Este es el principal problema de la universidad pública en España, según el español que preside uno de los centros universitarios americanos más prestigiosos del mundo

Manuel Alonso Puig, presidente de Schiller International University.
Manuel Alonso Puig, presidente de Schiller International University.
  • Business Insider España charla con Manuel Alonso Puig, presidente y CEO de Schiller International University (SIU), universidad privada presente en cuatro países: Estados Unidos, Francia, España y Alemania.
  • Su metodología se basa en el sistema americano que prima el debate y el análisis sobre la adquisición de conocimientos. Además su enfoque asume la universidad como un espacio de formación que debe preparar a los alumnos para el mercado laboral.
  • En este sentido Manuel Alonso Puig ha señalado algunos de los problemas que, en su opinión, tiene la universidad pública en España para ofrecer empleabilidad a sus alumnos.
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Ante la pregunta cuál es el papel de la universidad en nuestros días, las respuestas pueden ser variadas.

Hay quien pueden pensar que sigue siendo una institución que alberga y genera el conocimiento. Otros ven en ella incluso un trampolín para el emprendimiento.

Manuel Alonso Puig, y la universidad que preside, Schiller International University (SIU) lo tienen claro: la universidad debe generar profesionales capaces de adaptarse al mercado laboral.

"[En el mercado laborar] Te piden que traigas una cabeza bien formada para rápidamente integrarte en la empresa (...) nosotros buscamos crearles esa cabeza para volverles fácilmente integrables en este mundo", comenta Alonso Puig en conversación con Business Insider España.

La manera de lograrloen su universidad recae en parte en el sistema de educación norteamericano que imponen, capaz en su opinión de generar esa cabeza "bien formada" que buscan para su alumnado. "El sistema norteamericano favorece mucho el desarrollo de las ideas, más que la adquisición de conocimientos que favorece el europeo, mucho más dogmático", opina Alonso Puig.

"Esto es mucho más coherente" defiende, "a ti no te van a examinar de una fórmula concreta, por ejemplo, del valor actual neto, si no te acuerdas la buscas en internet, en un libro ... de lo que te tienen que 'examinar' es de si te pongo delante en el caso de una empresa, los flujos de fondos financieros que produce, que determines el valor de esa empresa. Vamos a eso".

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Diagnóstico: una universidad masificada y profesores mal pagados

Por ello, el presidente de SIU defiende su modelo de clases basado en debates, y en lo que denomina la "practicidad de las enseñanzas". Esto se logra "porque los profesores que tenemos están metidos en ese mundo, no son puramente académicos", explica.

Y es que bajo el prisma de Alonso Puig, la universidad pública tiene mucho que cambiar y adolece de varias dificultades que la enfrentan con el tiempo actual. "La academia va por detrás en general del mundo, porque se dedica a analizar el pasado", considera.

"El primer problema que tienen las universidades públicas españolas es que pagan muy mal a sus profesores", opina, "el alumno aprende gracias a buenos profesores, si al que tienes delante lo pagas mal a lo mejor ese profesor no es lo que debería tener el alumno, esa sería la pregunta".

Por otro lado, Alonso Puig considera que el aprendizaje de los alumnos se da a través de una interacción lo más directa posible entre estos y el profesor.

En este sentido, el presidente de SIU considera que la universidad pública española "está masificada", lo que conlleva a producir lecciones magistrales, un formato en clara oposición con su metodología.

En sus clases, explica, el conocimiento se adquiere a través de  "discusiones sobre determinados temas que se leen con anterioridad, y mucho trabajo previo a la clase". Esas clases giran en torno a los 20 alumnos.

Investigar para ahondar en formación práctica que beneficie a los alumnos

El discurso de Puig enraíza directamente con el de otros proyectos de educación superior que están naciendo al abrigo de los nuevos tiempos.

La universidad estadounidense Minerva, totalmente online –lo que no le impide competir por el alumnado contra instituciones tales como Harvard o Stanford–, École 42 en Francia y centrada en estudios de informática, sin clases ni profesores o la escuela de liderazgo THNK con sede en Ámsterdam, son algunos ejemplos de centros que están abandonando la estructura clásica del sistema educativo formal para, según estos, educar al talento de una manera más acorde con los nuevos tiempos.

