La telepatía ya no es ciencia ficción y se está gestando en una universidad española

Alberto Iglesias Fraga
Usuario interactuando con una interfaz cerebro-ordenador
  • Un grupo de científicos europeo, con participación española, trabaja en neurointerfaces cerebro-cerebro para mejorar las habilidades de grupos de personas, controlar objetos y comunicarse telepáticamente.
  • Su sistema es capaz de calcular los estados cerebrales de cada usuario y distribuir una carga cognitiva entre todos los miembros del grupo que realiza una tarea en común.

El concepto de interfaces neuronales cada vez está más extendido entre la comunidad científica. Hablamos de sistemas que nos permitan controlar dispositivos externos mediante el pensamiento, algo en lo que ya están trabajando diversos grupos de investigación y empresas como Facebook para ámbitos tan diversos como la medicina o el entretenimiento.

Pero el siguiente paso en esta tendencia tecnológica no es otro que la telepatía. O, para ser precisos, el desarrollo de neurointerfaces que aseguren la transferencia de información entre personas directamente desde el cerebro de una persona al cerebro de otra.

En ese sentido, un grupo de investigadores de Rusia, Alemania y España (Universidad Politécnica de Madrid) ha conseguido usar este tipo de neurointerfaces cerebro-cerebro para mejorar las habilidades de un grupo de personas, controlar objetos y comunicarse telepáticamente.

El trabajo, publicado en la revista científica Frontiers in Neuroscience, explica cómo el sistema es capaz de calcular los estados cerebrales de cada participante y distribuir una carga cognitiva entre todos los miembros del grupo que realiza una tarea en común. La interfaz permite, a partir del análisis de este actividad cerebral, compartir la carga de trabajo entre todos los participantes en función de su rendimiento cognitivo en cada momento.

Para demostrar su utilidad, los científicos llevaron a cabo un experimento en el que dos personas resolvieron un problema conjuntamente en condiciones de alta carga cognitiva. La comunicación entre las personas se llevó a cabo mediante la distribución de la carga entre los sujetos, según su grado de fatiga cognitiva, con la ayuda de electroencefalogramas.

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La tarea era clasificar imágenes con diferentes grados de ambigüedad que aparecían en una pantalla. La clasificación de imágenes altamente ambiguas requirió un gran esfuerzo cognitivo en comparación con las más claras. La carga cognitiva fue causada por la larga duración del experimento (40 minutos) y pequeñas pausas entre la presentación de las imágenes (5-7 segundos).

Por lo tanto, era necesario que el sujeto mantuviera un alto nivel de concentración durante todo el experimento.

Interfaz cerebro computador de la UPM
UPM

En la primera etapa, los sujetos resolvieron el problema de forma independiente. A cada uno de ellos se le presentó el conjunto completo de imágenes; de mayor y de menor ambigüedad. El análisis de las señales del electroencefalograma mostró que la red neuronal del cerebro no puede procesar continuamente la información sensorial y, al mismo tiempo, mantener un alto nivel de concentración.

En la segunda etapa, se estableció una conexión entre los sujetos: se distribuyó un conjunto de imágenes entre ellos de acuerdo con su estado cognitivo, que se evaluó en tiempo real utilizando la neurointerfaz desarrollada. El sujeto, que se encuentra en un estado de fatiga cognitiva, recibió imágenes con poca ambigüedad. La clasificación de tales imágenes requería menos esfuerzo, lo que le permitió recuperarse más rápido. En este momento, su compañero, que demostró un mayor nivel de concentración, recibió imágenes con gran ambigüedad, es decir, tomó la mayor parte de la carga cognitiva.

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Con esta distribución de carga, se demostró que los sujetos podrían estar en un estado de alta concentración por más tiempo. Además, una tarea con una mayor complejidad siempre fue entregada a un sujeto de prueba con una mayor concentración, lo que hizo posible aumentar la eficiencia de su resolución.

"Los resultados indican que dichas interfaces neuronales cerebro-cerebro son capaces de utilizar de manera óptima el recurso cognitivo común de un grupo de personas para resolver una tarea conjunta al distribuir la tarea común entre las personas en función de información objetiva sobre el estado de su cerebro", recoge un comunicado de la UPM.

"Al mismo tiempo, a diferencia de la interacción hombre-máquina, la interacción entre personas a través de una interfaz neuronal requiere un monitoreo constante del estado actual de los sujetos. Si una máquina siempre está lista para resolver una tarea compleja, para una persona, la complejidad de la tarea debe ser regulada debido a la limitación de su recurso cognitivo".

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