El turismo local y los alojamientos singulares ganan fuerza entre parejas, familias y viajeros con cuenta en Instagram que comparten sus experiencias

La Dehesa Experiences - BI

Chequealo

  • Las restricciones y las dificultades para salir del país espolean el turismo local y alojamientos singulares en la naturaleza.
  • Una empresa española creada por 3 socios reúne estos alojamientos en una plataforma orientada al turismo local en lugares exclusivos.
  • Las parejas son el principal público objetivo.
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Una bañera de hidromasaje encrustada en una casa-cueva en la sierra manchega, un hotel burbuja con jacuzzi en un pueblo alicantino de 500 habitantes o una cabaña de madera con una piscina infinita en la cordillera murciana son algunas propuestas de alojamiento singular que este verano están triunfando en España. 

Todo el mundo ha tenido que cambiar sus planes de viaje desde marzo de 2020 hasta hoy. Muchos, de hecho, aún conservan bonos que ofrecieron las agencias de viajes y las aerolíneas para ese viaje al extranjero que todavía está por llegar.

Quien menos, quien más también ha aumentado sus exigencias a la hora de viajar gracias a una mezcla entre el miedo a posibles cambios de última hora en las restricciones provocadas por un nuevo repunte del virus y una epifanía de que la masificación turística podría haber pasado de moda.

Poniendo todo este cúmulo de circunstancias en la batidora del sector turístico, añadiendo niveles de reservas parecidos a los de 2019 y una fuerte reducción del turismo internacional, el cocktail resultante tiene un sabor más refinado que, sobre todo, parece ideal para disfrutar en pareja.

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Un turismo local gestionado por una plataforma especializada

Diego Avilés, (Murcia, 1992) es socio fundador de Chequealo, un portal de alojamientos singulares que promociona escapadas con encanto en toda España. El joven emprendedor cuenta a Business Insider España que el verano de 2020 fue histórico porque la gente "salió en tromba".

Avilés creó la empresa junto a Jorge Párraga y Juan Antonio Ruiz en 2013. Desde entonces, habían experimentado un crecimiento progresivo año a año que les colocó a las puertas de expandir sus operaciones a Portugal.

El equipo de Chequealo. A la izquierda, Diego Avilés.
El equipo de Chequealo. A la izquierda, Diego Avilés.

Chequealo

Cuando llegó el confinamiento, en marzo de 2020, Chequealo se vio obligada a seguir el ejemplo de muchas otras empresas y bajar la persiana, algo que no habían hecho "ni un fin de semana" desde que iniciaron su andadura.

Cuando acabó el primer confinamiento y el verano llamó a las puertas de los comercios para que volvieran a abrir y a recibir a sus clientes, Chequealo registró sus mejores números de su historia en términos de reservas y facturación. 

"Nosotros no vendemos turismo familiar, vendemos planes de pareja, ubicaciones muy concretas, casi de lujo. Ese turismo fue el que más funcionó, el que más creció después de la crisis", asegura.

Los precios de sus alojamientos se mueven en rangos que oscilan entre los 75 euros por noche del estudio que ofrecen en un pueblecito de la Sierra Baja de Cuenca (Carboneras de Guadazaón), hasta los 320 euros de una casa de ensueño del grupo XUQ en Cenizate (Albacete).

Una oferta, por tanto, que se adapta a distintos bolsillos, pero que se enfoca en un mismo tipo de público: los estetas.

Una reconversión del negocio que se adapta a los tiempos

Chequealo era en sus orígenes un servicio parecido a Groupon, que ofrecía descuentos para distintas experiencias. Nacido de la crisis, vino a cubrir una necesidad de ocio en un momento donde los españoles moderaron gasto.

Una vez que la economía española empezó a reflotar, los 3 socios decidieron que era el momento de pivotar hacia una oferta más exclusiva, su actual nicho y, de alguna manera, una decisión que les ha salvado en esta segunda crisis causada por el COVID-19.

Comenzaron a enfocarse en hoteles boutique o "algo más desconocidos" como Miluna, un hotel burbuja en Toledo, que ofrece una experiencia de Glamping donde poder ver las estrellas mientras duermes por 350 euros/noche.

Hotel Miluna Toledo - BI

Miluna

Con cerca de 100 alojamientos disponibles, 4 empleados y el objetivo de llegar al millón de euros de facturación en los próximos años, Chequealo busca "un perfil de persona que tiene cuenta de Instagram, al que le gusta contar su experiencia en redes y que valora la atención personalizada".

