Los vídeos de "disculpa" de los youtubers se convierten en un nuevo género: así está logrando la plataforma evitar un boicot de anunciantes como el de Facebook

Forfast, youtuber español.
Forfast, youtuber español.
  • Los vídeos de youtubers disculpándose por escándalos o por su comportamiento son tan comunes que se está convirtiendo en un género en sí mismo.
  • Fondos sobrios y edición reducida a la mínima expresión: así es cómo los principales influencers de la plataforma tratan de excusarse ante su audiencia.
  • Todo esto en un marco en el que YouTube intenta seguir siendo un entorno seguro para los anunciantes y evita, además, un boicot como el que sufre Facebook.
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Los vídeos en los que los youtubers se disculpan por los escándalos que protagonizan se están convirtiendo en un género en sí mismo.

En un reciente artículo, el diario británico Financial Timesabunda en cómo la plataforma de vídeos de Google está consiguiendo salir al paso de las críticas de activistas por su férrea política de contenidos. Al contrario que Facebook, YouTube no está sufriendo boicot alguno de los anunciantes, ni se espera que este tenga lugar.

De hecho, fue una de las primeras plataformas en adoptar medidas contra la desinformación sobre el coronavirus desmonetizando todos los vídeos que estuviesen relacionados con la pandemia.

En el artículo, el medio económico detalla cómo cada vez que un youtuber se disculpa planifica hasta el más mínimo detalle la escena: un fondo lo más sobrio posible que evite recordar a su audiencia la pujanza económica de estos influencers, mientras que la edición —que muchos utilizan para dotar de más dinamismo a sus vídeos— queda reducida a la mínima expresión.

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En los últimos días varios youtubers del mundo anglosajón han pedido disculpas por diversas polémicas. Jenna Marbles fue señalada después de que volviesen a viralizarse antiguos vídeos suyos que muchos usuarios tildaron de racistas. La actriz y cómica con 20 millones de suscriptores en su plataforma compartió un vídeo —que luego borró— en el que anunciaba que dejaba YouTube.

Después llegó el turno de Shane Dawson, un joven de 33 años que subió un vídeo a la plataforma en el que se disculpaba por todo el material que pudiese considerarse racista u ofensivo. YouTube decidió dejar de monetizar los vídeos de Dawson, por lo que una de las principales partidas de ingresos de esta celebridad dejó de existir.

El Financial Times recoge incluso cierto análisis de sí mismo y del fenómeno de los vídeos de disculpa que hace el propio Dawson: "Cada vídeo de disculpas que he hecho ha sido por miedo. Soy yo sentándome en casa, pensando que todo el mundo me odia, llorando e hiperventilando, y después encendiendo la cámara para solo decir que lo siento y que espero que la gente sepa que soy buena persona".

"Esto es estúpido. Algo que solo los niños hacen. No algo que haga un hombre de 31 años".

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En España, un caso reciente ha sido el del youtuber granadino Fortfast. Saltó a la fama por acudir a botellones y entrevistar a jóvenes con cuestiones sobre cultura general o política. Tal fue su ascenso que llegó a entrevistar a candidatos a las elecciones generales como Pablo Iglesias (Unidas Podemos) y Gabriel Rufián (ERC) en su canal.

La polémica estalló después de que el propio Forfast comentase la muerte de un famoso youtuber, Reckful. En un tuit, recordaba que detrás de cada pantalla hay una persona. A esto respondió Fran Rodrigo, un joven que llegó a trabajar con Forfast y que, en un extenso hilo, denunciaba y demostraba la explotación laboral a la que se vio sometido cuando trabajaba para el granadino.

Forfast subió vídeos en Twitter y YouTube tratando de explicarse. La situación se descontroló y se llegó a filtrar el número de teléfono privado del youtuber. Finalmente, Forfast anunció mediante un comunicado que dejaba la plataforma.

YouTube, el común denominador de esta tendencia

La pandemia del coronavirus, las protestas por el Black Lives Matter que se han dado en todas partes del mundo, y las cotas de toxicidad que se están alcanzando en las redes han creado el caldo de cultivo para que los influencers más jóvenes estén teniendo que asumir el peso de sus actitudes y, en ocasiones, de su pasado.

Autores y académicos de prestigio en Estados Unidos han firmado una carta abierta contra la cultura de la cancelación que se está dando en las redes sociales, donde situaciones de acoso y debate tóxico está provocando que mucha gente abandone sus posiciones en estas plataformas.

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En este contexto, grupos de varios activistas lo que le han exigido a Facebook es algo razonable, al menos, para los centenares de empresas que se han sumado a la campaña #StopHateforProfit.

Lo que piden es que la compañía de Mark Zuckerberg adecue sus políticas de contenido para evitar la proliferación del discurso del odio, en cuya red social se ha transformado, incluso, en plataformas negacionistas con el Holocausto o a favor del supremacismo blanco.

El Financial Times recoge una decisión que considera "tardía pero necesaria" por parte de YouTube: la plataforma de vídeos acaba de suspender los canales a favor del supremacismo blanco.

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De hecho, las políticas de contenido de YouTube son tan férreas que en alguna ocasión han significado la aplicación de falsos positivos y el consecuente malestar de muchos creadores de contenido al verse incapacitados para monetizar ciertos contenidos que, lejos de promover ideas de odio, buscan educar o concienciar a sus seguidores.

El frágil equilibrio de la plataforma

Google trata a YouTube con suma delicadeza, incide el medio británico. La razón no es otra que el peso que tiene la plataforma en el negocio publicitario del gigante del buscador. En febrero de este año, Google anunció por primera vez los resultados financieros de la división de Anuncios de YouTube, y estos significaron ingresos superiores a 13.000 millones de euros solo el año pasado.

Prácticamente un 10% de los ingresos de todo el grupo.

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Sin embargo, esta coyuntura deja también a la plataforma en un frágil equilibrio. El FT recuerda cuando Google compró YouTube en 2006 por 1.650 millones de dólares: entonces, el coste de soportar los vídeos en streaming superaba a los ingresos publicitarios. La plataforma tuvo que convencer a los anunciantes de que los —entonces— vídeos caseros podían resultar en un buen negocio para sus marcas.

Hoy YouTube intenta mantenerse como una plataforma segura para los anunciantes, a riesgo de enfadar a los creadores de contenido más populares que puedan comulgar con ideas de extrema derecha y considerar que sufren un sesgo de la compañía en su contra.

¿Un ejemplo? YouTube decidió no incluir a PewDiePie, uno de los youtubers más seguidos del mundo, en el Rewind —vídeo resumen del año— de 2018. El vídeo, a pesar de ser un intento de celebrar la comunidad que sostiene YouTube, acabó convirtiéndose en uno de los que más votos negativos recabó en la historia de la plataforma.

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