Por qué deberíamos preocuparnos en España por el fin de la neutralidad de la red en Estados Unidos

Utilizando un ordenador portátil

La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos dio el pasado jueves un paso crucial para eliminar la neutralidad de la red, protegida desde 2015 por la Administración Obama, en una medida que amenaza con transformar para siempre cómo entendemos internet.

Hasta ahora, todos los operadores de telecomunicaciones como Comcast, Verizon o AT&T debían ofrecer el mismo trato a sus usuarios: nada de bloquear el acceso a ciertas webs y por supuesto ni hablar de ralentizar el tráfico de determinados servicios sobre otros. 

La votación de la FCC, bajo control republicano, borra esa salvaguarda que pretendía evitar la discriminación. A partir de ahora los operadores, como dueños de la infraestructura por la que pasa todo el tráfico de internet, tienen capacidad para determinar de qué manera tienen que "circular" sus usuarios.

¿Qué significa la neutralidad de la red?

La mayoría de expertos lo entienden como la ausencia total de discriminación en la medida en que los proveedores de internet no tienen potestad para bloquear, acelerar o frenar ningún contenido basándose en quién es el dueño, de dónde viene o hacia dónde va. De esta manera cualquier web puede llegar a todo el mundo por igual, y su fin significaría un grave riesgo para la libertad de información.

En otras palabras, ahora mismo cualquiera que tenga una conexión a Internet tiene el derecho para circular por una autopista de infinitos carriles con total libertad para dirigirse a donde prefiera sin que una vía tenga limitación de velocidad. Ese concepto, sin embargo, tiene algunos matices.

A nivel de redes inalámbricas el tratamiento por igual de todo el tráfico puede congestionar la red y, por tanto, interferir el buen funcionamiento de algunos servicios. Esta idea resulta fundamental con la eclosión del 5G: no puede ser igual de importante el tráfico del monitor cardíaco de un hospital que el de un vídeo de gatitos en YouTube.

Por eso algunos puntualizan que la neutralidad de la red se basa en garantizar la igualdad de los contenidos del mismo tipo. "Si tenemos un contenido como un vídeo queremos asegurarnos de que el operador no favorece un vídeo [o una plataforma de vídeo] sobre otra", ha explicado en más de una ocasión Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google.

De esta manera los operadores -o el propio esquema de red- sí pueden llegar a priorizar un tipo de tráfico sobre otro, especialmente si hablamos de servicios críticos que necesiten una alta estabilidad. Como, por ejemplo, podría ser el caso de los coches autónomos.

Consecuencias en España

El cambio en Estados Unidos no debería afectar a España, al menos a corto plazo. En junio de 2015 la Unión Europea aprobó una normativa que obliga a que en todos sus Estados miembro el tráfico que circula por la red debe ser tratado de manera igualitaria, independientemente del contenido, la aplicación o el servicio, el receptor o el emisor de la información.

De hecho, solo unas horas después de la decisión de la FCC, la Comisión Europea ha salido a recordar a todos sus ciudadanos que la neutralidad de la red está garantizada a este lado del Atlántico.

Claro que no conviene perder la perspectiva: buena parte de los operadores que prestan servicio en Europa son los mismos (o pertenecen a las mismas corporaciones) que en Estados Unidos. Allí se han pasado años presionando a distintas autoridades para llevar a cabo esta desregulación, ¿quién sabe si ahora podrían pasar al ataque en Europa?

Las operadoras pasan a tener el control sobre la Red en Estados Unidos, lo que podría afectar desde ya a la relación con muchos de los servicios que utilizamos en todo el mundo como Facebook o Google, que quizás tengan que sentarse con las operadoras a negociar un pago para que los usuarios puedan acceder a sus servicios libremente como hasta ahora. Y esos cambios podrían acabar repercutiendo en el resto del planeta a medio plazo.

A pesar de contar con ciertas garantías a nivel comunitario, el mundo real demuestra que la neutralidad de la red no es ni mucho menos total en Europa. En la actualidad varias operadoras de telefonía móvil se valen de una pequeña laguna legal para ofrecer un servicio que muchos entienden como el primer paso contra el internet libre.

Más cerca de lo que piensas

La tasa cero (zero-rating en inglés) permite a estas compañías ofrecer a sus usuarios bonos de tráfico ilimitado en determinadas aplicaciones o servicios, de manera que su uso no cuente para el consumo de los megas contratados en la tarifa. Sucede en varios países, entre ellos España: con Vodafone Pass es posible navegar de manera ilimitada por plataformas de vídeo en streaming, por redes sociales, en aplicaciones de música o servicios de mapas.

Algo similar sucede con Orange, que "regala" a sus usuarios hasta 2 GB gratuitos para disfrutar de sus servicio de televisión online a través de dispositivos móviles, una promoción que claramente prioriza su plataforma sobre el resto de las existentes. 

Tampoco parece estar muy en consonancia con la neutralidad de la red ofrecer a los usuarios que todo los datos consumidos a través de WhatsApp se consideren gratuitos y, por tanto, se excluyan de la tarifa contratada; esa decisión no hace sino incentivar el dominio del mercado de ese servicio.

Y tampoco escapa a la polémica Movistar, que ha sido acusada en multitud de ocasiones de ralentizar a propósito el tráfico de Netflix para reforzar su propia plataforma de contenidos a la carta.

¿Qué consecuencias puede tener el fin de la neutralidad de la red? Repasamos cinco efectos que comenzarán a verse pronto en Estados Unidos y que, quizás, acabaremos viendo en Europa antes de lo que pensamos.

