Colombia trata de erradicar el comercio de cocaína, pero los agricultores confían en él

Los dedos vendados de un "raspachín", un trabajador que recolecta hojas de coca, durante la cosecha en una pequeña plantación en Guayabero (provincia de Guaviare, Colombia).
Los dedos vendados de un "raspachín", un trabajador que recolecta hojas de coca, durante la cosecha en una pequeña plantación en Guayabero (provincia de Guaviare, Colombia).
  • Colombia, que está trabajando duro para superar un conflicto civil que ha durado décadas, también se enfrenta a un incremento en la producción de cocaína en el país.
  • El gobierno ha tratado de proporcionar alternativas para los agricultores, pero los esfuerzos no son suficientes.
  • Los agricultores interesados en abandonar el narcotráfico también están ahora expuestos a los grupos criminales que buscan tener influencia.

Después de que el cultivo de cocaína en Colombia cayese en picado en 2012, el ingrediente base de la cocaína se incrementó en un 134% entre 2013 y 2016, según informaron las autoridades estadounidenses a finales del año pasado.

Solamente en 2016 se registró un aumento del 52% en el área cultivada con coca, que pasó de 960 kilómetros cuadrados en 2015 a 1.460 kilómetros cuadrados, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). La producción potencial de cocaína aumentó un 34%, pasó de 712 toneladas en 2015 a 954 toneladas un año después.

La cantidad de cocaína incautada en el país también aumentó casi en un 50%, según la ONUDD, de 253.591 kilos en 2015 a 378.260 kilos en 2016. Esto fue acompañado por un aumento del 26% en el número de laboratorios ilegales de cocaína desmantelados, de 3.827 en 2015 a 4.842 el año siguiente. (Las cantidades reales son probablemente mucho más altas que las de las cifras oficiales.)

Colombia ha tenido que enfrentarse a las presiones por parte de EE.UU. para tomar medidas drásticas contra esa oleada, pero hubo una variedad de factores que la impulsaron hasta 2016, cuando el gobierno firmó un acuerdo de paz con el grupo rebelde de izquierda Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Bajo dicho acuerdo, el gobierno ha implementado programas de sustitución de cultivos y de desarrollo alternativo para alejar a los campesinos de la coca.

Un agricultor colombiano rocía cemento sobre hojas de coca trituradas para hacer pasta de coca en Antioquia (Colombia), el 7 de enero de 2016.
Un agricultor colombiano rocía cemento sobre hojas de coca trituradas para hacer pasta de coca en Antioquia (Colombia), el 7 de enero de 2016.

Pero la falta de recursos ha obstaculizado la implementación de esos programas, y en lugar de una alternativa, los productores colombianos han seguido adelante con el único cultivo que pueden cosechar de manera rentable.

"Creo que lo que realmente sucedió es que el gobierno dejó de fumigar, lo cual fue un factor importante", dijo Adam Isacson, director de supervisión de defensa de la Oficina en Washington para América Latina. "También se redujo considerablemente la erradicación manual, y no estuvo presente en las áreas más marginadas del país, donde el cultivo ha sido más intenso", declaró Isacson a Business Insider.

Isacson, que pasó un mes sobre el terreno en Colombia en febrero, señaló al Putumayo, un departamento situado en la frontera sur de Colombia.

"Esa zona limítrofe con Ecuador es tierra de nadie, y no se ha visto erradicar plantaciones ni ha pasado por allí un funcionario de desarrollo, lo mismo sucede para la mayor parte del Catatumbo", dijo a Business Insider, refiriéndose a una región en el noroccidental departamento colombiano de Norte de Santander, donde el cultivo también es importante.

"Así que si es tierra de nadie y ves que tu vecino lleva dos años cultivando arbustos de coca que le llegan a la altura de la cintura y que nadie se ha metido con él, probablemente te sientas tentado a cultivarlos tú mismo", dijo Isacson.

Los esfuerzos para lograr que los agricultores cultiven otros tipo de plantaciones han fracasado porque no son económicamente viables, y esto es debido en parte a que llevar esos cultivos al mercado desde zonas rurales y aisladas consume el margen de beneficio.

Un policía antidrogas escolta a los trabajadores durante una operación de erradicación en una plantación de hojas de coca cerca de San Miguel, al sur de la provincia del Putumayo, el 15 de agosto de 2012.
Un policía antidrogas escolta a los trabajadores durante una operación de erradicación en una plantación de hojas de coca cerca de San Miguel, al sur de la provincia del Putumayo, el 15 de agosto de 2012.

