La comida basura de la Casa Blanca: comiendo como Trump una semana

Tras una semana de calvario gastronómico, no podía volver a oír hablar de comida rápida.
Tras una semana de calvario gastronómico, no podía volver a oír hablar de comida rápida.
  • El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene una dieta manifiestamente mala basada en comida rápida y alimentos hipercalóricos.
  • Durante una semana, he comido como él podría hacerlo; solo para saber qué se siente.
  • Fue tan desagradable como pensaba.

Se ha escrito y dicho mucho sobre la dieta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Según las diferentes informaciones publicadas, los principales grupos de alimentos del presidente estadounidense son McDonald's, KFC, pizza y Coca-Cola Light. Si además se tiene en cuenta que evitar comer en restaurantes que no pertenezcan a una cadena por miedo a ser envenenado, no es descabellado decir que Trump tiene unos gustos particulares.

También es justo decir que una dieta de este tipo no es muy  saludable. Según su antigua directora de campaña Corey Lewandowski, quien escribió el libro Let Trump Be Trump, el presidente solía pasar de 14 a 16 horas sin comer para después apostar por una cena completa en McDonald's con dos Big Mac, dos filetes de pescado y un batido de chocolate pequeño: 2.430 calorías en total.

Lewandowski también afirma que el presidente no suele tomar desayuno y lo evita si puede. Según su exdirectora de campaña, Trump no come el pan de los sándwiches y bocadillos que come. Otras informaciones aseguran que tampoco se come los bordes de las pizzas. Trump siempre pide sus filetes –su comida favorita– bien hechos y con kétchup.

Si esto te recuerda los hábitos alimenticios de alguien que conozcas, lo más probable es que no tenga la edad suficiente para conducir.

Con las bebidas, la cosa no mejora. Trump no toma té, café, alcohol ni nada estimulante. Él solo tiene un amor verdadero: Coca-Cola Light. Supuestamente, 12 al día

Con todo esto en cuenta, pensé: "Suena horrible. Tengo que intentarlo".

Así comenzó mi ambicioso, insensato y traicionero viaje a la mente de Trump a través de su estómago comiendo lo que él come. Durante una semana, me alimenté a partir de las comidas con las que Trump ha sido fotografiado alguna vez, ha admitido que come y se ha publicado que toma con regularidad.

No puedo decir que aprendiera mucho sobre Trump, pero definitivamente aprendí algo sobre mí mismo.

Día 1. Comenzamos. Ahora sí. Siento la emoción en cuanto paso por McDonald's para recoger un par de McMuffins con huevo de camino al trabajo.

Comer una semana como Donald Trump-La comida basura de la Casa Blanca

Trump dice que no suele tomar desayuno, pero si lo hace, sería este. El desayuno de McDonald's ha sido destacado más de una vez como una de las razones del cambio experimentado por la cadena. Darle una oportunidad me entusiasma.

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Error. Me arrepiento de inmediato. El McMuffin no es tan bueno como la suma de sus partes. No para mí. Me los como de todos modos. Es la mañana después de la fiesta de 'Business Insider' y necesito algo en el estómago.

Comer como Trump-una sema de comida basura en la Casa Blanca

Un compañero de trabajo me trae un desayuno de Shake Shack. No se conoce el gusto de Trump por esta cadena, pero encaja en su modelo y se entrega en mano, tal y como Trump suele conseguir su comida.

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Aquí está: hace que McDonald's dé vergüenza.

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Un básico de la dieta de Trump es la Coca-Cola Light, algo que me preocupa. Odio las bebidas de este tipo y, la verdad, no me entusiasma la idea de beber toda la que pueda en un solo día. Empiezo con un agua con gas para hacer las cosas más fáciles.

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Para la comida, consigo pizza gratis de una reunión a la que no estaba invitado. No es de una cadena, tal y como habría querido Trump, pero es uno de sus grupos de alimentos principales. Empiezo a entender qué significa comer como él: calorías, muchas.

Comer una semana como Donald Trump-La comida basura de la Casa Blanca

Para cenar, pido McDonald's a través de UberEats. Comerlo dos veces en un día es un crimen contra el sentido común, pero sigo adelante.

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Pido dos Big Mac, un batido de chocolate pequeño y patatas fritas pequeñas. Parece demasiada comida. Una cena de Trump, sin embargo, también incluye dos filetes de pescado. Pero Trump dice que apenas come durante el día. Quizá eso lo explique.

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Día 2. Busco desesperado información sobre alternativas para subsistir que no sean McMuffins. Trump asegura que toma cereales Bingo. Para ser justos, Trump asegura que solo lo hace con maíz cultivado en EE. UU., algo que mis Captain Crunch cumplen.

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En Target, decido coger uno de los aperitivos favoritos de Trump (y míos): galletas Oreo. Me como una fila entera como almuerzo antes de darme cuenta de cuántas he comido. ¡Ups!

