Técnicos sin dormir y un "caos increíble" en un verano "salvaje": la burbuja de festivales está a punto de estallar, denuncian trabajadores y artistas

Imagen del público del Oasis Sound Festival.
Imagen del público del Oasis Sound Festival.

@eyearoundtheworld / Oasis Sound Festival

La segunda semana de junio se conocía la noticia de que el Fan Fan Fest, un festival de música que iba a tener lugar en Madrid y en el que iban a actuar grupos como La Pegatina o Black Eyed Peas, era cancelado por Ifema, recinto que lo iba a albergar, tras haber detectado un "riesgo de seguridad" para los asistentes. 

Un mes después,el festival Diversity, evento que se iba a celebrar en Valencia y en el que iban tocar artistas de la talla de Iggy Pop o Christina Aguilera, fue suspendido por sus propios organizadores, que alegaban no poder garantizar su realización bajo "las condiciones necesarias para el buen desarrollo".

Una semana después, el Madrid Puro Reggaeton Festival, con 40.000 entradas vendidas, era cancelado 24 horas antes de dar comienzo después de que la Comunidad de Madrid argumentara que la documentación presentada por el evento no reunía los requisitos necesarios en materia de seguridad. 

El Benás Festival de Huelva y el Reggaeton Beach Festival de Tenerife han corrido la misma suerte. Estas cancelaciones parecen ser ya síntomas de una burbuja que se habría formado en el sector de la música en directo en España, y que vendría motivada por la imposibilidad de haber celebrado festivales en 2020 y 2021.

Según la Asociación de Promotores Musicales (APM), en el año 2021, el sector ingresó 157 millones de euros con casi 1.000 festivales de música organizados en España, cifra que supuso un 55% menos que en 2019 y tan solo una mejora del 13% respecto el año en el que comenzaba la pandemia, 2020.

Business Insider España se ha puesto en contacto con 8 perfiles del sector, desde técnicos de sonido e iluminación a artistas, pasando por dueños de salas de conciertos y promotores que han creado su festival este mismo año, para conocer de primera mano cómo les afecta esta situación. 

Los técnicos: "Hay un caos increíble"

Elena González, técnica de sonido que trabaja con bandas como Lori Meyers.
Elena González, técnica de sonido que trabaja con bandas como Lori Meyers.

@rakelodel

Uno de los perfiles profesionales que más se ha visto afectado ha sido el de los técnicos de sonido e iluminación. La precarización de su situación ha generado que este año se produzcan accidentes como el ocurrido en junio durante las labores de montaje del escenario del festival O Son do Camiño (Santiago de Compostela), que dejaba 3 ingresados en el hospital, uno de ellos en la UCI. 

Al deterioro de las condiciones laborales que ya venían sufriendoen los años previos a la pandemia han tenido que sumar, explican, cuestiones como la escasez de materiales por el aumento significativo del número de eventos que se ha producido este año. 

"Ha habido una especie de boom exagerado para el que no hay personal, no hay equipo de sonido, no hay material físico, no hay transporte", sintetiza en entrevista Elena González, técnica de sonido que trabaja para bandas españolas como Lori Meyers, habituales en este tipo de eventos.

"Hay un caos increíble", confiesa González. La proliferación de eventos que se ha dado este año ha hecho que falte material que para ellos es imprescindible, como pies de micrófono o cables. Esto les condiciona hasta el punto de tener que trabajar con equipo antiguo porque del nuevo no hay unidades a la venta. 

"Muchas veces vas a los a los festivales y los escenarios son más chicos de lo normal", indica González, haciendo referencia a otra de las implicaciones que tiene el gran número de eventos musicales que están organizando este verano. 

Esa falta de espacio conlleva que las producciones adolezcan de cierta profesionalidad que se ha perdido respecto a antes de la pandemia, considera: "Tienes que adaptarte a situaciones más cutres".

Una precariedad que repercute no solo en el disfrute del público o en la profesionalidad de su trabajo, sino en cuestiones de mayor calado como la saturación de los técnicos. "Los ves, que dices: no han dormido", relata González. "Están en situaciones muy extremas y eso provoca que luego haya fallos", como el derrumbe en el O Son do Camiño, durante su montaje.

