Esta es la terrible historia de la peor matanza en Europa desde la Segunda Guerra Mundial

Una mujer entre lápidas en el memorial de Potocari, cerca de Srebrenica (Bosnia Herzegovina), el pasado mes de noviembre.
Una mujer entre lápidas en el memorial de Potocari, cerca de Srebrenica (Bosnia Herzegovina), el pasado mes de noviembre.
El pasado 22 de noviembre, el ex general serbio Ratko Mladic, que comandó el ejército serbobosnio durante la Guerra de Bosnia (1992 a 1995), fue declarado culpable de crímenes de guerra y condenado a cadena perpetua. Mladic también fue declarado culpable de la masacre de Srebrenica, la peor matanza ocurrida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Esta es la historia de Srebrenica, que Business Insider publicó en el vigésimo aniversario de la matanza en 2015

El 11 de julio de 1995, después de más de tres años de guerra civil en Bosnia, las milicias serbobosnias asaltaron una zona de seguridad establecida por la ONU en la ciudad oriental de Srebrenica, separaron a en torno a 8.000 hombres y niños musulmanes de las mujeres que habían acudido en busca de refugio y los condujeron a campos y almacenes de aldeas vecinas, donde en los tres días siguientes los asesinaron. Fue la peor matanza ocurrida en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y está considerado un acto de genocidio.

Con el apoyo del gobierno liderado por el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic desde Belgrado, los serbobosnios (comandados por Radovan Karadzic, que se enfrenta a numerosos cargos por crímenes de guerra) trataron de exterminar a la población musulmana de Bosnia, en un intento por erigir una «serbia mejor» a partir de las ruinas de Yugoslavia, el estado comunista políglota cuya fragmentación en siete países había comenzado a principios de los años 90. Bosnia está integrada por una numerosa población musulmana, croata y serbia, y era la única república de Yugoslavia sin una clara mayoría étnica.

Milosevic, Karadzic y las milicias serbobosnias, comandados por Ratko Mladic, emprendieron una limpieza étnica con el fin de escindir tanto territorio bosnio como fuera posible para anexionarlo a lo que quedaba de la Yugoslavia controlada por los serbios.

La masacre de Srebrenica fue el resultado inevitable: una matanza que enviaba el brutal mensaje de que los musulmanes no estaban a salvo en el país, y de que ni la ONU ni la comunidad internacional podían o querían hacer nada por protegerlos.

La ONU había establecido una zona desmilitarizada en Srebrenica en 1993, creando así una zona en la que los musulmanes que habían sido desalojados de sus hogares en otros lugares de Bosnia pudieran ponerse a salvo de la carnicería serbobosnia.

Las milicias bosnias musulmanas, junto con el gobierno de Sarajevo, habían creado un cinturón de seguridad en la zona oriental de Bosnia, en torno a Srebrenica. Los serbios querían tomar este reducto de resistencia, y sus altos mandos militares estaban en contra de la protección que la ONU brindaba a los musulmanes desplazados. Un informe de la CIA de la época, ya desclasificado, describe el puñado de zonas de seguridad de la ONU como «espinas atravesadas en la garganta de los serbios».

La masacre había sido planeada de antemano. La semana de la barbarie, las fuerzas serbias habían tomado las localidades vecinas, empujando a unos 20.000 refugiados hacia el interior de la zona de seguridad de la ONU. Las fuerzas serbias también secuestraron a treinta efectivos del contingente de paz holandés, una herramienta para chantajear y controlar al resto de tropas que guardaban la zona. El 6 de julio habían empezado a disparar sobre Srebrenica, haciendo patente que no iban a respetar el cordón humanitario establecido por la ONU.

En las horas previas a la matanza, Mladic, sobre el que también pesan cargos por crímenes de guerra, aparece en un vídeo riéndose y repartiendo dulces entre los soldados, en lo que la veterana reportera de la CNN Christiane Amanpour describía como «uno de los vídeos más escalofriantes que he visto en mi vida».

La indiferencia de la comunidad internacional fue una ayuda inestimable para las fuerzas serbias. Aunque la ONU pretendía un despliegue de fuerzas de paz de en torno a 6.000 efectivos en la zona, en el momento de la masacre solo había unos 600 soldados holandeses escasamente armados protegiendo la ciudad. Cuando Mladic y el ejército serbobosnio entraron en Srebrenica, las fuerzas de paz opusieron escasa resistencia e incluso abortaron los ataques aéreos ante la amenaza serbia de asesinar a los rehenes holandeses. Las fuerzas de paz también han sido acusadas de destruir pruebas en vídeo de su inacción.