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No sé qué hacer con la cena. Opto por Domino's. Cumple dos de los requisitos: pizza y una cadena de comida rápida. También hago de tripas corazón y pido dos litros de Coca-Cola Light. Odio cada segundo. Mi estómago me pregunta: "¿Por qué me torturas?".

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Día 3. Tengo planes temprano así que decido desayunar lo único rápido y fácil de preparar que tengo a mano: Domino's de ayer. Convenzo a mis amigos y hacemos una parada para un helado. Dos bolas, por supuesto.

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El helado está bien, pero siento como si no hubiera comido nada real o saludable en días.

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Más tarde, quedo con un amigo en una sala de cine de postín con bar. Trump no bebe, así que pido una Coca-Cola Light. La encuentro sorprendentemente refrescante. Sabe mucho mejor que las versiones embotelladas que he estado bebiendo.

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Pido otro refresco durante la película y, además, nachos con queso. No hay pruebas de Trump comiendo queso, pero supongo que los famosos tacos de la Torre Trump no deben ser muy diferentes. Llega la cuenta. Resuelvo el misterio del sabor de la Coca-Cola.

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Día 4. Es lunes. Vuelvo a la rutina de mis McMuffins con huevo. Realmente empiezo a aborrecerlos.

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Estoy mucho más perezoso que un lunes normal. ¿Será culpa de mi dieta horrible? Trump no toma ni café ni té: abro una Coca-Cola Light a las once de la mañana. Odio en lo que me he convertido, pero termino la lata. Apenas puedo beber una, imagina doce.

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Un compañero de trabajo trae agujeros de rosquillas. Me siento fatal, pero como unas cuantos. Paso de comer algo más para almorzar.

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Vuelvo a McDonald's para cenar. Toca filete de pescado. Solo ver la grasa de la comida ya pone mi estómago del revés, pero estoy comprometido.

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Día 5. Teletrabajo. Pido huevos fritos –muy hechos, como le gustan a Trump– y bacon extracrujiente. Todo estaba bastante bien. Me siento feliz de tener algo mínimamente cocinado en mi estómago. El resto del día sigo con restos (aún) de pizza y Oreo.

Comer como Donald Trump: una semana de comida rápida

Para cenar, busco la comida favorita de Trump: carne. Encuentro un sitio en Brooklyn que la vende con su corte favorito y la pido bien hecha y con kétchup. Cuando lo tengo delante entiendo por qué pide kétchup: es la única manera de que sepa a algo.

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Día 6. Sigo fiel al horario de Trump: no comer nada en el día y atiborrarse en la cena. El filete de ayer todavía resuena en mi estómago así que no tengo hambre hasta la hora de la comida. Pruebo con una Coca-Cola Light pero no funciona (la odio).

Comer como Donald Trump: una semana de comida basura en la Casa Blanca

Una intervención sorpresa en TV me obliga a improvisar la comida y cojo un par de Big Mac justo antes de las 17:00. Es fácil imaginar por qué Trump come así. En teoría eres más productivo, pero el hambre que paso todo el día termina por distraerme.

Comer como Donald Trump: una semana de comida basura en la Casa Blanca

Resulta que dos Big Mac y una Coca-Cola Light no son suficiente comida para un día. Tengo hambre. Ahora sí: por fin termino la pizza de Domino's del otro día. Me avergüenzo de mí mismo.

Comer como Donald Trump: una semana de comida basura en la Casa Blanca

Día 7. Sinceramente, no sé cuánto más puedo soportar. Solo pensar en bacon, huevos y cualquier otro tipo de desayuno similar por las mañanas me provoca arcadas. Apuesto por un poco avena de la máquina del trabajo. Sabe a libertad.

Comer como Donald Trump: una semana de comida basura en la Casa Blanca

Tiro la casa por la ventana y opto por una hamburguesa 'fast-casual' en lugar de una 'fast-food'. La pido muy hecha y la cuenta deja bien claro que "nooooooooooo roja". Vergüenza, me doy vergüenza.

Comer como Donald Trump: una semana de comida basura en la Casa Blanca

Llega la comida. Es un respiro culinario de toda la comida rápida que he tomado durante la semana. La hamburguesa está fresca, sabe a carne y el cambio de ritmo a la hora de comer resulta muy agradable.

Comer como Donald Trump: una semana de comida basura en la Casa Blanca

También pido un batido de chocolate para darle ese toque Trump.

Comer como Donald Trump: una semana de comida basura en la Casa Blanca

Día 8. El último día. Me engaño a mí mismo y empiezo con un yogur. Cualquier otra cosa es demasiado. Me salto la comida.

Comer como Donald Trump: una semana de comida basura en la Casa Blanca

Última cena, pruebo el cuarto grupo de alimentos de Trump: KFC. El menú es amplio y confuso. Me como dos piezas de pollo. No es lo que he pedido, pero está bien. Están sabrosas, pero son demasiado para mi estómago tras una semana. He terminado. Al fin.

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