Al final, esgrime Avilés, es lógico que una pareja de mediana edad sin obligaciones familiares que ha mantenido su trabajo durante la pandemia busque una oferta más adaptada a sus gustos, más especial.

Su empresa tiene claro su modelo de negocio y confianza en seguir creciendo. Porque la gente joven "concibe el turismo de otra manera y valoran tanto la estética de un sitio como el entorno", pero también porque hay "mucha gente que se está reinventando".

"Los 3 socios del hotel Miluna, por ejemplo, venían del sector del turismo y trabajaban en hoteles tradicionales, pero se reinventaron: cogieron una finca que estaba medio abandonada e instalaron estas cápsulas", afirma Avilés. "Y, como ellos, hay bastantes".

Un proyecto emprendedor y sostenible que comenzó con una beca 

Un ejemplo que refleja esta apuesta innovadora por ofrecer una experiencia turística distinta es el de Jorge Sánchez y Rafael Ceballos, fundadores del glampingLa Dehesa Experiences.

Sánchez y Ceballos están en la treintena y se conocieron hace 15 años en Irlanda del Norte, donde los 2 disfrutaban de una beca Leonardo de la Unión Europea. Ambos vienen del sector financiero y desde que fraguaron su amistad tenían en mente emprender negocios juntos.

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No fue hasta hace 3 años cuando tuvieron un flechazo con el lugar donde ubicar su idea. Un paraje natural de 27 hectáreas en la Sierra Morena cordobesa: hábitat del lince ibérico y declarado como reserva de la biosfera por la Unesco, era el lugar perfecto para emplazar su concepto de glamping.

El glamping es la suma de glamour con camping, un binomio que Jorge Sánchez defiende como pilar fundamental de la filosofía de Dehesa. El gallego explica que sus suites permiten desconectar en un entorno natural incomparable a la vez que se disfruta de experiencias gourmet, todo de manera sostenible.

"No hemos cortado ni un solo árbol para hacer este proyecto, nuestras construcciones no llevan cemento ni hormigón. Utilizamos madera, cristal y lona", expone Sánchez. Afirma, además, que unas placas solares instaladas a la entrada de la reserva —donde los clientes tienen que dejar los coches para prevenir ruidos y polución—, suministran un 80% del consumo eléctrico total de los alojamientos.

La Dehesa Experiences glamping - BI

La Dehesa Experiences

La Dehesa cuenta con 6 suites con piscina privada colocadas en las copas de los árboles a 15 metros de altura, desde donde se puede disfrutar de unas vistas inigualables gracias a una construcción inspirada en los antiguos puertos pesqueros.

Poder disfrutar de esta experiencia en unas de sus junior suites cuesta 250 euros por noche, una tarifa que incluye desayunos y una cata de vinos con un sumiller profesional.

Los socios descubrieron la zona a través de una familia estadounidense de origen español con la que tenían contacto profesional. La familia tenía una finca en la reserva de la que Sánchez y Ceballos se quedaron prendados.

Hace 3 años decidieron arrendársela y, desde entonces, han estado implicados de forma personal en todo un proceso de planificación y construcción en el que, asegura, han querido involucrar a la zona.

"Todos los proveedores son locales, todo el producto gastronómico que complementa nuestra oferta es del área", cuenta Sánchez, a la vez que se quita importancia: "Lo que tenemos son muchas ideas y sobre todo, muchas ganas".

El turismo se reinventa a causa del coronavirus y se olvida de la masificación

El empresario también bromea contando que todo lo han conseguido tanto a base de trabajo como de endeudarse con el banco, pero sus inicios son prometedores. La Dehesa abrió sus puertas al público en mayo después de 3 años de cocción lenta y peleas burocráticas, pero ha tenido todas las estancias ocupadas desde entonces.

"Tenemos sobre todo 2 tipos de clientela, las familias que vienen a desconectar y parejas. Este es un lugar muy especial, muy romántico, la semana pasada ya tuvimos nuestra primera pedida de mano", narra.

El COVID-19 sin duda ha cambiado la manera de viajar, pero no ha aplacado las ganas por vivir experiencias distintas de ocio que marquen una diferencia. Parece que el público está encontrando ahora estas vivencias mucho más cerca de casa.

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