Mujeres refugiadas leen los nombres de desaparecidos escritos sobre almohadas el 18 de julio de 1995, cerca de la ciudad bosnia de Kladanj.
Mujeres refugiadas leen los nombres de desaparecidos escritos sobre almohadas el 18 de julio de 1995, cerca de la ciudad bosnia de Kladanj.

Lejos de servir para proteger a los vulnerables civiles, la «zona de seguridad» se había convertido en un punto de concentración que la ONU tenía, en realidad, poca intención de defender. Pero no fue todo culpa suya: Tal y como recogió un informe de Human Rights Watch de finales de 1995, los estados miembros de la OTAN ni actuaron ni tomaron decisiones, ni siquiera cuando la toma de la zona era inminente, a pesar de las claras intenciones genocidas de las fuerzas serbias.

Unos 10.000 refugiados de Srebrenica, fuera de la base de la ONU en el aeropuerto de Tuzla, accediendo a los autobuses que habían de distribuirlos en otros campamentos de refugiados de la zona, el 14 de julio de 1995.
Unos 10.000 refugiados de Srebrenica, fuera de la base de la ONU en el aeropuerto de Tuzla, accediendo a los autobuses que habían de distribuirlos en otros campamentos de refugiados de la zona, el 14 de julio de 1995.

Las fuerzas serbias empezaron a deportar a mujeres y niños de la zona inmediatamente después de la caída de Srebrenica el 11 de julio, y retuvieron a la práctica totalidad de hombres musulmanes de la zona para su «interrogatorio». Más de 8.000 de ellos fueron asesinados en los días siguientes.

El general Ratko Mladic junto a un vehículo abandonado de la ONU a las afueras de Srebrenica el 11 de julio de 1995.
El general Ratko Mladic junto a un vehículo abandonado de la ONU a las afueras de Srebrenica el 11 de julio de 1995.

La masacre movilizó a la opinión internacional y precipitó la intervención de los Estados Unidos y de la OTAN en la guerra civil de Bosnia. Poco después de los crímenes, la OTAN empezó a bombardear las posiciones serbias. En noviembre de 1995, Milosevic y el presidente bosnio Alija Izetbegovic firmaron los Acuerdos de Dayton, patrocinados por Estados Unidos, que reconocieron a Bosnia como un único país y crearon una «república» autónoma serbia tras el frente serbobosnio, en zonas que habían sido objeto de limpieza étnica de la población musulmana.

Los acuerdos pusieron fin al conflicto, pero introdujeron una división interna de Bosnia y premiaron, en cierto sentido, a las fuerzas serbias por las atrocidades cometidas.

Dos soldados serbobosnios durante una «operación de barrido» en las inmediaciones de la ciudad bosnia de Srebrenica el 13 de julio de 1995.
Dos soldados serbobosnios durante una «operación de barrido» en las inmediaciones de la ciudad bosnia de Srebrenica el 13 de julio de 1995.

Srebrenica desempeñó un papel crucial en la conclusión de este dubitativo final del conflicto. La barbarie fue de tal calibre que aún hoy se siguen exhumando e identificando víctimas de las fosas comunes de la zona.

Cada año, en el aniversario de la matanza, el gobierno bosnio hace públicos los nombres de cuerpos que hayan aparecido, total o parcialmente, en las colinas y campos que circundan la localidad. Los amigos y familiares de las víctimas asisten a un funeral colectivo cada año.

Mujeres musulmanas junto a los ataúdes de sus familiares, parte de 136 nuevas identificaciones de la matanza de Srebrenica de 1995, durante un entierro conjunto en Potocari (Bosnia Herzegovina) en noviembre de 2017.
Mujeres musulmanas junto a los ataúdes de sus familiares, parte de 136 nuevas identificaciones de la matanza de Srebrenica de 1995, durante un entierro conjunto en Potocari (Bosnia Herzegovina) en noviembre de 2017.

