Venecia quiere vigilar a los turistas para acabar con la masificación mediante cámaras de alta definición y examinando los datos móviles

Venecia, Italia

Reuters

  • Venecia sigue buscando maneras de acabar con la masificación turística y devolver a la ciudad su encanto.
  • Los nuevos métodos de vigilancia propuestos por el alcalde no convencen a todos y plantean cuestiones éticas.
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A mediados del siglo XX Venecia tenía 175.000 residentes, pero actualmente la población está cifrada en 50.000 personas y las previsiones indican que en 2030 no queden venecianos en el centro de la ciudad.

Frente a esto, la llegada de turistas no hace más que crecer, con entre 26 y 30 millones de personas que la visitan al año, de los cuales cerca de 14 millones van a pasar el día, pero no pernoctan.

Pero, aunque nadie quiera matar a la gallina de los huevos de oro, lo cierto es que en los últimos años la llegada de turistas se está convirtiendo en todo un problema para la ciudad flotante.

A pesar de su belleza sufre de hacinamiento masivo, inundaciones devastadoras y contaminación de los cruceros que pasan todos los días y que causan numerosos problemas medioambientales.

Si bien muchas personas aún pueden considerar que un viaje a Venecia vale la pena, hay fotos que muestran la realidad de los aspectos menos glamourosos de la ciudad, incluida la masificación turística.

La ciudad lleva tiempo tomando medidas extraordinarias para frenarlo y, recientemente, el alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro, declaró que entrar al centro requerirá el año que viene reserva obligatoria. 

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Es más, se están impulsando soluciones de alta tecnología que alarman incluso a muchos de los que llevan tiempo haciendo campaña por una Venecia para venecianos, publica The New York Times.

Los responsables de la ciudad están adquiriendo los datos de los teléfonos móviles de los turistas y utilizando cientos de cámaras de vigilancia para controlar a los visitantes y evitar las aglomeraciones. 

Según Brugnaro, el objetivo es crear una ciudad más habitable para los venecianos. Pero muchos residentes consideran que los planes de vigilancia y control de los movimientos de la gente son distópicos, y que se trata de un truco publicitario o de una forma de atraer a los turistas más ricos.

Los vecinos de la ciudad se sienten frustrados por cómo ha cambiado sus vidas el turismo masivo que ha expulsado a los negocios que atienden a los lugareños.

Sin embargo, como publica dicho medio, muchos dicen que las soluciones de alta tecnología no devolverán a Venecia su autenticidad, sino que temen que le roben parte del romanticismo que le queda.

La ciudad cuenta con cientos de cámaras de alta definición que graban unos 25 fotogramas por segundo, cuyo software rastrea la velocidad y trayectoria de los visitantes. 

En una sala de control situada a unos kilómetros de distancia, los funcionarios municipales examinan los datos telefónicos recogidos de casi todos los habitantes de Venecia a diario: desde su edad, hasta el seco, el país de origen y la ubicación anterior de las personas.

Simone Venturini, máximo responsable de turismo de la ciudad, señala a The New York Times que tienen el control total de la ciudad gracias a dichas pantallas.

Aunque se instalaron en un principio para vigilar la delincuencia y a los navegantes imprudentes, ahora sirven también para rastrear a los visitantes y detectar a las multitudes que quieren dispersar.

Además, gracias a estos datos están tratando de averiguar cuántos visitantes son excursionistas de un día, que pasan poco tiempo y gastan también poco dinero en Venecia.

Una vez que se establezcan esos patrones, la información se utilizará para orientar el uso de las puertas y el sistema de reservas, que sugerirá itinerarios o fechas de viaje alternativas, o aumentará el precio de la entrada los días de más afluencia. 

Como publica dicho medio, los responsables de la ciudad rechazan las críticas sobre la invasión de la intimidad y afirman que todos los datos telefónicos se recogen de forma anónima, aunque plantea cuestiones éticas, según los expertos.

Pese a ello, los vecinos de la popular ciudad tratan de ver el lado positivo si esto ayudar a sacar provecho del turismo, el cual consideran que tiene que cambiar. 

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