No es depresión, tampoco es el tiempo otoñal: he descubierto que soy una persona altamente sensible y todo me afecta para mal... pero también para bien

PAS. Estas son las siglas Personas Altamente Sensibles. A pesar de lo que se pudiera pensar en un primer momento, no se trata de gente blandita, ni tampoco delicaditas en cuanto a debilidad se refiere, o que sean muy frágiles o más vulnerables. Tampoco es un rasgo que afecte a más mujeres que hombres porque no entiende de género.

No. En realidad, PAS es un rasgo psicológico que describe a las personas que experimentan el mundo de una manera más profunda e intensa que el resto de los mortales, lo que se traduce en una mayor sensibilidad a estímulos como el ruido, la luz, los olores y las emociones de los demás. Eso sí, no se trata de un tipo de trastorno, ni tampoco de una enfermedad; simplemente es un rasgo psicológico.

El término PAS se dio a conocer en 1997 a raíz de la publicación del libro The Highly Sensitive Person: How to Thrive When the World Overwhelms You (La persona altamente sensible: cómo prosperar cuando el mundo te abruma) de la psicóloga estadounidense Elaine Aron.

Otros rasgos que identifican a una persona altamente sensible es que tienden a rumiar mucho las cosas, pueden sentirse muy afectadas por las críticas y conflictos interpersonales y en muchas ocasiones necesitan su espacio, su cota de soledad.

Sea como fuere, quien firma estas líneas descubrió recientemente por qué algunos días un nimio detalle era capaz de arruinar un día espléndido, y por el contrario un día de m... se convertía por arte de birlibirloque en una jornada extraordinariamente buena. 

A raíz de este descubrimiento, me he informado al respecto, y al identificar todos los síntomas, he aprendido a gestionar esas emociones y esa alta sensibilidad. Y, sobre todo, se lo he transmitido a mi entorno familiar y de amigos para que ya me miren con otros ojos.

La cuestión es que ayer estaba caminando por el Paseo de Recoletos de Madrid, en dirección a la Plaza de Colón. Lloviznaba, el ambiente era típicamente otoñal, con una gama de grises apoderándose de todo el entorno y un incipiente fresquito que, sumado a la humedad, se iba metiendo poco a poco en el cuerpo. Daba ganas de meterse en la cama, taparse con una manta y no salir en días, hasta que vuelva a brillar el sol.

Iba ensimismado, cabeza gacha, pensando en que de un tiempo a esta parte parece que solo escucho o leo malas noticias: la nueva crisis en Oriente Próximo, inflación y subidas de tipos de interés, la invasión de Ucrania, el ruido mediático por la investidura...

De pronto, alcé la vista y una suerte de explosión de color brotó al fondo, como un oasis en el desierto de hormigón que son las ciudades. En la plaza de Colón de Madrid surgía con luz propia una especie de exposición, de color rosa llamativo.

De pronto, como reacción seguramente de la curiosidad, mi estado de ánimo, hasta entonces algo apagado, y al mismo nivel que un domingo por la tarde —depre total—, comenzó a experimentar un ligero pero continuado subidón. ¿Pero qué demonios será eso?, me preguntaba. Y, cuanto más me acercaba a Colón, más me emocionaba.

Por fin descubrí de qué se trata: es ADN Forum, una sorprendente acción cultural que desde hoy jueves 26 de octubre y hasta el sábado 28 transformará la madrileña plaza de Colón al convertirla en una llamativa exposición de arte urbano al aire libre. 

Y, para ello, los organizadores de ADN Forum han transportado hasta la plaza de Colón 17 contenedores marítimos que han sido transformados y convertidos en una pieza artística extraordinaria.

Se da la circunstancia, además, de que fiel a su apuesta por el arte urbano y las manifestaciones artísticas modernas, la marca premium Lexus va a estar también presente en ADN Forum, y aprovechará para mostrar su nueva criatura: el SUV urbano LBX. Aquí tienes toda la información sobre ADN Forum.

En cualquier caso, y a pesar de que la lluvia comenzó a ser más intensa y, por tanto, el cielo se encapotó más y más, una extraña sensación volvió a recorrer mi cuerpo: un día plof de pronto se había convertido un extraordinariamente bueno.