¿Y si las calles de las ciudades dejaran de ser 'no-lugares' gracias al arte urbano expuesto al aire libre?

¿Qué es el arte? 

Podríamos empezar este contenido con un chiste fácil y algo viejuno: "El arte es morirte de frío". Roto el hielo, y nunca mejor dicho, lo cierto es que el arte en términos generales es la mayor expresión del ser humano, lo que nos distingue del resto de los seres vivos, por lo que como actividad humana que es, debería ser estar al alcance de la humanidad.

Y, desde luego, que las calles de las ciudades son, sin duda, donde mejor se puede tomar el pulso de la actividad humana, de la vida humana.

Aún recuerdo mi primera visita a Chillida Leku, en Hernani, a las afueras de San Sebastián, y cómo la combinación de obras de arte integradas en el enorme jardín de la casa museo del artista vasco Eduardo Chillida me produjo una suerte de paz interior.

Ya conté la semana pasada en Business Insider España que como persona altamente sensible (PAS) hay detalles nimios que me arruinan el día… o lo convierten en extraordinario, y Chillida Leku consiguió alegrarme el día. Me muero de ganas por visitar el Bosque de Oma, de Agustín Ibarrola, para descubrir qué sensaciones me puede producir.

Sea como fuere, quien firma estas líneas considera que las calles de las ciudades deberían estar repletas de obras de arte, aunque solo fuera para recordarnos todos los días que hay vida, que las ciudades palpitan de vida también. El riesgo del vandalismo es otra historia, lo admito.

El antropólogo y etnógrafo Marc Augé acuñó hace años el término no-lugar para describir aquellos lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como "lugares". Se trata de espacios en los que, aunque haya miles de personas, cunde el anonimato, porque no nos relacionamos unos con otros; simplemente pasamos, como seres inertes, autómatas.

No-lugares son las autopistas, los aeropuertos, los centros comerciales… pero también las calles, lugares donde miles de personas deambulan pero no se relacionan.

¿Pero y si hubiese algo que nos hiciera detenernos, como, por ejemplo, pararse a contemplar una obra de arte? 

¿Y si pudiéramos interactuar con esa obra de arte? 

¿Y si al disfrutar de esa obra de arte otra persona, anónima hasta ese momento, interactuara con nosotros? 

Entonces ese no-lugar se convertiría en un lugar vital.

Arte al aire libre: una experiencia multisensorial 

Dejando a un lado la parte más filosófica del asunto, lo cierto es que disfrutar del arte al aire libre presenta muchas ventajas como, por ejemplo, enriquecer la experiencia artística tanto para los artistas como para el público.

Pero, además, el arte al aire libre es accesible para una audiencia más amplia, las obras se integran con el entorno natural o urbano circundante, lo que genera una interacción única entre la obra y su ubicación.

Asimismo, es una experiencia multisensorial, pues en el exterior las personas pueden experimentar las obras de arte a través de múltiples sentidos, como la vista, el tacto y el sonido.

Justamente esto último es lo que propició ADN Forum by Lexus, que durante unos días convirtió la plaza de Colón en un pequeño reducto de arte urbano interactivo al aire libre, una manera de cambiar nuestra perspectiva sobre algo un elemento tan inerte y, a priori, tan falto de vida como un automóvil.

Sí, porque aprovechando esta muestra de arte urbano al aire libre, Lexus presentó al público el LBX, su nuevo SUV urbano. Y no solo mostró el coche en sí, sino que Lexus también presentó características del nuevo modelo en forma de arte interactivo.

Aunque lo más destacado fue el enorme mural de 60 m² realizado por la joven artista gallega Lidia Cao, quien, según contó a Business Insider España, tuvo ante sí el difícil reto de integrar en su creación con motivos orgánicos el Lexus LBX, con el inconveniente añadido de que al realizar la obra, el propio coche, la musa de la obra, no estaba físicamente, sino en fotos.

"Nunca antes había trabajado con un coche y hacerlo a gran escala se me hizo complicado", explicaba Lidia Cao. "Con mi obra quería transmitir que este nuevo coche te abre nuevos caminos. Mi idea era plasmar un mundo de fantasía que no has descubierto todavía, y la figura femenina es una guía natural que llevamos dentro", añadía Cao en conversación con Business Insider España.

En cualquier caso, durante unos días, la plaza de Colón de Madrid, crisol de culturas, cruce de caminos, un no-lugar sin pretenderlo, se convirtió en un espacio extraordinariamente vivo, un lugar vital.

Ya fuera por las obras efímeras, como la de Lidia Cao, por los cromáticos 17 contenedores marítimos transformados en boxes repletos de arte o por el propio Lexus LBX convertido en una pieza más de la exposición, lo cierto es que quizá sería muy positivo liberar el arte, dejar que okupe las calles para devolverles a éstas el pulso vital. 

O aunque solo sea para que en vez de deambular por las calles, los seres humanos nos relacionemos… y hablemos.