Las ranas congelan su cuerpo y los ornitorrincos detectan campos eléctricos: 10 formas increíbles con las que los animales sobreviven en ambientes hostiles

Desde el gélido fondo del océano hasta el abrasador desierto, los animales viven en algunos de los climas más hostiles del planeta. Durante millones de años, muchos han adaptado características para vivir en todo tipo de entornos. 

El camuflaje que cambia de color, el aleteo de las orejas y las bacterias que matan toxinas son sólo algunos de los mecanismos que utilizan los animales para sobrevivir. 

Las ranas arbóreas congelan su cuerpo

Para sobrevivir al invierno, más del 60% del cuerpo de las ranas arbóreas de Alaska se congela. Además, dejan de respirar y sus corazones dejan de latir. Esto les permite sobrevivir a temperaturas tan bajas como 3,2 grados Fahrenheit. En primavera se descongelan.

Para alcanzar este estado semicongelado, las ranas acumulan altas concentraciones de glucosa (hasta 10 veces la cantidad normal) en sus órganos y tejidos. 

El azúcar actúa como "crioprotector", evitando que se formen cristales de hielo en las células, que pueden perforar los vasos sanguíneos y dañar el tejido. Durante su hibernación, las ranas no orinan, sino que utilizan la urea como protección adicional contra el hielo. 

Las ratas canguro sobreviven con muy poca agua

Las ratas canguro, conocidas como Dipodomys merriami, se han adaptado para sobrevivir en el árido desierto. Estos animales obtienen toda la humedad que necesitan de los frijoles de mezquite y semillas de pasto que comen. 

Cada gramo de semillas aporta medio gramo de agua. Los riñones de las ratas producen orina muy concentrada, lo que les ayuda a conservar el agua en su cuerpo. Durante los meses más calurosos y secos, cuando las ratas canguro necesitan más agua, la obtienen comiendo insectos y vegetación. 

Estos bichos también tienen un oído increíble y pueden saltar hasta 9 pies, lo que les ayuda a evitar búhos, serpientes y otros depredadores. Crear madrigueras en el suelo les permite almacenar semillas, de las que luego absorben más humedad para soportar mejor las elevadas temperaturas. 

Los peces antárticos tienen proteínas anticongelantes en la sangre

Los peces nototenioides fabrican sus propias proteínas "anticongelantes" para sobrevivir en las gélidas aguas que rodean la Antártida. A temperaturas de unos 28 grados Fahrenheit, el agua está demasiado fría para la mayoría de los peces. 

Las proteínas anticongelantes se unen a los cristales de hielo en la sangre, evitando que crezcan y dañen los tejidos y las células. Los científicos creen que esos cristales luego llegan al bazo del pez, donde se almacenan hasta que puedan derretirse de manera segura. 

Esta extraordinaria adaptación ayuda a explicar por qué estos peces constituyen el 90% de la biomasa íctica de la región. 

Los científicos han investigado estas proteínas para resolver problemas tan diversos como evitar que el helado se queme en el congelador hasta mantener los órganos donados fríos durante el transporte.

Algunas ranas crean moco para sobrevivir a la estación seca

Las ranas que viven en climas con estaciones secas o sequías necesitan proteger su piel cuando no hay mucha humedad en el ambiente. Algunas especies australianas excavan en el suelo y se cubren con capas de piel desecha y secreciones glandulares como mocos.

La rana Cyclorana Australis pasa los primeros meses de la estación seca en una madriguera de entre 1 y 3 pulgadas de profundidad. A medida que el ambiente se vuelve más árido, comienza a desarrollar su capullo. Incluso antes de desarrollar sus capullos, las ranas almacenan el exceso de agua en sus vejigas. 

Los investigadores sacaron ranas australis de sus madrigueras entre los dos y cuatro meses y las pesaron. Su aumento de peso, hasta el 136% de su masa corporal, sugiere que retienen una elevada cantidad de agua para ayudar a prevenir la deshidratación o la desecación.  

Cuando vuelven las lluvias, la rana emerge, normalmente después de pasar unos seis meses bajo tierra.   

Las sepias se camuflan en su entorno

Las sepias tienen la asombrosa capacidad de cambiar su color y textura para mezclarse con su entorno. Aunque este animal es daltónico, puede detectar diferentes longitudes de onda de luz y luego imitar su entorno. 

Las sepias contraen o relajan los músculos alrededor de las células pigmentadas de la piel, llamados cromatóforos, lo que les permite cambiar su apariencia entre el amarillo, el rojo, el negro o el marrón. 

Según algunas estimaciones, una sepia tiene alrededor de 10 millones de estas células cutáneas, controladas individualmente por neuronas. El animal puede crear patrones como puntos y rayas manipulando qué células enciende y apaga. El funcionamiento es muy similar a un televisor 4K, que tiene más de 8 millones de píxeles. 

La piel de algunas sepias también tiene papilas, que se expanden como globos para parecer rígidas, como el coral. Esta característica, unida a la capacidad para jugar con sus colores, permite a las sepias evadir a los depredadores y acercarse sigilosamente a sus presas. 

