas circunstancias, la película puede resultar un fracaso.  

La conclusión a la que ha llegado Paramount es que hace falta apostar por productos más eficientes y con menos riesgos, capaces de generar beneficios de manera sostenida con mucha menos inversión. Y que con las finanzas maltrechas tras dos años de colapso económico, nadie puede permitirse un fiasco en taquilla. 

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