A este fotógrafo de 29 años le pagan por viajar por el mundo con la élite más rica, documentando sus aventuras para que ellos puedan vivir el momento

Mark Ellwood
| Traducido por: 
Ian Agrimis fotografiando a un grupo de personas en una isla privada de Panamá

Chase Viken

  • Ian Agrimis es el fundador de la empresa de fotografía y vídeo Capture Unlimited.
  • Su trabajo, junto con su equipo, consiste en seguir a los clientes en sus viajes fotografiándoles y crear vídeos personales.
  • Tiene que pasar desapercibido realizando actividades como saltar acantilados antes que lo hagan los clientes para conseguir la mejor foto.

Ian Agrimis, de 29 años, fundó su propia empresa, Capture Unlimited, mientras trabajaba para GoPro. 

En la empresa de cámaras formaba parte del equipo de vuelo humano, la rama de contenidos centrada en crear vídeos sobre atletas que utilizaban trajes con alas, saltaban en paracaídas o hacían salto base. Trabajó allí durante 2 años, cuenta a Business Insider, antes de que le despidieran a él y a todo su equipo.

Cuando Kevin Jackson, propietario de la empresa californiana de viajes de lujo EXP Journeys y amigo de la familia, le preguntó si sabía de algún videógrafo que pudiera acompañar a unos clientes privados en un viaje de aventura a Blackberry Farm, en Tennessee, Agrimis no dudó en hacerse cargo dela petición. Así empezó la carrera que le lleva a seguir al 1% por todo el mundo y documentar sus aventuras.

Su trabajo actual es igual de agotador que glamuroso y una jornada laboral suele durar unas 16 horas cuando está de viaje. Agrimis es el único que va a todos los viajes de sus clientes, pero suele trabajar con un equipo formado por otros 4 videógrafos. 

Su trabajo consiste en capturar cada momento del viaje de una persona –muy adinerada– para que pueda disfrutar del viaje sin preocuparse por sacar la mejor foto. Su empresa factura entre 10.000 y 60.000 euros por encargo. El año pasado ingresó más de 226.000 euros, según documentos revisados por Business Insider.

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Agrimis colgando de un acantilado cerca del lago Powell, Utah
Agrimis colgando de un acantilado cerca del lago Powell, Utah

Keith White

"La visión de la empresa esta recogida en su propio nombre: podemos capturar cualquier cosa, sin limitaciones" explica, haciendo referencia a que no importa si hace mucho calor o frío, si hay que bucear o si hay que tirarse con paracaídas. "Nuestras fotos profesionales te hace parecer una estrella de cine", comenta.

Añade que muchas veces tiene que andar por la cuerda floja. "No queremos interferir en la experiencia del cliente, pero, al mismo tiempo, queremos hacer la mejor foto y que les transporte exactamente a ese momento. No quiero que la gente me recuerde a mí molestando", afirma. 

"Pasar desapercibido puede implicar meterse en el círculo de personas que están bailando, otras veces significa estar a 30 metros con un objetivo zoom o una GoPro colocada en un árbol o en una roca".

Así es un día de trabajo para Ian Agrimis, fotógrafo y videógrafo de viajes:

Viaja ligero de equipaje y con un equipo reducido, por una buena razón

Agrimis en la cima de las ruinas mayas de Caracol, en Belice
Agrimis en la cima de las ruinas mayas de Caracol, en Belice

Ian Agrimis

La mayoría de los encargos que Agrimis recibe llegan a través de empresas turísticas como EXP Journeys o la londinense Cookson Adventures, ambas especializadas en viajes de aventuras personalizados. 

También le contratan directamente agencias de viajes y familias. "A veces me encuentro con clientes que, por ejemplo, van con unos amigos a formalizar la compra de un hotel en Montana y me preguntan si puedo hacer fotos del momento. Es algo mucho más sencillo y menos trepidante que los viajes", explica el joven.

Se trata casi exclusivamente de un negocio basado en el boca a boca, añade. "Debido a la preocupación por la privacidad del contenido, no puedo mostrar públicamente el producto final ni enviarlo a ningún lado sin el permiso de los clientes", comenta.

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Mantiene un equipo muy unido, asegura, pero a menudo forma pareja con un fotógrafo mientras él se centra más en el vídeo. De este modo, es más discreto y cómodo para no molestar a los clientes. 

"No interfieres en la experiencia en sí y logísticamente es más fácil. Nuestro trabajo consiste en desplazarnos al mismo ritmo que las personas a las que seguimos. He hecho viajes en helicóptero con dedicado solo al equipo de medios. Si no, ¿cómo podrías grabar a los clientes en el suyo?", explica.

Agrimis junto a un elefante en el Parque Nacional de Hwange, Zimbabue.
Agrimis junto a un elefante en el Parque Nacional de Hwange, Zimbabue.

Ian Agrimis

Su equipamiento también es sorprendentemente sencillo: un par de cámaras sin espejo Sony Alpha 7S III, compactas, de alto rendimiento y relativamente asequibles de sustituir si una se inunda buceando, que guarda en una maleta Pelican rígida, resistente al agua. 

Agrimis afirma que también sigue siendo fiel a su antiguo empleador y que utiliza varias GoPros. "Las coloco en zonas donde sé que los clientes van a estar o por las que van a pasar, y eso me permite estar en 2 sitios a la vez", asegura. "Cualquier actividad que estén haciendo los clientes tengo que hacerla con una cámara en la mano".