Juan Manuel Correia, técnico de iluminación, coincide con González. Correia concede cierta preocupación porque esta situación se esté cimentando sobre la pérdida de dinero por parte de los promotores de festivales. 

"Yo he trabajado en eventos en los que deberían entrar 30.000 personas y han entrado 10.000, no se han cubierto gastos para nada", apunta. Eso le hace pensar en qué va a pasar cuando se acabe el verano y llegue octubre. 

Correia señala que, durante la temporada estival, no se tienen tan en cuenta cuestiones como las condiciones laborales: "Ahora mismo está todo el mundo contento, no hay nadie que piense en el convenio, piensa en otras cosas porque a todo el mundo le está entrando dinero y está feliz. El problema va a ser después".

"Creo que se están haciendo más eventos de los que es capaz de aguantar cualquier país", sentencia. Y achaca esta situación a que "todo el mundo" ha pensado durante la pandemia que cuando se acabase había que "tener algo", surgiendo así nuevos proyectos, nuevos promotores...

"Yo estoy un poco asustado, la verdad", confiesa. Está ahorrando "todo el dinero" que puede por si, en el futuro cercano, acaba estallando esa burbuja.

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Los músicos: "Nos acabamos convirtiendo en relleno"

Un grupo de música tocando el Observatorio Festival.
Un grupo de música tocando el Observatorio Festival.

Cedida por el Observatorio Festival

Otros afectados por este cuello de botella de festivales están siendo los propios artistas.

A la saturación de eventos de este estilo se suma ahora una situación que ya era inestable de por sí, con dinámicas tóxicas como los viajes de una punta a otra del territorio para poder tocar en 2 festivales diferentes en un mismo fin de semana. 

El pasado julio, los principales sindicatos del sector en España —UGT, CCOO, la Sección de Músicas de CNT Madrid y la Coordinadora Sindical de Trabajadoras y Trabajadores Músicos— reclamaban a la patronal de bares y salas de Madrid que contase con los artistas para afrontar la crisis que decían estar atravesando, pidiéndole para ello que cumpliesen los convenios colectivos.

"¿Qué ha pasado para que de repente se genere tantísima competencia sin ningún tipo de sostenibilidad?", se pregunta en conversación con este medio Sixto Martín García, vocalista del grupo La Trinidad y trabajador del sector cultural. 

"Este país de ninguna manera tiene sensibilidad para albergar tantísima oferta", afirma, refiriéndose a la cifras de eventos de música en directo que se barajaban antes y después de la pandemia.

Martín pone como ejemplo el caso de Málaga, su ciudad, para preguntarse cómo es posible que lleven "peleando un montón de tiempo" para que se celebren festivales, surjan iniciativas locales y "de repente" vayan a tener lugar "2 macrofestivales pensando en aforos de 40.000 personas". 

La Trinidad ha tocado en festivales como el Tomavistas de Madrid y tiene una fecha en el Cala Mijas de Málaga. Sin embargo, Sixto Martín reconoce que hasta ahora no han llegado a entrar en el circuito: justo antes de la pandemia tenían cerrada una gira que pasaba por 10 eventos, pero llegó el confinamiento y se retrasaron

"Llegamos al verano de 2021 y no nos llamó ninguno, salvo uno, creo, y llegamos a 2022 y tampoco nos llamaron".

Martín García achaca esto a la focalización de los festivales en grandes artistas, que ha dejado por el camino a grupos como el suyo. "Antes había una intención en los slots pequeños de conformarlos con cosas nacionales e internacionales", apunta, haciendo referencia a la intencionalidad de atraer con esos nombres al público. 

"Ahora mismo, esa propuesta ya no existe y eso, a los grupos pequeños como el mío, no nos beneficia de ninguna manera", defiende el músico. "Nos acabamos convirtiendo en relleno".

Sixto apuesta por que grupos como el suyo se conciencien y busquen "otro tipo de retornos". "Alternativas que no sean los 500 euros que paga un festival para tocar a las 5 de la tarde", "muy poco dinero" para los gastos que conlleva ponerse a tocar en estos lugares.

"No es viable que un festival súper tocho, que le está pagando a lo mejor 3 millones de euros a un cabeza de cartel, te quiera pagar a ti 600, te ponga un camerino súper chungo y te ponga a tocar a una hora digna de insolación", expone.

