Los 3 flecos sueltos de la segunda mano de Zara que amenazan con transformar el gran proyecto verde de Inditex en un mercado persa

Zara

Reuters

  • Zara Pre-Owned, la plataforma de segunda mano de la marca de moda, se activó en España hace poco más de dos semanas.
  • Pese a su incipiente rodaje, no han tardado en salir a la superficie varios flecos sueltos de su estrategia que Inditex debería atajar para blindar su apuesta por la sostenibilidad. 

No son pocas las expectativas que Inditex alberga con Zara Pre-Owned, su servicio de segunda mano, pero han bastado poco más de dos semanas desde su puesta en marcha en España para que emerjan a plena luz unos incipientes flecos sueltos sobre la superficie.

Pese a que el movimiento en pro de la circularidad ya vivió su particular bautizo en Reino Unido y luego Francia, y que además no aterriza solo —se ha lanzado en 13 mercados más—, el efecto sede es implacable y trae consigo una lupa de la que no escapa ni el gigante entre los gigantes. 

Así, la hoja de ruta de la marca estrella del grupo tiene 3 grandes patas: reparación de prendas, venta de ropa de Zara entre usuarias y la donación de artículos antiguos. Todo ello a través de la web, la aplicación móvil y la extensa red de tiendas. 

La plataforma ha comenzado su rodaje, pero si son tres los ejes de su motor, también son tres las fugas que, inevitablemente, amenazan con transformar un proyecto en una suerte de mercado persa alejado de todo precepto por la sostenibilidad. 

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Evitar que la plataforma se asemeje a una reventa de entradas 

"Puede que tengas prendas Zara que ya no quieras usar, pero a que alguien le encantaría darles una nueva vida", reza la web de la plataforma a modo presentación. 

La operativa por parte de Zara es clara, al menos a priori: un equipo de calidad revisa el artículo que el usuario pone a la venta y una vez que el producto haya sido aprobado, se clasifica automáticamente en base a su categoría.

Así, llega el momento de fijar el precio por parte del cliente con total libertad, pese a ello la firma recomienda establecer "un valor justo para el artículo", ya que a este se le añadirá el coste de transporte y el de transacción.

De hecho, al precio fijado por el usuario se le ha de añadir un euro por transacción más el 5% del valor del producto. No obstante, Zara insiste en que ni forma parte de la compra y venta de producto ni de las transacciones entre usuarios. 

Pero es, precisamente, esta autonomía a la hora de fijar precios la que ha generado las primeras dudas. De un primer vistazo a la plataforma, se aprecia en hasta 2 ocasiones un bolso marrón con un precio superior —25 y 29 euros— frente al original que marca Zara: 22,95 euros. 

Bolsos Zara

Zara

Pero no es el único caso a pesar de la recién estrenada funcionalidad. En ella también se puede encontrar unas botas a un precio de 140 euros más los gastos de gestión que debe asumir el comprador. Sin embargo, en Zara no existe calzado de este rango económico.

Este fenómeno, aún embrionario y residual, puede anticipar un problema aún mayor ante la eclosión de productos virales. Una coyuntura que ya se da en Vinted, donde pululan prendas a precios estratosféricos frente a los originales, incluidos algunos de la principal firma de Inditex.

"Dado que hay productos muy demandados, estás provocando que la gente compre y lo intente vender más caro en tu propia web. Es lo más parecido a la reventa de entradas de fútbol", explican fuentes cercanas al grupo gallego.

Romper con la incipiente canibalización de sus productos

Pero la singularidad del precio deriva en otro problema: la canibalización de tus propias prendas. Básicamente porque algunos de estos artículos, como el bolso marrón, está presente en la web como un producto de temporada. 

Un hecho del que, al menos a priori, tiene conocimiento la propia firma, ya que supervisa cada uno de los productos que se destinan a esta compra-venta. Es la propia Zara la que explica que los artículos se ordenan por orden de aprobación y aparecen en la sección New In por un cierto periodo de tiempo. 

"No⁠ deberías de vender el producto que tienes en campaña de temporada", sostienen estas fuentes. En este caso la variable económica implica "pegarse un tiro en el pie". Es, a todas luces, dar alas a la especulación, pero esta vez en detrimento de la propia enseña.

El fenómeno se entiende mejor con el ejemplo de los aclamados abrigos que Zara comercializa de Manteco, una legendaria casa de tejidos italiana especializada en fabricar lanas de alta calidad y proveedor oficial de marcas de lujo. 

De esta forma, se puede adquirir el mismo abrigo casi 30 euros más barato en la plataforma de segunda mano que en la propia web de Zara –129 euros–. La única salvedad es el color; el corte y la calidad son idénticos. 

Abrigo Zara

Zara

Liquidar el fleco suelto de su cometido medioambiental 

Uno de los principales retos del sector textil, admite Inditex, es el de alargar la vida útil de las prendas. Por ello, insiste, han creado una plataforma con la firme intención de extender esta durabilidad. 

Pero aquí nada es fortuito. La inmersión de Inditex llega, además, cuando la Unión Europea tiene la firme intención de que la moda rápida deje de serlo para 2030, lo que choca de bruces contra el fast fashion y, por ende, con el modelo que practica Zara.

El momento de cambiar, además, es ahora: "Las personas y el planeta son más importantes que los beneficios de la industria textil", sostiene el organismo, que defiende la necesidad de que las prendas sean cuanto antes "duraderas, reparables, reutilizables y reciclables". 

Y de hecho, este es el cometido de Zara, que pretende abarcar todas las fases de actividad desde de un punto de vista circular, lo que incluye también servicios de reparación y donación de prendas. 

Ambas funcionalidades, sin embargo, esconden letra pequeña porque además de valerse de toda su red de tiendas, se ofrecen como un servicio a domicilio —tanto para la recogida de ropa donada como para la entrega de las reparadas—.

"No hay entrega sostenible. No están optimizadas", subraya Gema Gómez, que lidera la batalla contra la ropa de usar y tirar como fundadora de Slow Fashion Next. "Tenemos ante nosotros un plan para ser más sostenible y tenemos a camiones de menos de 4 toneladas, que son los que más emisiones emiten, rodando por nuestra ciudad para recogernos prendas en la puerta de casa", critica. 

Gómez apunta directamente al servicio de segunda mano: "Es como decir ya no me conformo con el negocio que he hecho hasta ahora, quiero todavía sacarle más rentabilidad a un producto al que ya le había sacado toda la posible. Es rizar el rizo".

Nada, insiste, tiene sentido si no se ataja desde el origen: "Mientras no se incida en un cambio de modelo, en uno que pase por poner en el centro las personas y el medioambiente. Por producir dentro de los límites planetarios y no contaminar, no hay compromiso con nada, salvo con acrecentar el negocio y rozar la psicopatía comercial".

Que el gigante por derecho de la industria admita ser parte del problema es un paso adelante, pero que al darlo sea para no quedarse en la superficie es aún la tarea pendiente. 

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