Una pareja encontró una casa abandonada de 96 años en la campiña japonesa y la convirtió en un Airbnb

Amanda Goh
| Traducido por: 
The exterior of the restored ryokan.
Daisuke/Yui Valley
  • Daisuke Kajiyama y su difunta esposa, Hila, pasaron 2 años restaurando una casa tradicional japonesa abandonada.
  • La pareja convirtió la casa de madera de 96 años en una pintoresca casa de huéspedes en Shizuoka.
  • La casa se puede alquilar en Airbnb, donde los precios por noche comienzan en 113 euros.

Tras 7 años viajando por todo el mundo, Daisuke Kajiyama decidió que quería volver a su ciudad natal para abrir una casa de huéspedes con su difunta esposa Hila.

Daisuke y su difunta esposa, Hila, en su casa tradicional japonesa.
Daisuke y su difunta esposa, Hila, en su casa tradicional japonesa.Daisuke/Yui Valley

"Ella es de Israel, pero nos conocimos en Nepal", cuenta Kajiyama, de 40 años, a Business Insider. "Y vinimos juntos a Japón".

Aunque Kajiyama es japonés, abandonó el país justo después de graduarse en la universidad para viajar y trabajar en lugares lejanos como Portugal, Tailandia y Canadá, entre muchos otros. 

Hacía años que no regresaba a Tamatori, un encantador pueblo rodeado de bosques de bambú y arrozales en Shizuoka.

"No sabíamos cómo sería, así que era un misterio para ambos", comenta Kajiyama. "Llevaba tanto tiempo fuera que ni siquiera me parecía que fuera mi país".

Kajiyama siempre supo que quería que su casa de huéspedes fuera una casa tradicional japonesa, pero encontrar la adecuada para arreglarla no fue fácil.

Exterior de la casa tradicional abandonada que Kajiyama acabó renovando.
Exterior de la casa tradicional abandonada que Kajiyama acabó renovando.Daisuke/Yui Valley

"La mayoría pasan de generación en generación: son como reliquias familiares", afirma Kajiyama. "Y yo era un extraño para estas familias, con pelo largo y bigote, así que no me resultó fácil encontrarlas".

Aunque no hubiera nadie viviendo en las casas, muchas familias utilizan el espacio como almacén extra y son reacias a venderlas, añade. Fue entonces cuando se le ocurrió buscar una casa tradicional abandonada.

Un día, mientras paseaba por el barrio, una abuela local se detuvo para ayudarle en su búsqueda.

Le señaló 2 edificios cercanos que estaban uno al lado del otro –una antigua fábrica de té verde y la casa de un viejo granjero– y le señaló que estaban vacíos.

"Pensé que tal vez había una oportunidad de conseguirlos", relata Kajiyama.

Cuando Kajiyama consiguió por fin ponerse en contacto con el propietario, se encontró con mucho escepticismo. El propietario creía que las estructuras se habían deteriorado tanto que no eran habitables.

Todo en la casa estaba como el día en que se fueron los anteriores propietarios.
Todo en la casa estaba como el día en que se fueron los anteriores propietarios.Daisuke/Yui Valley

"Pero no dijo que no, así que pensé que tenía una oportunidad", afirma Kajiyama. "Durante el mes siguiente, seguí viniendo a ver la casa mientras negociaba con el propietario".

Al final, Kajiyama lo consiguió: la fábrica de té verde y la antigua casa del granjero eran suyas. La antigua fábrica sería su hogar, mientras que la casa del granjero de al lado se convertiría en la casa de huéspedes.

Vivir dentro de un castillo del siglo X y anunciarlo en Airbnb para que su historia perdure: el día a día de esta pareja de anfitriones que ingresa de 50.000 a 80.000 euros al año

Las propiedades siguen perteneciendo al propietario original, pero Kajiyama no paga alquiler.

"El trato consistía en que yo mismo tenía que asumir toda la responsabilidad de la casa", detalla Kajiyama. Eso incluye los gastos de restauración de los edificios.

Este acuerdo entre él y el propietario refleja las prácticas culturales de la zona, afirma Kajiyama.

