Redistribución, poder e identidad: los 3 debates más urgentes para un economista que vaticina "un mundo sin trabajo" por el auge de la IA

Control sobre la inteligencia artificial.

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  • Redistribuir la riqueza, controlar el poder de las tecnológicas y buscarnos otros propósitos: los desafíos de la IA y el futuro del trabajo para Daniel Susskind.
  • Daniel Susskind es catedrático y economista en la King's College e investigador en el Instituto de Ética en la IA de Oxford. Ha escrito Un mundo sin trabajo.

Daniel Susskind es uno de los mayores expertos del mundo en futuro del trabajo e inteligencia artificial. Autor de Un mundo sin trabajo, es catedrático de la King's College de Londres e investigador asociado en el Instituto de Ética en la IA de Oxford. Tiene una visión optimista sobre el impacto y la incidencia que espera de los sistemas de decisión automática en el mercado laboral.

Pero esa visión optimista no le aleja de conocer y compartir lo que a su juicio son los grandes desafíos que implican la irrupción de estas tecnologías en el ámbito laboral. Susskind, en una reciente visita a Madrid, con motivo del enlightED, un evento sobre el impacto de la IA en el mundo de la educación y el trabajo, desgranó lo que a su juicio son los 3 grandes desafíos.

En la charla que el economista impartió en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid hace unos días destacó, por ejemplo, que la automatización de tareas profesionales —descarta que desaparezcan puestos de la noche a la mañana, pero no que sí lo hagan determinados aspectos del trabajo— puede generar desigualdades si no se aborda adecuadamente.

Susskind, por ejemplo, considera que los humanos tendrán la posibilidad de atender 2 tipos de tareas y encomiendas profesionales en un futuro no tan lejano. Las primeras serán aquellas en las que los seres humanos todavía pueden "competir" con las máquinas a la hora de su realización. Las segundas tienen que ver con las tareas necesarias para desarrollar precisamente esta tecnología.

Por eso, para el experto de la King's College el desempleo en el ámbito tecnológico es "un desafío" en la redistribución de la riqueza. "¿Cómo repartimos la riqueza en una sociedad cuando la forma tradicional de hacerlo se ha acabado?", se preguntó.

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El segundo problema que Susskind veía en la irrupción de la IA en el mundo del trabajo no tiene tanto que ver con la economía. Tiene que ver con el poder.

"Es probable que nuestras vidas pasen a estar dominadas por empresas tecnológicas extremadamente poderosas y responsables del desarrollo de toda esta tecnología", abundó. "En el siglo XX nuestra principal preocupación sobre las empresas tenía que ver con su poder económico, nos preocupaban cosas como la concentración, los monopolios".

Por ello nacieron los mecanismos reguladores. "Ahora nuestra preocupación va a tener mucho más que ver con el poder político de las empresas y el impacto que estas tienen en la libertad, la democracia y la justicia social".

Sobre ello, Susskind advirtió que además de la falta de audaces mecanismos reguladores, el principal desafío a la hora de constreñir el poder político de las grandes multinacionales tecnológicas también tiene que ver con la ausencia de un marco de trabajo análogo al que sí sirve en el ámbito económico. El poder político no se mide en contabilidad.

Por último, la tercera cuestión sobre la que Susskind desarrolló otro desafío a la hora de entender y explicar la irrupción de los modelos de IA en el mundo del trabajo tiene que ver con la identidad. "A menudo se dice que el trabajo no es solo una fuente de ingresos para las personas, sino una fuente de realización".

"Si eso es así, el reto de un mundo con menos trabajo no es solo que vacíe el mercado laboral, sino que deje a algunas personas no solo con menos ingresos sino también con menos propósitos".

"Es importante pensar en todo esto", enfatizó el economista en Madrid. "La pandemia nos permitió asomarnos, en cierto modo, a lo que sería un mundo con menos trabajo. De la noche a la mañana despertamos y nos vimos sin trabajo, no porque los robots nos hubieran reemplazado, sino porque la crisis diezmó la demanda".

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