En este sentido, otro problema que Alonso Puig encuentra en la universidad pública tiene que ver con la prioridad se da a la investigación.

"Tienen un cuerpo de docentes haciendo investigaciones normalmente en entornos extraordinariamente académicos, pero el alumno no se beneficia de eso porque una cosa es la investigación en el entorno académico (...)  y otra cosa es investigación que redunde en formación práctica para que ese alumno pueda aportar un valor diferencial a la empresa."

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Presencia en Estados Unidos, Francia, España y Alemania

La empleabilidad es el motor que debería mover la educación superior en opinión de Manuel Alonso Puig.

El CEO de SIU tiene una visión muy clara sobre lo que debe ser una universidad hoy en día. Si lo que se enseña a los alumnos españoles está muy alejado de lo que necesitan las empresas —"si esto sucede", remarca— "es que la universidad no está cumpliendo el papel que debería cumplir en los tiempos actuales, que es ayudarte a que progreses profesionalmente".

Alrededor de esa idea nació la universidad Schiller en 1964, dispuesta a "formar a personas muy bien preparadas para trabajar en el mundo internacional", ofreciendo a estudiantes norteamericanos la oportunidad de estudiar en el extranjero. Hoy este centro cuenta con presencia en 4 ciudades de diferentes países –Madrid, Tampa, París y Heidelberg– en los que todos los alumnos pueden estudiar con total libertad de movimiento.

Pero trabajar en el mundo internacional no es solo hablar idiomas. Algo de los que se dieron cuenta hace aproximadamente unos siete años, y que les llevó a remodelar su modelo para adaptarlo a esa empleabilidad que defienden. La misma época en la que Alonso Puig desembarcó en esta universidad  para encargarse del campus de Madrid. Hoy, está al frente de toda la universidad Schiller, desde que en 2014 fuera nombrado presidente y CEO de la institución.

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Un modelo flexible que apuesta por la empleabilidad y la internacionalización

Buscar nuevas formas en las que "sus alumnos puedan adquirir una mentalidad que les permita moverse con distintas aproximaciones" en el mundo global les ha llevado desde entonces a remodelar su programa, centrándolo en la flexibilidad.

Los alumnos no solo pueden moverse a otros campus durante toda su formación, sino que desde el centro se busca "reorientarlos hacia el mercado donde puedan tener mayores posibilidades laborales una vez terminada la carrera".

"¿Para qué estudias? Para encontrar un buen trabajo. Nosotros te posicionamos en aquel sitio donde tengas mayores posibilidades de colocación", explica Alonso Puig. De esta forma los estudiantes de Turismo pueden ser aconsejados terminar su carrera en el campus de Florida, explica, beneficiándose del enorme mercado de cruceros que se da allí. Para los alumnos centrados en materia de diplomacia, finalizar en París sería lo óptimo.

A esto ha contrubuido en gran medida el acuerdo al que el centro llegó en 2014 con la Universidad de Roehampton, en Londres, permitiendo desde entonces otorgar a sus alumnos una doble titulación (americana y europea) con la que poder acceder al mercado laboral de la mayoría de países.

Pero la flexibilidad no se limita a poder viajar. En Schiller un alumno empiece la carrera cuando quiera, ya que el curso se puede empezar cualquier mes: todos los semestres se componen de 4 asignaturas, que se imparten una detrás de otra; es decir, cada vez se imparte una asignatura diferente. 

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La mayoría de estudiantes que acuden a esta universidad llegan por su carácter internacional —en muchos casos son jóvenes de familias extranjeras asentadas que han migrado por trabajo— y que hablan dos o tres idiomas de media.

En el campus de Madrid el porcentaje de españoles ya es más de la mitad, aproximadamente un 60% que, según explican, ha ido creciendo con los años. A pesar de ello la universidad no busca que todos los estudiantes sean españoles: su apuesta es la interacción y el conocimiento de otras culturas desde la universidad.

De cualquier manera los planes de futuro pasan por crecer en número de alumnos, especialmente españoles, que se planteen ser más internacionales. Algo que para Manuel Alonso Puig "abre las posibilidades de colocación".

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