El último obstáculo del tipo mínimo global de sociedades: los negociadores de la OCDE trabajan contra reloj para convencer a China, Irlanda o Suiza

Logotipos de Amazon, Apple, Facebook y Google

Reuters

  • Tratan de convencer a los países de Europa del Este y, sobre todo, a China para que acepten el nuevo marco fiscal pactado por el G-7.
  • "Nadie sabe realmente cuál es la posición de China", reconoce un funcionario europeo en declaraciones que recoge Financial Times.
  • Se da por hecho que los países donde se tributa menos y los paraísos fiscales harán todo lo posible por mantener el statu quo.
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A comienzos del mes de junio, los ministros de economía y finanzas de los países que conforman el G7 se reunieron en una cumbre en Londres en la que aprobaron impulsar un impuesto mínimo global de sociedades del 15%. Una medida que, de aplicarse, puede ser una revolución en el ecosistema fiscal mundial, al afectar a algunas de las mayores empresas del mundo y suponer 125.000 millones de euros de ingresos extra para las arcas estatales mundiales.

Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Francia, Alemania, Japón, Canadá y Rusia se pusieron de acuerdo para aupar un tributo que afectaría a las grandes tecnológicas como Google, Amazon o Microsoft, pero también a países como Irlanda, que es la sede en Europa de algunas de estas empresas por su baja fiscalidad.

Sin embargo, para que la reforma sea efectiva, es necesario que haya un gran acuerdo a nivel global, algo que no parece tan sencillo: por eso los negociadores de la OCDE se están empleando a fondo estas semanas para tratar de convencer a los líderes de las naciones objetoras. 

En su punto de mira están países como China, varios países de la Europa del Este y otros en vías de desarrollo que han manifestado sus reticencias a suscribir acuerdos de esta índole. Los negociadores de la OCDE tienen, sin embargo, huesos más duros de roer.

Según apuntan varios de ellos al Financial Times, se espera la negativa a firmar el acuerdo por parte de algunos de los países que resultarían más perjudicados de implantarse este impuesto mínimo global de sociedades. Se trata de naciones que ejercen de centros de inversión, como Irlanda y Suiza, pero también de paraísos fiscales, como las Barbados

Los negociadores quieren ir paso a paso. En este sentido, la próxima cumbre del G20, que se celebrará en Venecia los días 9 y 10 el próximo mes de julio es uno de los eventos marcados en rojo en su calendario. Dentro de este grupo se encuentra China, segunda mayor economía del mundo, que jugará un papel clave.

Uno de estos negociadores ha asegurado al rotativo británico que esperan convencer al gigante asiático: "Creo que lo conseguiremos. Todavía existen algunas incertidumbres, pero no estamos lejos de alcanzar un acuerdo".

El histórico acuerdo sobre el impuesto de sociedades mínimo global deja en el aire la ejecución de la polémica tasa Google

Un funcionario europeo, "conocedor de las negociaciones", ha confesado al Financial Times que la semana pasada estaba preocupado por la participación de China, pero que ahora estaba percibiendo señales positivas. Eso sí, también ha advertido de que estas conversaciones pueden ser la última oportunidad para lograr un acuerdo a nivel mundial que acabe con décadas de disputas sobre el régimen fiscal.

"Si no podemos llegar a un acuerdo en el G20, lo más probable es que tengamos que empezar de nuevo y estar otros 20 años negociando sobre este asunto", ha indicado. También se ha mostrado inquieto por la posibilidad de que el acuerdo se diluyese tanto que al final se volviera insignificante. "Si podemos llegar a un acuerdo, será una gran victoria que demostraría que la diplomacia internacional en los temas más importantes sí es posible", ha añadido.

Un tercer negociador ha asegurado al periódico económico que China seguía siendo el principal obstáculo, pero que últimamente los negociadores se mostraban más optimistas que hace unas semanas, en la misma línea que la primera fuente a la que se refería el Financial Times. Eso sí, estas fuentes precisan que "nadie sabe realmente cuál es la posición de China en este asunto". "Están jugando con el tiempo y dejando todas sus opciones abiertas", agregan.

Tanto el gigante asiático como varios países de la Europa del Este se quejan de que el acuerdo sobre el impuesto global daría al traste con los acuerdos fiscales vigentes, lo que les perjudicaría en algunos aspectos. Por ejemplo, a la hora de que los fabricantes reciban incentivos a la inversión a través del impuesto de sociedades, lo que les permite construir fábricas y comprar maquinaria gracias a un gravamen inferior a ese 15% que se está negociando.

El caso de estas naciones no es el mismo que el de los paraísos fiscales, que obviamente no están por la labor de aceptarlo y menos a cambio de nada. Según han apuntado los negociadores, China y las economías del Este de Europa no se consideran paraísos fiscales porque, a diferencia de estos, no canalizan las ganancias desperdigadas de las multinacionales para pagar menos impuestos, sino que ofrecen exenciones fiscales para atraer a las fábricas.

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