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Y los sindicatos: "Ni un festival sobreviviría a una inspección de Trabajo"

Imagen de Oasis Sound Festival.
Imagen de Oasis Sound Festival.

@eyearoundtheworld / Oasis Sound Festival

Algunos de los principales denunciantes de la situación que atraviesa la música en directo en España son los sindicatos del sector, entre ellos, la Coordinadora Sindical de Trabajadoras y Trabajadores Músicos (CST Músicos) o la Sección de Músicas de CNT Madrid. Ambos han concedido una entrevista para Business Insider España.

Juanjo Castillo, representante de la Coordinadora, distingue entre el panorama de los festivales en España en general y lo que está ocurriendo este año: "Los festivales actuales son el resultado de un crecimiento de más de 20 años, construidos muchos de ellos sobre una sólida base empresarial".

"Otra cosa es lo que estamos viendo ahora", matiza, "festivales que surgen a partir de una burbuja que ha sido principalmente impulsada por las instituciones". El representante sindical se refiere a administraciones locales que "han visto un nicho donde promocionar como marca sus respectivas ciudades o comunidades autónomas".

Al preguntar a Castillo por cómo ha podido afectar esta situación a los trabajadores del sector, el representante de CST Músicos esgrime que "ni un festival sobreviviría a una inspección de Trabajo", lo que daría una idea, según él, de "en qué marco se desarrollan estos espectáculos". 

Miguel Grimaldo, representante de la Sección de Músicas de CNT Madrid, tacha la situación de "una burbuja muy grandebasada en el sobreesfuerzo que realizan, principalmente los trabajadores, pero también algunas empresas que bajan los precios".

Grimaldo disiente con Castillo y afirma que "esto viene de antes de la pandemia", pero asegura que "después de esta, con todo el rollo de que ha habido mucho tiempo en el que no se podían hacer cosas, ya es todo un punto salvaje".

"Este año ha sido el año del todo vale", incide, y achaca esto al número de cancelaciones que se han dado, producidas, según él, por la falta de conocimiento del sector que han tenido los nuevos promotores que han intentado montar su festival.

Grimaldo sí coincide con Castillo al señalar que parte del problema la tienen las subvenciones que reciben estos eventos por parte de las administraciones y que impiden que los promotores pierdan dinero, aunque estos eventos terminen cancelándose. 

"Cobran mogollón de dinero público, entonces, aunque pierdan alguna edición de un festival y pierdan mucho dinero, da igual, porque es que estaba pagado ya con dinero público". El representante de la Sección de Músicas de CNT Madrid aboga por una mejora en la regulación y un incremento en las inspecciones de Trabajo que se realizan en estos eventos. 

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Los promotores: "Iniciativas como la nuestra nacerán y morirán, pero tendrán que adaptarse"

Pueblo de Balboa (León) en el que se realizan actividades del Observatorio Festival.
Pueblo de Balboa (León) en el que se realizan actividades del Observatorio Festival.

Cedida por el Observatorio Festival

Con este panorama cabe preguntarse cuál es la postura de los promotores de festivales de música en España. La realidad es que en este perfil no solo se encuentran grandes grupos empresariales como los que hay detrás de citas como el Mad Cool o el BBK

También existen iniciativas autogestionadas como la del Observatorio Festival o apegadas al territorio y con intención de ser sostenibles como la del Oasis Sound Festival.  

En el caso del primero, el Observatorio Festival está organizado por un grupo de amigos. El evento tiene lugar cada año en la localidad leonesa de Balboa y se trata de una propuesta autogestionada. 

Esta condición les llevó a emitir un comunicado en sus redes sociales días antes de que tuviese lugar el festival. Los números no les daban. "Hemos visibilizado este problema y hemos hablado de cifras incluso, pero yo creo que es una cosa que pasa a muchos", explica uno de sus promotores, Jaime Torrego, a Business Insider España.

Torrego indica que su situación de inseguridad frente a la de macrofestivales que no ven peligrar su situación se debe a que "el sistema de ayudas y la idiosincrasia de la industria musical no está hecha para favorecer estos proyectos".

