Aunque la Unión Europea te suene algo lejana, este 2024 será el gran año electoral en el que hay mucho más en juego de lo que parece

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha abierto la puerta a presidir la institución durante un segundo mandato.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha abierto la puerta a presidir la institución durante un segundo mandato.
  • El anuncio de Charles Michel, que adelanta el fin de su presidencia en el Consejo Europeo a verano, abre la puerta a que el populista Viktor Orbán asuma sus funciones.
  • Las elecciones europeas de junio, muy marcadas por ciberamenazas impulsadas con IA, podrían acabar con el tradicional equilibrio político de Bruselas.

Lo que sucede habitualmente ante la celebración de unas elecciones europeas es que los comicios se leen siempre con un prisma nacional. 

Sucederá lo propio en junio, cuando se celebrarán las elecciones para constituir el décimo Parlamento Europeo, y donde parece que los analistas ya están centrados en cuestiones españolas, como la competición entre Sumar y Podemos o la extinción de Ciudadanos del último de los hemiciclos en los que todavía tenía representación el partido que fundó Albert Rivera.

Sin embargo, las elecciones europeas que se celebrarán en toda la zona euro entre los días 6 y 9 de junio de 2024 aparejan muchas más cuestiones. Un potencial auge de la extrema derecha implicará que, aunque Ursula von der Leyen esté dispuesta a presidir la Comisión Europea durante un segundo mandato, la legislatura comience con una agenda política diferente.

Si las prioridades comunitarias durante los últimos cinco años han estado centradas en la transición ecológica y la digitalización, amén de en la respuesta a los desafíos suscitados por la pandemia y por la guerra en Ucrania, un viro a la derecha en la Eurocámara haría que se replanteen muchas políticas desplegadas estos años.

El punto de partida es el siguiente: en las europeas de junio se votará para ver cómo se repartirán los 720 escaños de la Eurocámara. En 2019 estos asientos eran 705, aunque finalmente fueron 751 porque Reino Unido no abandonó las instituciones comunitarias hasta finales de octubre de ese año —las elecciones se celebraron a finales de mayo—.

Durante los últimos 25 años —desde 1999— la constante ha sido la siguiente: el PP europeo es la lista más votada y, en consecuencia, el grupo parlamentario más amplio. Detrás suele aparecer el grupo de los Socialistas y Demócratas (S&D), compuesto mayoritariamente por los partidos que conforman el Partido Socialista Europeo. En España, el PSOE de Pedro Sánchez.

Es en el tercer puesto de las listas votadas donde se encuentra la chicha, y donde más podrían hacerse notar los posibles cambios que se den en junio. Hasta ahora, populares y socialdemócratas se han entendido a la perfección a la hora de configurar las instituciones de la Unión Europea. Un resultado extraordinario de la extrema derecha podría hacer vacilar su habitual mayoría.

Por qué la confluencia de la extrema derecha en Europa puede acabar con el habitual equilibrio político de Bruselas

Ya hay síntomas de ello. En 2014, la Eurocámara estaba compuesta por 218 eurodiputados del PP europeo, 190 socialdemócratas y 73 escaños para el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR). Al año de que empezara esta legislatura, en 2015, la francesa Marine Le Pen logró crear un nuevo grupo parlamentario.

Los escaños del Frente Nacional francés de Le Pen estaban en el grupo de no inscritos —similar a los grupos mixtos en las Cortes españolas—, pero en 2015 la organización logró constituir un nuevo grupo, el grupo Europa de las Naciones y Libertades, con 37 eurodiputados. Sumado a los Conservadores y Reformistas, los dos grupos de ultraderecha sumaban ya 110 asientos.

En 2019, los populares lograron seguir siendo la lista más votada con 182 eurodiputados. Detrás, el S&D, con 153. Renovar Europa, el grupo al que se adscribió Ciudadanos, tercero con 108 escaños. Pero Identidad y Democracia —heredero del grupo Europa de las Naciones y Libertades— creció hasta los 73, mientras que los Conservadores y Reformistas Europeos obtuvieron otros 62 escaños.

Por eso, desde las elecciones europeas de 2019 la suma de los dos grupos de ultraderecha convierten a sus integrantes en la tercera fuerza en el Parlamento. Ambos grupos parlamentarios han mantenido encuentros estos años para tratar de confluir en uno solo, lo que supondría la constatación formal de esa magnitud.