"No se trata de negocios. No se trata de dinero", asegura. "En muchas casas abandonadas, mientras alguien se ocupe de ellas, la familia será feliz".

Kajiyama dice que su relación con el propietario es buena, y que confían el uno en el otro para mantener el acuerdo incluso sin ninguna transacción financiera.

Las casas abandonadas son una imagen común en el campo japonés, a medida que las nuevas generaciones se alejan de sus pueblos en favor de la ciudad, explica Kajiyama.

The interiors of the Ryokan.
Daisuke/Yui Valley

Pero estos hijos tienen la responsabilidad de cuidar de sus padres ancianos, así que se los llevan a la ciudad, dejando sus casas del campo vacías, relata Kajiyama. Esto fue también lo que ocurrió con la casa abandonada de la que se hizo cargo.

Con el tiempo, estas propiedades se deterioran porque las familias carecen de fondos y tiempo para mantenerlas, afirma.

Como informaron Lina Batarags y Cheryl Teh de Business Insider en 2021, estas casas abandonadas acaban creando "pueblos fantasma" en las comunidades rurales, sobre todo en los últimos años.

La alternativa a dejar la casa vacía es demolerla, indica Kajiyama.

"En la cultura japonesa existe la creencia de que si tienes una casa vieja que no cuidas, tendrás mala suerte para la siguiente", explica. "Por eso, algunas personas optan por deshacerse por completo de las casas abandonadas".

Pero los planes de Kajiyama eran ambiciosos. Nadie había vivido en la casa durante 7 años, y todo se había dejado tal y como estaba el día que se abandonó.

Incluso había restos de comida en la nevera.
Incluso había restos de comida en la nevera.Daisuke/Yui Valley

"Todo lo que quedaba en la mesa seguía allí, e incluso había comida en la nevera", asegura Kajiyama. 

Lo más difícil fue limpiar el lugar antes de empezar las obras de renovación.

"La fase de limpieza no fue fácil, porque había que separar toda la basura y me costó mucha energía", explica Kajiyama.

A pesar del aspecto destartalado de la casa, las estructuras de madera son completamente originales, añade.

 

"La casa tiene un ambiente completamente distinto", apunta. "Es una casa de granjero muy sencilla. Pero lo bueno es que no la renovaron en absoluto".

A lo largo de los 96 años de historia de la casa, no se ha cambiado ni una sola cosa, afirma.

Kajiyama no es carpintero profesional, pero asegura que tiene algo de experiencia en la construcción gracias a los trabajos esporádicos que hizo mientras viajaba como mochilero.

El baño original de la casa de huéspedes.
El baño original de la casa de huéspedes.Daisuke/Yui Valley

"Ya tenía la idea de abrir una casa de huéspedes mientras viajaba, así que me centré en trabajos relacionados con los planes que tenía, como la agricultura y la construcción de tejados", comenta Kajiyama.

También utilizó el programa de vacaciones laborales de Japón para encontrar mano de obra extra cuando la necesitaba.

"La gente que viaja a Japón con este programa me ayuda a arreglar mi casa a cambio de comida y alojamiento gratis", indica Kajiyama.

Con un presupuesto ajustado, Kajiyama decidió reutilizar los muebles que pudo de la casa original.

The exterior of the Ryokan and a densely-overgrown yard.
Daisuke/Yui Valley

"Las cosas que no necesito, las tiro, y las que creo que debo conservar, las guardo", explica Kajiyama.

También reutilizó materiales de otras casas abandonadas que iban a ser demolidas.

"No tenía mucho dinero, así que normalmente buscaba otra casa tradicional. Antes de que derribaran la casa, les sacaba madera vieja, puertas y ventanas", comenta Kajiyama. 

Kajyama y su difunta esposa empezaron a trabajar en la casa abandonada en 2012, y tardaron unos 2 años en completar la restauración.

The exterior of the restored ryokan.
Daisuke/Yui Valley

La casa de huéspedes tiene 85 metros cuadrados, según Kajiyama. Es una estructura de madera ligeramente elevada del suelo, con puertas correderas de papel y suelos de tatami.