El promotor diferencia el Observatorio Festival de otros eventos de este estilo por el enfoque que ellos le dan a la propuesta: "Los grupos que vas a ver en nuestro festival los podrás ver en otros festivales, pero casi en ningún festival de España vas a estar en un enclave tan bonito".

"Quizás te cuesta lo mismo ir al Observatorio, con un cartel más alternativo, que lo que te cuesta ir a X festival de la costa valenciana, que vas a pagar lo mismo y vas a ver al cabeza de cartel que cobra 100.000 euros", apunta Torrego, quien insiste en que ellos intentan aportar otras cuestiones como "cercanía y familiaridad". 

"Creo que hay que primar lo local y los agentes locales son los que pueden crear redes para que luego esto se equilibre", defiende. Reclama una mayor apuesta por artistas locales y por la diferenciación de la oferta de otros festivales. 

Con una apuesta por lo local se ha configurado otro festival que, a diferencia del Observatorio, ha surgido este año, el Oasis Sound Festival de La Solana (Ciudad Real). 

"Este año ha habido un boom impresionante, del cual nosotros somos culpables también", reconoce Tomás Pérez,uno de sus promotores. Pérez también diferencia su iniciativa de otras que han surgido este año, ya que "la idea viene de muy atrás" y su intención era que diese comienzo en 2020.

"Somos una promotora joven, antes no habíamos organizado nada de esta magnitud", explica. Su propuesta ha buscado ofrecer algo diferente a la música urbana en un emplazamiento como La Mancha, ya que "si quieres escuchar una banda en directo siempre te tienes que ir un poquito lejos de aquí"

"La idea era atraer a ese tipo de bandas a este lugar y que la gente de la zona pudiese disfrutar de sus artistas preferidos sin tener que moverse tan lejos", defiende, refiriéndose a artistas como Natalia Lacunza, Nena Daconte o Valeria Castro.

En relación a la situación laboral que ha producido la burbuja de festivales, Pérez relata que "encontrar técnicos de sonido es una labor imposible" y que "los artistas han visto que hay una burbuja y se están aprovechando un poquito de ella porque quién les dice que el año que viene va a ser igual".

El promotor del Oasis Sound sostiene que "el año que viene se va a regular mucho el mercado", con propuestas que desaparecerán tras el boom de 2022. Mantiene que su proyecto continuará, ya que este año ha funcionado "muy bien" y buscaban encontrarse a sí mismos en cuanto a géneros musicales. 

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Las salas de conciertos: "Si tú ofreces muchas manzanas baratas, la gente las va a comprar, se va a hartar y no las va a comprar más"

Imagen de uno de los conciertos del Oasis Sound Festival.
Imagen de uno de los conciertos del Oasis Sound Festival.

@eyearoundtheworld / Oasis Sound Festival

En medio de este debate se encuentran las salas de conciertos, que ven cómo su público cae de manera drástica durante los meses de verano para luego tener que subsistir hasta que llegue el invierno. 

Uno de esos casos es el de la sala Velvet de Málaga, cuyo dueño, Juan Diego Altamirano, detalla cómo se ve afectado por la burbuja de festivales. 

"A mí me afecta, pero me afecta puntualmente los días de los festivales", indica Altamirano, refiriéndose a la falta de afluencia que tiene su local cuando estos eventos están teniendo lugar en la ciudad de Málaga. 

"Por otro lado, creo que me afecta positivamente porque todo lo que sea fomentar el tipo de música, un poco más alternativo, en una provincia como Málaga, que lo pedía a gritos, pues me parece bien", sostiene el empresario.

El dueño de la Velvet, un bar de música alternativa, opina que lo problemático es que el sector se convierta en un negocio que ve a los festivales como "un producto al que sacar una rentabilidad muy alta". Al tratarse como un producto, continúa, tiene las peculiaridades de algo mercantil: "Si tú ofreces muchas manzanas baratas, la gente las va a comprar, se va a hartar de manzanas y no las va a comprar más".

Altamirano también cree que el futuro pasa por una reducción del número de eventos: "Este año será el pico de la curva, el año que viene será un poquito menos, dentro de 2 años un poquito menos y luego se estabilizará, quedándose los que han podido sobrevivir a esto".

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