Salvo invasión alienígena, estos son los retos políticos a los que se enfrenta el Gobierno en 2024

Por el momento no lo han conseguido. Partidos como el español Vox o Hermanos de Italia, de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, se adscriben al grupo de Conservadores y Reformistas Europeos. Matteo Salvini, vicepresidente de Italia en el Gobierno Meloni, ha invitado a esos partidos a integrarse en Identidad y Democracia (ID).

Sin ir más lejos, hace exactamente dos años se celebró una cumbre en Madrid por la cual se mantuvieron discusiones para una eventual fusión de los Conservadores y Reformistas e Identidad y Democracia. No se consiguió. La principal —y por ahora insalvable— diferencia: la postura de ID ante la invasión rusa de Ucrania.

De hecho, en abril del año pasado un partido finlandés abandonó Identidad y Democracia para volver a encuadrarse en los Conservadores y Reformistas denunciando los supuestos vínculos que la ultraderecha que se aglutina en el ID tiene con el presidente ruso, Vladímir Putin. El movimiento esboza una idea de todo lo que está en juego en Bruselas durante los próximos años.

Italia, Suecia, Finlandia, Grecia y Países Bajos desatan la alarma, las experiencias en España y Polonia invitan a la calma

En octubre de 2022 Italia conoció a su nueva primera ministra, Giorgia Meloni, y en Suecia se logró formar Gobierno con el apoyo de la segunda fuerza parlamentaria, la ultraderecha de los Demócratas de Suecia

En junio del año pasado Finlandia formó su nuevo Ejecutivo de la mano del Partido de los Finlandeses, otra opción de extrema derecha. En Grecia, al mismo tiempo, el primer ministro Kyriakos Mitsotakis retenía el poder, pero en el Parlamento griego entraban dos nuevas fuerzas ultra, Los Espartanos y Niki, mientras la izquierda se desplomaba electoralmente.

Entonces le llegó el turno a España. Muchos analistas advirtieron tras las elecciones generales de julio de 2023 la sorpresa que resultó que el PP y Vox no lograran la mayoría suficiente como para formar un Gobierno de coalición de derecha y extrema derecha, como vaticinaban la mayoría de los sondeos.

Tres meses después, la oposición proeuropea lograba una nueva mayoría en Polonia, con el expresidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, siendo el encargado de formar un nuevo Gobierno. Por último, en noviembre el ultraderechista neerlandés Geert Wilders daba la sorpresa ganando las elecciones en Países Bajos, donde todavía no se ha formado nuevo Gobierno.

Las encuestas dan por hecho el ascenso de la ultraderecha, pero no garantizan su 'sorpasso' 

Bien, ¿y qué dicen las encuestas electorales? Una de las proyecciones más recientes elaboradas por el equipo de Investigación y Análisis de Politico —uno de los medios más prestigiosos en Bruselas— vaticinaban la supervivencia de una "gran coalición" conformada por el PP europeo, los socialistas europeos, y los eurodiputados de ReNew, vinculados al centro liberal.

La prospección que hacía Politico hace apenas unas semanas dibujaba un escenario en el que el PP europeo cosecharía 175 escaños, el S&D unos 145, y ReNew 87, con lo que la suma de los tres grupos superaría holgadamente la mayoría absoluta, situada en 361 escaños.

Una eventual suma entre el PP europeo, ReNew y el grupo de Conservadores y Reformistas —Vox, Hermanos de Italia, etc— ascendería a 353 eurodiputados, lejos de esa absoluta necesaria para desbloquear la legislatura. 

Pero como advertía Politico, la extrema derecha sigue subiendo y un posible entendimiento entre los del grupo conservador e Identidad y Democracia lo pondría todo patas arriba. De hecho, el medio también dibuja un escenario en el que el grupo ID igualaría en escaños a los Conservadores y Reformistas, con otros 91 eurodiputados.

Así las cosas, y justo semanas después de que la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, entreabriera la puerta a ser candidata para un segundo mandato al frente del Ejecutivo comunitario, es importante recordar cómo se designa este puesto clave en Bruselas.

Viktor Orban, primer ministro de Hungría, en una sesión parlamentaria en Budapest.
Viktor Orban, primer ministro de Hungría, en una sesión parlamentaria en Budapest.

