He pasado una noche en uno de los apartamentos vacíos de la ciudad fantasma de Malasia, valorada en 100.000 millones de dólares, y ahora sé por qué muy poca gente quiere vivir allí

Forest City es una urbanización de lujo en el sur de Malasia. El mayor promotor chino, Country Garden, gastó 100.000 millones de dólares (93.000 millones de euros) en su construcción.

La primera vez que visité Forest City, en mayo de 2022, era una ciudad fantasma. Encontré altísimos edificios de apartamentos repartidos en diez kilómetros cuadrados. Una playa de arena blanca daba al estrecho de Johor, desde donde podía ver la silueta de las plantas industriales del oeste de Singapur. Por la noche, las ventanas de cientos de hileras de apartamentos permanecían a oscuras. Apenas había coches en la carretera y tan solo un puñado de personas en la playa.

Forest City prevé que unas 700.000 personas vivan en la urbanización en los próximos seis años. Por ahora, afirma que hay solo 9.000 residentes.

En 2022, un guardia de seguridad me comentó que en el complejo vivían 20 personas. Esto me dejó con la curiosidad de saber cómo sería pasar una noche en uno de estos apartamentos.

En marzo, ocho años después del desarrollo de Forest City, volví a la urbanización.

Reservé una casa en un condominio por 70 dólares singapurenses, o 48 euros, a través de un administrador de propiedades. En Airbnb hay docenas de alojamientos similares por tan solo 35 euros la noche. El propietario de la vivienda, residente en China, declinó hacer comentarios para este reportaje, alegando razones de privacidad.

Echa un vistazo al interior de uno de los miles de apartamentos vacíos en Forest City.

Country Garden no respondió a las múltiples solicitudes de comentarios de Business Insider.

Los complejos de apartamentos de Forest City se anuncian como de lujo.

Llegué a Forest City un viernes por la tarde. Una hilera de negocios –desde una tienda de muebles hasta un restaurante de hot pot– se alineaban en el camino hacia el alojamiento donde pasé la noche. El dueño de uno de los negocios, que no quiso dar su nombre, afirmó que habían abierto en octubre.

Había mucha más gente que en mi primera visita, dos años antes. Entonces apenas había nadie, pero ahora algunas decenas de personas paseaban por las calles y visitaban las tiendas.

Tenía muchas expectativas puestas en el complejo, ya que Forest City llevaba mucho tiempo calificando sus propiedades como de lujo. En un comunicado de prensa de julio, Forest City afirmaba que ofrecía "apartamentos de lujo de gran altura frente al mar".

Según el comunicado de prensa, los precios de las viviendas de Forest City empiezan en 510.000 ringgit malayos, unos 100.000 euros. Es caro para Johor, el estado malayo donde se encuentra Forest City.

Muhammad Najib Razali, profesor de inmobiliaria en la Universidad Tecnológica de Malasia, comenta que las propiedades en Johor suelen venderse por debajo de 300.000 ringgit (58.000 euros), el precio considerado asequible entre los hogares de renta media del estado.

La población local no es el mercado objetivo de estos condominios de lujo. Alrededor del 98% de las propiedades vendidas en Forest City fueron adquiridas por compradores extranjeros, según datos citados en un artículo de 2017 de Ong Kian Ming, viceministro de Comercio Internacional e Industria de Malasia. En junio de 2017, Country Garden declaró a Bloomberg que había vendido 16.000 unidades.

El vestíbulo no me causó una buena primera impresión.

El complejo parecía inmaculado desde fuera, con sus 39 plantas cubiertas de vegetación. Pero cuando entré en el vestíbulo, estaba mucho menos cuidado.

Los ascensores estaban empapelados con el logotipo de Forest City y una frase en chino e inglés: "Volver a casa es el comienzo de una nueva vida".

La mayoría de los apartamentos de mi planta parecían estar vacíos.

Mi alojamiento estaba en la séptima planta. Había unas 20 viviendas en cada planta. Todas tenían una ventana que daba al pasillo. Me asomé a ellas y vi que la mayoría estaban poco o nada amuebladas.

Dos de las viviendas estaban ocupadas por el personal del edificio (vi a varios hombres uniformados que entraban y salían) y había algunos pares de zapatos fuera de la puerta.

En 2022, un representante de Forest City me comunicó que se habían vendido más de 20.000 unidades residenciales. Ahora, parecía que muchas de estas unidades estaban vacías.

Un residente de otro complejo de apartamentos de Forest City me comentó que eran las únicas personas que vivían en su planta y añadió que la mayoría de las demás plantas del complejo tenían también un único vecino.

Una de las razones por las que hay tantos pisos vacíos es que muchos los compraron como inversión, según Najib.