Las operadoras podrán bloquear webs

Prohibido acceso

Una de las primeras consecuencias del fin de la neutralidad de la red sería tan drástica como el bloqueo de ciertas webs y servicios, que dejarían de ser accesibles para los usuarios en cuanto así lo decidan los operadores de telecomunicaciones, sin necesidad de que intervengan los órganos judiciales o el gobierno de un país.

La medida podría ser utilizada para intentar cerrar los servicios que se basan en la red entre pares (P2P, por sus siglas en inglés) como BitTorrent o para entorpecer el uso de sistemas de redes privadas virtuales (VPN o TOR).

Dejar en manos de los operadores qué webs o servicios pueden ser accesibles para los usuarios entraña graves riesgos para la libertad de expresión, un derecho con el que previsiblemente entraría en conflicto en muchos países, incluyendo Estados Unidos.

Internet tendrá dos velocidades: una para ricos y otra para pobres

Internet dos velocidades

La eliminación de la neutralidad de la red amenaza con romper el esquema tradicional de internet. De esta manera, los operadores de telecomunicaciones -dueños de la infraestructura por la que pasa el tráfico- podrían comenzar a discriminar la velocidad de conexión a ciertas webs o servicios, llegando hasta el extremo de poder imponer peajes tanto a los usuarios como a los proveedores de contenidos.

A día de hoy los operadores pueden ofrecer tarifas de internet basadas en una velocidad máxima de conexión, pero no tienen autorización -aunque se sospeche que más de una lo haga- para ralentizar esa velocidad en determinadas webs o servicios.

¿Qué podría significar esto? Los operadores tendrían vía libre para priorizar el tráfico que más les pudiera interesar y entorpecer el de los servicios de la competencia: nadie quiere entrar a una web o a una plataforma de vídeos en la que los contenidos tarden en cargarse varios minutos.

En la práctica, podríamos ver que algunos operadores ralentizan la velocidad de acceso a servicios como Netflix para priorizar sus propias plataformas de streaming o, por ejemplo, intentan entorpecer el tráfico que suponen las partidas de videojuegos online para descongestionar su propia red.

Te tocará pagar más para poder disfrutar de todo lo que haces hoy

Paquetes Neutralidad Red

De la misma manera es probable que las operadores de comunicaciones empiecen a "paquetizar" la conexión a internet de los usuarios de la misma manera que lo han hecho las plataformas de televisión de pago durante las últimas décadas, ofreciendo al usuario acceso a diferentes canales o contenidos (series, deportes, música...) a cambio de elevar su tarifa mensual.

Nos enfrentaríamos a un futuro en el que contaríamos con un acceso básico muy limitado al que tendríamos que ir añadiendo "extras" en función de lo que queramos utilizar. Los operadores podrían obligarnos a pagar por poder disfrutar de plataformas de música, por jugar online, o por entrar a nuestras redes sociales favoritas. Y evidentemente, eso se traduciría en coste más elevado a final de mes.

En algunos casos los usuarios podrían verse obligados a pagar dos veces por el acceso a ciertos servicios. Por un lado al operador para tener acceso (sea Netflix, YouTube o Spotify) y, por otro, a la propia plataforma de contenidos como sucede hasta ahora.


 

Será un golpe mortal a la innovación

Spotify

La ralentización de una página web puede llegar a que su base de usuarios huya a otro lado por la frustración que supone esperar más de la cuenta. Y sin visitantes la captación de ingresos se hace más difícil, lo que a largo plazo puede significar la desaparición

Con esa baza podrían jugar las operadoras para imponer una tasa a todo aquel que quiera que su página web, negocio, aplicación o servicio pueda ser accesible para los usuarios. Y evidentemente, no todo el mundo podría hacer el frente a ese pago.

La igualdad de oportunidades es crucial para la innovación, un motor para la transformación de internet y también de nuestras vidas. Sin neutralidad de la red quizás no hubieran nacido servicios como Skype o Viber, que han ayudado a rebajar o eliminar las abusivas tarifas telefónicas de llamadas internacionales; WhatsApp o Telegram, que nos permiten comunicarnos en todo momento de manera gratuita; o Spotify o SoundCloud, que ha servido para rebajar drásticamente el precio que pagamos por la música.

La libertad de información, más en peligro que nunca

Fake News

Las noticias falsas y la desinformación se han convertido en una de las mayores amenazas para las democracias modernas. El fin de la neutralidad de la red no ayudaría a resolver el problema sino, mas bien, todo lo contrario.

Al tener la capacidad de ralentizar o incluso vetar el acceso a cualquier página web, los operadores de telecomunicaciones tendrían ipso facto la capacidad para decidir cómo nos podemos informar.

Una nueva forma de censura que podría tener base ideológica pero a la vez serviría a intereses comerciales ya que más de una de estas grandes empresas además de ofrecer servicios de acceso a internet tienen estrechos vínculos con determinadas publicaciones.

Las tarifas de datos ilimitadas pueden ser un arma de doble filo

Smartphone Mundo digital

¿Quién está entonces en contra de la neutralidad de la red? Algunos operadores defienden que el actual esquema les perjudica ya que tienen que soportar los costes de conexión y el tráfico de cada usuario, mientras que los proveedores de contenidos explotan su infraestructura para hacer negocio.

La cuestión en este punto pasa por quién debería asumir ese “peaje”, ya que algunos defienden que debería ser el usuario y otros que los operadores deberían repartirse los costes con los proveedores de servicios.

Esta segunda opción, en el mejor de los casos, podría significar el fin de las limitaciones de megas en las tarifas móviles. Tendríamos tráfico ilimitado, algo que suena especialmente interesante con la llegada del 5G, aunque probablemente tendríamos que pagar por los servicios que queramos utilizar.

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