REUTERS/Bernadett Szabo

Tras las elecciones europeas, los Estados miembros designan a su candidato o candidata, atendiendo a los resultados de los comicios. El Parlamento Europeo será el encargado de aprobar el nombramiento del candidato por mayoría absoluta. El grupo más votado tiene el derecho desde hace una década de ser el primero en nominar a su candidato.

En caso de que no haya acuerdo en la Eurocámara, serán los Estados miembros quienes deberán proponer a otro candidato o candidata que esta vez será designado por los propios países mediante la mediación del Consejo Europeo, que iba a ostentar el belga Charles Michel hasta noviembre de este año, tras ser refrendado en marzo de 2022.

Sin embargo, hace escasos días Michel anunció que concurriría también en las europeas, abriendo la puerta a que el liderazgo de este órgano, el Consejo Europeo, recaiga en el populista húngaro Viktor Orbán, ya que desde julio Hungría asumirá la Presidencia del Consejo de la Unión Europea. Eso sucederá si no se le encuentra un sucesor a Michel a finales de junio.

El tiempo corre y aunque todavía hay mucha incertidumbre sobre lo que sucederá en las elecciones europeas de junio, hay una conclusión evidente: si la extrema derecha sigue ascendiendo, esto podría provocar una nueva configuración de mayorías que sería inédita en la Unión Europea y que, por lo tanto, cambiaría sus prioridades.

Unas prioridades que en esta legislatura que llega a su fin han consistido en el reparto de los fondos europeos para paliar los efectos de la crisis o la regulación de las grandes tecnológicas.

La IA generativa impulsará discursos radicales, aunque el reciente pacto migratorio ya no les dé tantos argumentos

La Presidencia Española del Consejo de la Unión Europea, que se prolongó entre julio y el 31 de diciembre de 2023, logró varios hitos, entre ellos la aprobación del esperado Reglamento de la IA que no entrará en plena aplicación hasta 2026. Sin embargo, también desatascó un controvertido acuerdo migratorio cuyas negociaciones llevaban estancadas más de un lustro: el pacto migratorio.

El acuerdo migratorio europeo era uno de los principales puntos por el que la extrema derecha clamaba a lo largo y ancho del continente. Finalmente, el acuerdo logrado bajo la tutela de la Presidencia Española —que llegó a ser recurrido por Hungría y Polonia en 2016, cuando allí gobernaban Orbán y Beata Szydło, de Libertad y Justicia—, no satisface a muchas organizaciones.

El acuerdo hace mucho más complicada el acceso a asilo a personas que acceden al bloque comunitario de manera irregular. Por esa razón, entidades como Amnistía Internacional han criticado que dicho pacto "causará casi con seguridad que más gente sea detenida de facto en las fronteras de la UE, incluidas familias con menores de edad".

También reaccionó Save the Children denunciando que con este pacto para los legisladores "la prioridad era cerrar las fronteras, no proteger a las personas, incluidas las familias y los niños que escapan de la violencia, los conflictos, el hambre y la muerte mientras buscan protección en Europa".

Superada la polémica en torno a este pacto migratorio, la estrategia electoral que seguirá la extrema derecha seguirá deteniéndose en las guerras culturales que se están despuntando en todo el planeta.

Para tratar de mitigar la desinformación e incentivar la participación en las elecciones, el Parlamento Europeo también empezó a esbozar el año pasado su estrategia comunicativa. Esta contará con la participación de celebridades e influencers, que serán una importante pata en la estrategia comunicativa que sigan las instituciones comunitarias en precampaña.

Todo esto está en juego en un concreto, además, muy marcado por las campañas de desinformación que se elaborarán mediante las herramientas de IA generativa que cada vez ganan más peso en la vida cotidiana.

Esa misma advertencia la lanzó el pasado mes de octubre ENISA, la principal agencia de ciberseguridad de la Unión Europea: en su informe de amenazas de 2023, el organismo advirtió de lo siguiente:

"La confianza en el proceso electoral europeo dependerá críticamente de nuestra capacidad de garantizar unas infraestructuras ciberseguras y de que la información que fluya sea íntegra y accesible. Ahora, dependerá de nosotros asegurarnos de que tomamos las acciones necesarias para cumplir esta delicada meta en nuestras democracias".

La advertencia venía firmada por el director ejecutivo de la propia ENISA, Juhan Lepassaar. "Las tendencias sugieren que la IA generativa está suponiendo una autopista por la que los actores maliciosos pueden generar sofisticados ciberataques a gran escala y con velocidades nunca vistas".

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