En cada viaje, él es el primero en hacer rápel, rafting o saltar de un acantilado antes que nadie

Agrimis en una inmersión en Belice.
Agrimis en una inmersión en Belice.

Ian Agrimis

Para conseguir la fotografía ideal, Agrimis tiene que participar en todo lo que hace el grupo. 

Por ejemplo, en un viaje por el Caribe que documentó el pasado noviembre, tuvo que descender por un cañón saltando por un acantilado, haciendo rápel, deslizándose por formaciones rocosas y nadando en un arroyo. "Era la primera vez que lo hacía", cuenta. "Tuve que bajar por la pared colgando sobre el acantilado, pero solamente agarrado a la cuerda con una mano".

De hecho, Agrimis asegura que siempre es el primero en probar cada nueva etapa en la expedición que hacen sus clientes porque necesita estar delante del grupo, listo para fotografiarles mientras nadan, saltan o escalan. 

"Tuve que saltar desde el acantilado, con el maletín del equipo en la mano y nadar hasta la orilla; luego abrirlo de golpe para que, cuando el cliente estuviera listo para saltar, yo ya estuviera grabando", explica.

Algunos de sus encargos son más glamurosos que otros, como un 50 cumpleaños sorpresa en la República Dominicana. La pareja del cliente había adquirido el complejo de 5 estrellas Amanera como sorpresa y había planeado una excursión de un día por el país en helicóptero.

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El joven señala que él iba en uno de los 6 helicópteros que despegaron de la pista frente al hotel y grababa mientras el grupo aterrizaba para visitar un parque nacional, pasear en kayak por unas cuevas y hacer una parada en Laguna Dudu, un cenote donde el grupo iba a nadar.

Incluso en hoteles de 5 estrellas y 6 cifras, las cosas pueden salir mal

Rodaje de Agrimis en el Caribe.
Rodaje de Agrimis en el Caribe.

Zac Zlatic

A veces hay contratiempos en los viajes que Agrimis se encarga de documentar. 

El fotógrafo cuenta que una vez participó en una excursión de rafting de 3 días en Moab, Utah, para un grupo de amigos que habían organizado un campamento privado en el río Colorado, donde pasaron una noche antes de coger las barcas para atravesar el Cañón Cataract

Según Agrimis, para la noche siguiente tenían previsto volar unos 25 minutos hasta el hotel de lujo Amangiri, en el lago Powell, hasta que surgió un problema con uno de los amigos. "Uno de los miembros del grupo, un contable, tenía un piloto personal que realizaba todos sus viajes privados debido a su póliza de seguro de vida", explica Agrimis. 

"El contrato le prohibía volar en un avión de más de 15 años, con menos de 2 motores y 2 pilotos. Incluso cuando vuela en helicóptero, tiene que haber un respaldo".  Ningún avión cercano cumplía esos requisitos, así que hubo que buscar un sustituto. 

Finalmente, se encontró un avión que cumplía las cláusulas del seguro, pero costaba casi 38.000 euros, es decir, unas 10 veces el precio típico. "Se aprobó en unos 4 segundos. Nunca había visto a nadie gastar tanto dinero sin tener en cuenta lo caro que era", afirma Agrimis.

También le contrataron una vez para grabar a un grupo de hombres con una petición muy particular. "Abrí el correo electrónico y eran 2 frases: 'Nos gustaría hacer 'Westworld' y el presupuesto es ilimitado. Nos vemos en julio'". 

Cuando llegó la fecha, Agrimis capturaba la llegada en avión privado a Magee Homestead, en Saratoga, Wyoming, con toda la tripulación —Agrimis incluido—, vestida de trajes de época y pistolas antiguas.

Agrimis a bordo de un velero en el Caribe.
Agrimis a bordo de un velero en el Caribe.

Ian Agrimis

"El avión aterriza en el aeropuerto privado, se abre la puerta y de repente salen unas chicas que no estaban en la lista, y luego unas cuantas más, y unas cuantas más. Enseguida nos dimos cuenta de que estos tipos no querían escatimar ningún detalle de su Westworld", explica Agrimis.

Fue al final de ese viaje de 4 días cuando se le presentó el problema. "Uno de los invitados me dijo justo cuando se iban que estaban deseando ver el vídeo, pero que, por favor, me asegurase de que no salían ninguna de las chicas". 

Agrimis consiguió entregar el producto con la petición particular, pero admite que el corte final era una película mucho más corta de lo que él solía entregar.

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El material que graba y fotografía no está destinado a las redes sociales ni al consumo público

Agrimis editando material.
Agrimis editando material.

Aaron Weiss

Después de pasar entre 16 y 18 horas rodando en exteriores, descarga el material en un ordenador y hace una copia de seguridad, pero no lo edita hasta que vuelve a casa. El vídeo final suele durar entre 8 y 20 minutos. El fotógrafo y videógrafo asegura que estos vídeos no están destinados a Reels de Instagram ni a redes sociales de ningún tipo. 

"Es uno de los grandes misterios de mi trabajo", señala Agrimis. "Estos vídeos nunca se hacen públicos, la gente para la que los grabo quiere que estén bajo llave". Cuando de vez en cuando alguien le pide una foto o un vídeo más corto, añade, solo se publica en una cuenta privada de Instagram. 

"La mayoría de la gente probablemente solo ve el vídeo una vez, lo que resulta un poco duro después de dedicar semanas a un contenido magistral".

Sin embargo, tiene esperanzas de que uno de sus encargos de este verano pueda tener un gran impacto público: una película a gran escala destinada a convertir al cliente en un James Bond en la vida real, con presupuesto para efectos visuales.

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