Aún veinte años más tarde siguen apareciendo restos y se trata de identificar los cuerpos, en un intento por devolver alguna dignidad  a las más de 8.000 personas asesinadas en Srebrenica. Según el New York Times, se han identificado 6.930 cuerpos a partir de 17.000 fragmentos hallados en decenas de fosas comunes. Otros 136 cuerpos han sido preparados para su entierro en el aniversario de este año.

Delegados de la IAGS examinan una fosa común de víctimas de la masacre de Srebrenica, a las afueras de la localidad de Potocari (Bosnia Herzegovina) en julio de 2007.
Delegados de la IAGS examinan una fosa común de víctimas de la masacre de Srebrenica, a las afueras de la localidad de Potocari (Bosnia Herzegovina) en julio de 2007.

Tal y como escribió Kathryne Bomberger, la directora general de la ICMP (Comisión Internacional para las Personas Desaparecidas, en sus siglas en inglés) en un editorial en The Guardian: «Quienes mataron en Srebrenica en julio de 1995 creyeron que podían asesinar impunemente. Pensaron que podían borrar la identidad de sus víctimas para siempre. Se equivocaban.»

El 26 de mayo de 2011, el general Ratko Mladic fue detenido y encarcelado en Serbia como imputado por la masacre de Srebrenica. El pasado mes de marzo, otros ocho soldados fueron detenidos acusados de haber participado en los asesinatos.

Mujeres musulmanas bosnias de Srebrenica, rodeadas de fotografías de víctimas del genocidio ocurrido en la ciudad durante la guerra bosnia de 1992 a 1995, miran la retransmisión televisiva del juicio contra Mladic en Tuzla, el 3 de junio de 2011.
Mujeres musulmanas bosnias de Srebrenica, rodeadas de fotografías de víctimas del genocidio ocurrido en la ciudad durante la guerra bosnia de 1992 a 1995, miran la retransmisión televisiva del juicio contra Mladic en Tuzla, el 3 de junio de 2011.

Aún hoy, Srebrenica es objeto de polémica: En noviembre, Rusia vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que reconocía la masacre de Srebrenica como un genocidio. El representante ruso señaló crímenes de guerra en ambos bandos en lo que hoy es Bosnia Herzegovina, y expuso que definir la matanza como un genocidio sería «anti serbio». No obstante, tanto el Tribunal Internacional como numerosos observadores internacionales han definido los asesinatos como parte de un genocidio.

La masacre sigue siendo una herida abierta para la ONU, y también para la totalidad del sistema internacional que representa. En julio de 2014, un tribunal holandés dictaminó que las fuerzas de paz eran responsables de la muerte de 300 personas en Srebrenica, en la sentencia que resolvía una de las diversas causas abiertas en torno a la masacre. Recientes investigaciones basadas en cables de la CIA desclasificados plantean que tanto el Reino Unido como los Estados Unidos tuvieron constancia durante seis semanas de que Srebrenica estaba cerca de ser tomada por las fuerzas serbias, pero decidieron no intervenir por miedo a que la crisis entorpeciera las negociaciones de paz que se estaban produciendo.

Restos humanos descubiertos cerca de Srebrenica en 1997.
Restos humanos descubiertos cerca de Srebrenica en 1997.

La lentitud de la respuesta occidental y el fracaso de la ONU a la hora de evitar la peor matanza ocurrida desde la Segunda Guerra, a pesar de la presencia de fuerzas de paz, plantean cuestiones de calado sobre el modo en que agentes externos deben intervenir en conflictos internos. Srebrenica puso en evidencia a los Estados Unidos y a la OTAN. La fatal desorganización y la falta de determinación de la ONU suscitaron preguntas, aún por responder, sobre qué responsabilidades debería asumir el mundo cuando miles de vidas están peligro.

¿Qué hace falta para que las potencias mundiales intervengan y detengan a quienes atentan contra los derechos humanos antes de que puedan cometer barbaridades como la de Srebrenica? ¿Cuándo tienen que intervenir los agentes internacionales? Y si deciden hacerlo ¿qué responsabilidades morales y políticas están asumiendo? ¿Está obligado un país a acudir al rescate a una población cuando no tiene un foco estratégico o político claro? ¿Se sitúa el imperativo moral de proteger a inocentes por encima de cualquier otra consideración?

20 años después de Srebrenica, sigue sin existir una respuesta clara.

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