Kajiyama calcula que gastó entre 40.000 y 50.000 dólares (entre 37.000 y 46.500 euros) en todo el proyecto, incluido el arreglo de la casa de huéspedes y la antigua fábrica de té verde donde ahora vive.

"No teníamos retrete. Estaba al aire libre y era como un gran agujero", cuenta Kajiyama. "Costó casi 10.000 dólares (9.300 euros) solo construir los aseos".

La casa de huéspedes de Kajiyama, que tiene 3 dormitorios, se puede alquilar por 113 euros la noche en Airbnb.

The living area of the ryokan after it was restored.
Daisuke/Yui Valley

El hostal, que Kajiyama bautizó como Yui Valley, tiene actualmente una puntuación de 4,97 estrellas en Airbnb, basada en 387 opiniones.

Kajiyama lleva 8 años explotando la casa como Airbnb. Su mujer también participó en las operaciones diarias hasta que falleció de cáncer el año pasado, añade.

Además de gestionar la propiedad y a sus huéspedes, Kajiyama también se dedica al cultivo de bambú.

One of the bedrooms in the ryokan.
Daisuke/Yui Valley

"No sabía que iba a ser agricultor de bambú", apunta Kajiyama. "Cuando pusimos en marcha nuestro Airbnb, era una zona gris en Japón: aún no había normas al respecto".

Kajiyama pensó que necesitaba obtener un permiso para la casa de huéspedes, y la forma más fácil era a través del funcionamiento de una "casa de huéspedes granja", detalla. Menos mal que la región en la que se encontraba tenía muchos bosques de bambú.

"Combiné los 2 negocios, así que ahora cultivo bambú a la vez que dirijo la casa de huéspedes", indica Kajiyama.

Debido a las duras condiciones meteorológicas, la casa de huéspedes permanece cerrada durante el invierno, desde mediados de noviembre hasta finales de marzo.

The kitchen of the restored ryokan.
Daisuke/Yui Valley

Mientras que la mayoría de las casas tradicionales tienen ahora paredes modificadas con mejor aislamiento, Kajiyama optó por conservar la estructura original de su casa de huéspedes. Esto significaba que las paredes no estaban tan bien acolchadas como deberían para soportar el frío.

"Sigo siendo un agricultor de bambú, y solo en invierno podemos cortar los árboles de bambú y tratar el bambú", explica Kajiyama.

Y sigue siendo un ávido viajero, añade: "Quiero irme de vacaciones fuera de Japón, por eso tampoco hago invierno".

Los huéspedes interesados también pueden asistir a un taller de tejido de bambú que Kajiyama organiza al lado.

Daisuke's bamboo studio.
Daisuke/Yui Valley

Algunos de los artículos que los visitantes pueden hacer con bambú son cestas, anillos y posavasos.

Los precios varían según el tipo de artículo, pero oscilan entre 1.000 y 5.000 yenes japoneses por persona, es decir, entre 7 y 35 euros, según la web de Kajiyama, Yui Valley Bamboo.

Los talleres están disponibles para un mínimo de 2 huéspedes y hay que reservar con antelación.

La pensión está situada entre las grandes ciudades de Tokio y Kioto, en la línea Tokaido Shinkansen, una de las rutas de la red de trenes bala de Japón.

A small yard outside of the ryokan.
Daisuke/Yui Valley

La pensión se encuentra en la prefectura de Shizuoka, a una hora de Tokio y a 95 minutos de Kioto en tren bala.

Las rutas de senderismo de la zona conducen a una montaña cercana llamada monte Bikuishi, donde los excursionistas pueden vislumbrar el monte Fuji en la distancia, explica Kajiyama. 

Los huéspedes también pueden darse un chapuzón en el río que hay frente a la casa, añade.

Kajiyama asegura que lo mejor de la casa es su cercanía a la naturaleza.

"Lo que me gusta de la casa tradicional es que el interior y el exterior tienen una hermosa conexión", indica Kajiyama. "Es muy tranquila".

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