"Probablemente, a menudo se gana más con casi cualquier otro cultivo, pero el tipo de cultivo va variando. A veces es la coca. A veces... otro cultivo puede cotizar mejor que la coca, pero la coca nunca baja", dijo Isacson a Business Insider. "Es sólo que este precio siempre está por encima de la media. Es como una póliza de seguro para ellos".

"El gobierno ha intentado desarrollar cultivos alternativos, pero nunca han funcionado, porque la producción del árbol del pan, plátanos y otros cultivos no está próxima a alcanzar los precios de la coca", dijo Mike Vigil, ex jefe de operaciones internacionales de la Dirección de Lucha contra las Drogas de Estados Unidos.

El valor de la coca aumenta drásticamente a medida que se refina y se desplaza hacia los mercados de consumo.

La tonelada de hoja de coca fresca necesaria para producir un kilo de cocaína cuesta unos pocos cientos de dólares en Colombia. Después de ser procesado y convertido, ese kilo puede alcanzar los 30.000 dólares (unos 24.300 euros) o más en los Estados Unidos. En la calle, una vez que ese kilo se ha cortado en gramos añadiendo rellenos, su valor total puede superar los 100.000 dólares (aproximadamente 81.140 euros). (Aunque no todo ese dinero vuelve a su cauce.)

"El cultivo de coca siempre ha sido el producto más comercializable y el más caro en el que se han involucrado los grupos criminales, porque realmente ningún otro mueve el mismo dinero", dijo Vigil, quien trabajó sobre el terreno en Colombia mientras estaba en la DEA, a Business Insider.

Sin embargo, eso no necesariamente se traduce en una bendición para los agricultores. Los traficantes y los grupos delictivos, que son los principales compradores, tienen un control excesivo sobre los puntos de venta, que a menudo dictan el precio.

Un miembro de una brigada antinarcóticos frente a una cabaña en llamas durante una redada para destruir un laboratorio de coca cerca de Tumaco, región situada en el sur de Colombia, el 8 de junio de 2008.
Un miembro de una brigada antinarcóticos frente a una cabaña en llamas durante una redada para destruir un laboratorio de coca cerca de Tumaco, región situada en el sur de Colombia, el 8 de junio de 2008.

"Los campesinos realmente no tienen voz, porque tienen que ser capaces de vender la cocaína que producen", dijo Vigil. "Si no aceptan los precios de las principales organizaciones de narcotráfico, van a seguir adelante con el negocio, siempre hay alguien más a quien se lo pueden comprar."

El gobierno colombiano también ha dejado a los agricultores en una situación de vulnerabilidad, siguiendo adelante con la erradicación manual, que ha superado ampliamente la construcción de carreteras e infraestructuras que impulsaría un tipo de desarrollo alternativo y la producción de otros cultivos, esto ha sido consecuencia en parte de la recesión económica que ha afectado al presupuesto del gobierno.

Y mientras que casi 30.000 familias reciben ahora beneficios del Programa Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos de Colombia, eso supone únicamente alrededor de una cuarta parte para las familias que han firmado convenios colectivos, lo cual es sólo el primer paso en un largo proceso para obtener ayuda.

Debido a la falta de apoyo estatal, los agricultores interesados en abandonar el comercio de la coca a menudo están expuestos a los disidentes de las FARC y a otros grupos criminales, que se han apresurado a llenar el vacío dejado por la extinción del grupo paramilitar que quieren que los agricultores continúen cultivando arbustos de coca.

"No tienen dinero para apoyarnos, y la presión para continuar [cultivando coca] es feroz", dijo a finales de 2016 un líder comunitario en el aislado municipio sudoccidental de Tumaco —el centro mundial de la cocaína—,  tras un enfrentamiento mortal entre las fuerzas de seguridad del Estado y los campesinos que protestaban por los esfuerzos para destruir su coca.

En enero, el gobierno colombiano envió 2.000 soldados a Tumaco para contener la violencia.

"Lo que hemos visto —que ha sucedido en Norte de Santander [y] en el Putumayo hasta cierto punto también— es a gente firmando los programas de sustitución de cultivos [y] siendo amenazada o asesinada por... abandonarlos".
 

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