"Algunos compradores pensaron que Forest City, en términos de mercado de alquiler, sería mucho más fácil de rentabilizar", señala.

La propietaria de un negocio local, que no quiso dar su nombre, me contó que también trabajaba como agente de la propiedad en Forest City y que actualmente tenía 50 unidades disponibles para alquilar.

Según las propiedades que figuran en la web inmobiliaria iProperty, un apartamento de tres dormitorios y un baño cuesta al mes 1.100 ringgit (215 euros). En comparación, alquilar una unidad similar en Danga Bay –la primera empresa de Country Garden en Malasia, a solo 32 km de Forest City– cuesta más de 2.300 ringgit (450 euros) al mes.

La vivienda parecía no haber sido habitada. Tenía una estética similar a una sala de exposición de Ikea.

La vivienda no era nada especial. Tenía un sencillo sofá para tres personas, una pequeña mesa de centro de madera y no tenía televisión.

El apartamento medía 60 metros cuadrados y tenía un dormitorio principal, dos habitaciones más pequeñas y un baño común. También había una cocina compacta con dos fogones cerca de la entrada.

Según la web inmobiliaria EdgeProp, la vivienda media en Johor mide casi el doble que esta vivienda, unos 117 metros cuadrados.

Koh Sin Yee, investigadora adjunta de la Universidad Monash de Malasia, explica que los habitantes de Johor suelen preferir comprar terrenos a pisos altos. Según afirma, esto disuade a la población local –incluso a la que puede permitírselo– de comprar una casa y vivir en Forest City.

Según los datos a los que se hace referencia en el documento de Ong de 2017, en ese momento, solo 78 de las 5.344 viviendas vendidas en Forest City correspondían a malasios.

El dormitorio principal solo estaba amueblado con una cama doble.

A diferencia de los otros dos dormitorios, el principal tenía luz natural que entraba por una gran ventana. Una de las salas comunes daba al pasillo y, cuando se abrían las persianas, podía verse directamente el pasillo. Por la noche resultaba inquietante, ya que podía oír cualquier ruido del exterior, desde el susurro de las hojas hasta el sonido de los insectos.

En las habitaciones comunes no había más que una cama individual. Al tumbarme, notaba el plástico que aún envolvía el colchón.

El resto de la vivienda parecía nueva, pero el cuarto de baño estaba en peor estado.

La suciedad y las polillas muertas se habían amontonado en la ducha.

Ducharse era incómodo. El desagüe estaba atascado, así que acabé con el agua hasta los tobillos.

Lo mejor de la vivienda era el balcón, con vistas a las villas costeras y al estrecho de Johor.

En su página web, Forest City promociona estas villas como un "refugio tranquilo o una lujosa casa de vacaciones". Estas villas son más grandes que los apartamentos, con una superficie habitable de entre 70 y 173 metros cuadrados. Un total de 482 villas estarán terminadas en 2026.

Las villas parecían modernas casas adosadas. Cada villa tenía una azotea y un garaje. Forest City no ha anunciado cuánto costarán estas villas.

Aunque el complejo era enorme, solo vi a un puñado de residentes utilizando sus instalaciones.

Fuera, había una piscina, varios gimnasios al aire libre y un parque infantil.

Por la mañana no había nadie en la piscina. El jacuzzi estaba lleno de agua turbia.

Vi a un total de tres residentes, uno de los cuales ponía a todo volumen una canción en chino desde su móvil y hacía ejercicio en uno de los spinners de taichí del gimnasio al aire libre.

Parecía un barrio residencial normal de Singapur, con sus interminables bloques de viviendas sociales y la omnipresencia de plantas y árboles, pero sin gente.

Había un lugar que no parecía muerto: la hilera de tiendas que había justo a la salida del complejo.

Me dirigí a comer a uno de los varios restaurantes chinos que hay a la salida del complejo. Durante mi primera visita, la mayoría de estos locales estaban vacíos. En cambio, sta vez fue donde encontré más señales de vida.

En cuanto entré en el restaurante, me sentí como en China. Los altavoces emitían música pop china y el humo de los cigarrillos flotaba en el aire.

Casi todo el mundo hablaba chino. A pesar de hablar malayo, la lengua nacional, tuve que recurrir a señalar los platos del menú para pedir.

La zona se había convertido en una especie de barrio chino: las otras tiendas cercanas eran también restaurantes chinos o tiendas de ultramarinos que vendían artículos para el hogar procedentes de China. Allí, la gente me decía que también eran de China continental y que solo hablaban chino.

"Es posible que algunos chinos prefieran este tipo de estilo de vida en Malasia", afirma Koh, quien añade que Forest City ofrece un coste de vida inferior al de las grandes ciudades chinas y está diseñada de un modo que resulta familiar a los lugares donde los residentes chinos pueden haber vivido en su país.