De las ciudades esponja chinas a las azoteas verdes de Chicago: invertir en la adaptación al cambio climático generará 6,5 billones, según una organización liderada por Bill Gates

Una manifestación contra el cambio climático en Alemania
  • Invertir para limitar los efectos del cambio climático tiene réditos económicos, según un informe de la Comisión Mundial sobre Adaptación al Cambio Climático, liderada por Bill Gates.
  • Destinando 1,64 billones de euros en todo el mundo entre 2020 y 2030 para adaptarse a las consecuencias del cambio climático, se generarían 6,5 billones de euros en beneficios netos, dice el documento. 
  • Es prioritario invertir en sistemas de alerta temprana, infraestructuras resistentes al cambio climático, la mejora de la productividad agrícola en escenarios de poca agua, la protección de los manglares e inversiones que aseguren los recursos hídricos.

Ciudades esponjas o azoteas verdes, lejos de parecer una idea surrealista, se han convertido en una herramienta en la lucha contra el cambio climático, o al menos, para mitigar sus efectos

Un informe da la vuelta a esas tradicionales cuentas en las que a los economistas y las empresas no les resulta rentable invertir en frenar el cambio climático. Invertir para limitar los efectos del cambio climático ya tiene beneficios no sólo medioambientales sino también económicos. 

Si se destinan 1,64 billones de euros en todo el mundo entre 2020 y 2030 para adaptarse a las consecuencias del cambio climático, se  generarían  6,5 billones de euros en beneficios netos, según el documento elaborado por la Comisión Mundial sobre Adaptación al Cambio Climático, liderada por Bill Gates, el ex secretario general de la ONU Ban Ki-moon y la economista Kristalina Georgieva. 

De lo que hablan los expertos tras el informe es de innovación e instan a los políticos a tomar medidas en esta dirección.  Estiman que es prioritario invertir en sistemas de alerta temprana, infraestructuras resistentes al cambio climático, la mejora de la productividad agrícola en escenarios de poca agua, la protección de los manglares e inversiones que aseguren los recursos hídricos.

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El documento invita tanto al sector público como al privado a realizar sus inversiones teniendo en cuenta los efectos del cambio climático. Mientras, advierten a los inversores de que deben escoger sus estrategias teniendo en cuenta las incertidumbres derivadas de él.

Son varios los sectores que, asegura el informe, se verán impactados cuando empiecen a tomarse medidas: el sector de la alimentación, el entorno natural, el agua, las ciudades y las infraestructuras.

Estos son algunos ejemplos de buenas prácticas en el mundo de los que podemos tomar nota.

 

Zimbabue produce maíz con alta tolerancia a la sequía

Una granjera recoge maíz en un pueblo de Zimbabue
Una granjera recoge maíz en un pueblo de Zimbabue

El documento empieza por el sector alimentario como uno de los principales afectados por el cambio climático. Entre otras ideas propone producir materias primas más resistentes al clima a través de investigación, desarrollo e innovación.

Así, se remite al caso de Zimbabue, que utiliza un maíz tolerante a la sequía con el que pudieron cultivar hasta 600 kilogramos más de maíz por hectárea que los granjeros que utilizaron maíz convencional.

 

Y Holanda evita inundaciones con más espacio en la cuenca de los ríos

Vista panorámica de Nijmegen en Holanda
Vista panorámica de Nijmegen en Holanda

La conservación de los espacios como lagos puede ayudar a regular la temperatura de determinadas zonas del planeta. Así es que el documento propone que se adopten medidas basadas en el funcionamiento propio de la naturaleza y aprovechando su potencial. 

Por ejemplo, la protección de los manglares, que evitan que suba el nivel del agua y las tormentas, es entre dos y cinco veces más barato que construir nuevas estructuras de ingeniería.

El de Holanda es otro buen ejemplo que, en lugar de construir diques cada vez más altos, se optó por ampliar las riberas de los ríos para reducir los daños de las subidas del agua y su impacto las especies que viven en ellos. El proyecto, bautizado como Room for the River, provee de más espacio a los cauces de los ríos cuando hay inundaciones y, precisamente, las evita y previene. Para ello, Holanda movió diques tierra adentro, ensanchó ríos, levantó puentes y cavó canales de inundación. 

 

También se trabaja en la restauración de la cuenca del Río Maipo en Chile

El río Maipo, Chile
El río Maipo, Chile

También entra en juego el que se convertirá en el recurso más importante: el agua. Se requieren  mejores infraestructuras para el su gestión, también mejoras en la eficiencia en el uso del agua y  más planificación cuando hay catástrofes. “Una gestión eficiente del agua será vital para el crecimiento económico”, dice el informe que añade que tendrá un impacto crucial en el PIB de los países. Todo, desde los sistemas de irrigación a los planes de gestión del agua se basan, actualmente,  en un clima que ya no existirá.

En Chile, se ha puesto en marcha una iniciativa de la mano de la Santiago Water Fund. Consiste en un sistema público privado para proteger el 80% del agua potable de la ciudad a través de una serie de inversiones en conservación, infraestructura natural y restauración de la cuenca del río Maipo
 

Hasta las ciudades esponja de China y las azoteas verdes de Chicago

Wuhan, China
Wuhan, China

Las ciudades, donde vivirá la mayor parte de la población, serán claves. Será necesario invertir en sistemas naturales para abordar los riesgos de los cambios climáticos, la falta de agua y el calor. Para ello será preciso desarrollar infraestructuras de todo tipo, desde carreteras a energéticas o sanitarias, que también, deberán ser más resistentes.

Una de las propuestas pasan por las azoteas verdes. Esto no es otra cosa que cubrir la parte alta de los edificios, sean tejados o azoteas con vegetación. Por ejemplo, que redujeron las tormentas un 36% en Chicago.  O las ciudades esponja, con superficies permeables que hay en China, que puede absorber el 80% del agua de fuertes tormentas en zonas urbanas hasta 2030. Un agua que podrá obtener un segundo uso.

 

Y el fondo nacional para sequías de Kenia

Niño agua

Y por último, es necesario poner en marcha sistemas de gestión de riesgos que puedan prever desastres naturales como huracanes, olas de calor o incendios con más antelación para preparar a la ciudadanía . El documento pone el ejemplo de Bangladesh como el de un país que se ha sabido adaptar al cambio climático de forma efectiva. Impactado por ciclones virulentos de forma regular, el país ha reducido el número de muertes desde las 138.000 de 1991 a 5 en 2019.

Desarrollar las estrategias financieras en torno a riesgos derivados de los desastres naturales es otra de las recomendaciones del documento, algo que parece muy pocos países desarrollados han optado por hacer, al menos por el momento. Y para muestra: Kenia, que cuenta con diversos instrumentos para ello como un fondo nacional para emergencias para sequías con 200 millones de dólares de crédito. 

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