3 técnicas para acabar con el estrés avaladas por la neurociencia

Andrea Núñez-Torrón Stock
| Traducido por: 
Trabajador estresado

El estrés laboral se trata del segundo problema de salud relacionado con el trabajo más frecuente en Europa, solamente por detrás de los trastornos musculoesqueléticos. Acompañado por síntomas como la fatiga, el insomnio y otros trastornos del sueño, la falta de concentración, el dolor de cabeza, la irritabilidad, los cambios en tu apetito o los pensamientos negativos, el estrés puede tocar a tu puerta debido a demasiada carga de trabajo, problemas personales, factores psicosociales, causas hormonales o situaciones puntuales que te produzcan ansiedad.

Las consecuencias de vivir bajo estrés permanente son muy perjudiciales para tu mente o cuerpo, están ligados a un estado de alerta constante o hipervigilancia -propiciada por el cortisol-, y de forma continuada en el tiempo pueden alterar tu estado de ánimo y ocasionar problemas como la depresión.

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Sin embargo, puedes usar tu propio organismo para combatir el estrés. Buscando un lugar tranquilo y poniendo en práctica las tres siguientes estrategias, lograrás calmarte y alcanzar un estado de mayor paz y relajación. ¡Toma buena nota de ellas! Por otra parte, no olvides el peso de una correcta alimentación –aquí puedes encontrar un listado de alimentos anti-estrés-, una rutina de descanso regular y la práctica habitual de actividad física.

3 herramientas para controlar el estrés y la ansiedad

  • Cuida tu posición corporal: Tal y como indican desde la web de Mente Sana, la postura corporal es lo primero que debes corregir ante una situación de estrés. Para ello, tu espalda debe estar alineada con nuestro cuello, manteniendo las curvaturas cervicales y lumbares y distanciando al máximo los hombros con respecto a las orejas. Apoya toda la espalda en el respaldo de la silla o asiento, sin adelantar la cabeza, ya que es preferible que se sitúe en un plano anterior al de nuestra columna cérvico-dorsal. Practicando esta postura a diario, la perfeccionarás poco a poco.
  • Practica respiraciones lentas y profundas: Dedica diariamente entre cinco y diez minutos a esta práctica, que te resultará de gran utilidad en momentos de estrés. Para ello, debes inspirar y espirar lenta y profundamente a través de la nariz, dejando fluir suavemente el aire sin resistencia y procurando focalizar tu atención en el acto de respirar. Puedes poner una mano en tu pecho y otra sobre el ombligo, notando como tu abdomen se mueve, así como contar tus pulsaciones o hacer pequeñas retenciones con el aire dentro o fuera del cuerpo.
  • Dedica unos minutos a la salivación: Puedes llevar a cabo durante tres o cuatro minutos este proceso cada día. Para ello, coloca la lengua en la base de tu boca, con la glotis y la musculatura de la cara relajadas y tu mandíbula sin tensión. Desliza suavemente la punta de la lengua, sin mover el resto, hacia tus encías y la parte posterior de tus dientes inferiores. Cuando se acumule la suficiente saliva, traga y repite el proceso. En situaciones álgidas de estrés puedes aplicar esta técnica, respirando suavemente por la nariz y trabajando tu postura corporal.

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