Los gusanos tubícolas crecen en una mezcla de magma y agua de mar helada

Los científicos alguna vez pensaron que el fondo del océano profundo estaba vacío de vida. Sin embargo, encontraron en 1977 unos gusanos tubulares gigantes conocidos como Riftia pachyptila que vivían a lo largo del Rift de Galápagos, a 1,5 millas bajo la superficie. Estos invertebrados viven en fuentes hidrotermales donde el agua de mar helada se mezcla con magma. 

Los gusanos tubulares están rodeados de oscuridad y el oxígeno escasea a esas profundidades. Los animales viven junto al fluido hidrotermal que emana agua caliente llena de compuestos disueltos. Con sus partes superiores, los gusanos llegan al agua de mar oxigenada. 

Alcanzan longitudes de más de 6 pies y no tienen sistema digestivo. Los largos tubos blancos terminan en penachos rojos debido a la alta concentración de hemoglobina. Estas columnas actúan de manera similar a las branquias: controlan el oxígeno circulante, el sulfuro de hidrógeno y el dióxido de carbono. 

Dentro de los gusanos tubulares, las bacterias quimiosintéticas viven simbióticamente, oxidando el sulfuro de hidrógeno tóxico en carbohidratos y proteínas que los alimentan a ellos mismos y a los gusanos. Las bacterias desintoxican el sulfuro y, a cambio, se instalan dentro del gusano. 

Los okapi tienen glándulas odoríferas en sus pies para marcar su territorio

El okapi, conocido como Okapia johnstoni, es una combinación de jirafa y cebra. Sin embargo, mide 5 pies y es mucho más pequeño que sus parientes. El animal vive en la República Democrática del Congo, donde las temperaturas son extremas y acechan depredadores como los leopardos.

Para sobrevivir, los okapi tienen varias adaptaciones clave: su pelaje les ayuda a camuflarse en la selva tropical y las glándulas odoríferas de sus patas esparcen una sustancia parecida al alquitrán para marcar su territorio. 

Con sus orejas grandes, pueden captar sonidos suaves. Los rumiantes utilizan ondas infrasónicas de baja frecuencia para comunicarse con sus crías sin alertar a los depredadores. Además, su lengua de 12 a 18 pulgadas les ayuda a arrancar ramas de los árboles, lavarse los ojos y los oídos.

El pez globo puede inflarse hasta más del doble de su tamaño original

Puede resultar difícil para los peces que nadan lentamente escapar de los depredadores. Por ello, el pez globo tiene estómagos elásticos que infla con agua si se siente amenazado. Este animal puede hincharse hasta más del doble de su tamaño original.

Algunas especies de pez globo tienen espinas en lugar de escamas que aparecen cuando inhalan para parecer más amenazantes. Otras veces, se expanden sólo para estirar sus músculos. 

Además, la mayoría de los peces globo producen una neurotoxina llamada tetrodotoxina que puede provocar parálisis y convulsiones. En algunos casos, consumir un pez globo puede provocar la muerte, de hecho, todos los años mueren personas por comer fugu, un plato elaborado con pescado.

Los elefantes africanos usan sus orejas para refrescarse

Las orejas de los elefantes africanos son las más grandes de cualquier animal y actúan como un mecanismo de enfriamiento incorporado: pueden crear una brisa agitándolas.  

El elefante africano tiene dos subespecies, la de sabana (Loxodonta africana) y la de bosque (Loxodonta cyclotis). Muchos elefantes de sabana viven en pastizales del África subsahariana, pero algunos están adaptados a ambientes desérticos. 

Los elefantes beben decenas de litros de agua al día, que muchos se evaporan en sudor. Los oídos tienen una red de vasos sanguíneos que pueden dilatarse para bombear hasta 12 litros de sangre por minuto. El aumento del flujo sanguíneo ayuda a los paquidermos a emitir más calor.

El pelaje de la mayoría de los mamíferos retiene el calor, pero el pelo de los elefantes lo aleja. El agua también puede mantener frescos a los elefantes. Un estudio de 2014 sugiere que pueden detectar sonidos de baja frecuencia de tormentas eléctricas a una distancia de hasta 150 millas. 

No son sólo sus oídos les ayudan a comunicarse. Los elefantes pueden captar las vibraciones emitidas por otros rebaños de animales a través de sus pies. 

El ornitorrinco utiliza electrorreceptores en su pico para detectar a sus presas

Conocidos por su extraña combinación de características entre aves, colas estilo castor y su reproducción mediante huevos, los ornitorrincos son mamíferos endémicos de Australia. Estos animales se sumergen hasta el fondo de ríos o arroyos en busca de alimento como crustáceos, gusanos y larvas de insectos. 

Cuando está bajo el agua, el ornitorrinco cierra los ojos, los oídos y la nariz. Para cazar, confía en su pico, que tiene células receptoras que detectan cambios físicos y eléctricos cuando su presa se mueve. 

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