'Willow' no tendrá una segunda temporada, una nueva demostración de que no todo lo que toca una propiedad intelectual se convierte automáticamente en éxito

Willow

Disney

  • La recuperación del mundo mágico creado por George Lucas parecía un movimiento lógico y seguro en términos comerciales. Disney, sin embargo, erró el tiro y ha acabado cancelando Willow.
  • Puede que haya sido bien recibida por parte de la audiencia a la que iba dirigida, pero Willow no ha sido verdaderamente relevante. Eso, en una época donde los balances financieros han ganado peso en el mundo del streaming, parece haber sido crucial.

Willow no tendrá segunda temporada. Según difundían esta misma semana varios medios especializados, como Deadline, la serie no tendrá continuidad, después de semanas de especulaciones sobre el futuro de la serie, que recupera al popular mago Willow Ufgood que convirtió la película homónima dirigida por Ron Howard en título de culto a finales de los 80. 

Willow fue uno de los proyectos de spin off seriéfilo que Bob Chapek anunció durante la llamada a inversores de 2020. Entonces Disney trataba de navegar la pandemia, poniendo la explotación de sus propiedades intelectuales más valiosas a toda máquina con la esperanza de que la nostalgia consiguiese obrar la magia. 

La realidad ha resultado ser bastante menos optimista. Ni un producto complaciente y con parte del elenco original como Willow parece haber reportado unos resultados lo suficientemente solventes como para darle un final a la serie. Muy mal le puede ir al streaming si ahora también tiene que ir con pies de plomo, con lo que antes parecía que era un éxito asegurado

La crisis del fondo de armario 

Disney fue una escéptica digital hasta que las circunstancias le obligaron a dejar de serlo. Corría el año 2017 cuando la compañía decidió lanzarse a la aventura del negocio directo al consumidor, tras años licenciando el contenido a Netflix que, en la práctica, había conquistado el mundo a costa de su catálogo. 

El mantra, entonces, era "el contenido es el rey" y ellos lo tenían a montones. Disney era la propietaria de los derechos de algunas de las marcas y franquicias más lucrativas de la historia y el camino hacia el triunfo parecía pasar de forma ineludible por una producción original que echase mano de los productos más rentables.

Disney valora un cambio de estrategia: considera vender más películas y series a la competencia

El arranque echó mano de aquellos productos que, a efectos de todo el mundo, ofrecían más garantías. Con The Mandalorian, el contenido estrella con el que la plataforma se lanzó al mercado en noviembre de 2019, Disney dejó claro que la propiedad intelectual de Star Wars gozaba de una salud extraordinaria. No tardó en seguirle Marvel, con Wandavisión. No tardó en hacerse evidente que no todo lo que se inspiraba en personajes, tramas y universos conocidos era garantía de éxito. 

También en el caso de Star Wars. Ni El libro de Bobba Fett (con conexión con The Mandalorian incluida) ni Obi-Wan Kenobi consiguieron un golpe de efecto sustancial. Si pareció conseguirlo Andor, serie sí renovada dada la gran acogida del fandom a pesar de haberse estrenado en pleno duelo entre La casa del dragón y Los anillos del poder

El anuncio de la serie de Willow se hizo oficial en otoño de 2020. La recuperación del mundo mágico creado por George Lucas parecía un movimiento lógico e inteligente, teniendo en cuenta que el título no solo apelaba a la audiencia original de la película. También introducía personajes y tramas a las nuevas generaciones. 

La seguridad de lo conocido siempre ha sido el sustrato que ha permitido desarrollar proyectos económicamente ambiciosos con ciertas garantías. Disney, sin embargo, erró el tiro. 

Muchos aseguran que la serie puso más el foco en los fans de la fantasía juvenil para los que la historia era un descubrimiento y descuidó a quienes querían a los personajes e iban a reintroducir a los suyos de forma natural en la serie.  

La crisis ha hecho a Disney menos comprensiva 

A nadie le extraña que Netflix cancele programas. Es, de hecho, una plataforma tristemente célebre por la cantidad de series de televisión que se quedan en el limbo de programas cancelados. Disney, en cambio, no se ha prodigado en cancelaciones. Tampoco en la difusión de información de audiencias que pueda ofrecer una idea más o menos precisa de lo que es un éxito o fracaso a efectos de la plataforma. 

Pero la ausencia de datos no oculta una realidad: Willow ha podido ser recibida bien por parte de la audiencia a la que iba dirigida, pero no ha sido verdaderamente relevante. Y parece que es ahí, en la relevancia cultural, donde radica el elemento para comprender el porqué de la cancelación. 

La serie no consiguió el impacto de la película original que, con 35 millones de producción, logró recaudar 137,6 millones de dólares (unos 130 millones de euros) en todo el mundo y convertirse en un clásico familiar que la compañía ha logrado rentabilizar durante décadas. 

A Disney se le ha acabado la cintura financiera como para dejar que programas sin grandes estadísticas de visionado sigan generando gasto. El propio Bob Iger, CEO de Disney, declaraba hace unas semanas que la compañía estaba meditando mucho más los proyectos cinematográficos basados en propiedades intelectuales que finalmente verán la luz, dejando claro que el frenesí por las secuelas y precuelas había llegado a su fin. "Creo que tenemos que mirar con detenimiento qué personajes e historias explotamos". 

Disney parece consciente de que Wall Street está observando. Y la eficiencia es ahora la que manda. Willow como serie está muerta, pero fuentes internas de la compañía aseguran que la propiedad intelectual sigue siendo de interés para la compañía. Lo verdaderamente importante es la mella que estos palos deja en la propiedad intelectual, y de cuantos fracasos puede recuperarse un universo antes de que el fan le dé definitivamente la espalda.

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