El océano Pacífico esconde un cementerio de naves espaciales: esto es lo que hay exactamente allí

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Google Earth; Business Insider

  • La caída de grandes satélites, así como estaciones espaciales u otros objetos orbitales, suponen una gran amenaza para los habitantes de la Tierra, si estos no son controlados.
  • Como resultado, muchas naciones han desorbitado viejas naves espaciales sobre el lugar más remoto de la Tierra, conocido con el nombre de Point Nemo.
  • Este "cementerio de naves espaciales" se encuentra a casi 2.700 kilómetros de distancia de cualquier terreno habitado y se ha convertido en el hogar de cientos de satélites muertos.
  • Las agencias y empresas espaciales han mostrado su preocupación por esta basura espacial y están trabajando en formas de prevenir su formación y limpiarla.
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El lugar más remoto de la Tierra es conocido por algunos nombres, como Point Nemo –en latín, 'nadie'– o Polo Oceánico de Inaccesibilidad. Concretamente, sus coordenadas exactas son 48 grados 52,6 minutos de latitud sur y 123 grados 23,6 minutos de longitud oeste.

Este lugar se encuentra a casi 2.700 kilómetros de distancia de cualquier lugar de la Tierra, lo que lo convierte en el lugar perfecto para arrojar naves espaciales obsoletas o no funcionales. Es por ello que alberga lo que la NASA ha bautizado como su "cementerio de naves espaciales".

"Está en el océano Pacífico y es prácticamente el lugar más lejano de cualquier civilización humana que se pueda encontrar", explicó la NASA.

Bill Ailor, ingeniero aeroespacial y especialista en reentrada atmosférica, aseguró a Business Insider que "es un gran lugar donde puedes dejar las cosas sin golpear nada".

Para "enterrar" algo en el cementerio, las agencias espaciales deben calcular un accidente en ese lugar. Los satélites más pequeños generalmente no terminan en Point Nemo, ya que, como explica la NASA, "el calor de la fricción del aire quema el satélite cuando cae hacia la Tierra a miles de kilómetros por hora. ¡Ta-da! Adiós satélite".

El problema son los objetos más grandes, como Tiangong-1: la primera estación espacial china, que se lanzó en septiembre de 2011 y pesa alrededor de 8,5 toneladas.

China perdió el control del laboratorio orbital de 10 metros de largo en marzo de 2016, y dos años más tarde acabó colapsando. Aunque China no tenía el control de Tiangong-1, finalmente consiguió asegurar su caída en el sur del océano Pacífico.

La zona de descarga de naves espaciales muertas

Los astronautas que viven a bordo de la Estación Espacial Internacional se encuentran en realidad más cerca del cementerio de naves espaciales que nadie. Esto se debe a que la estación se encuentra a unos 400 kilómetros sobre la Tierra y Point Nemo, cuando el laboratorio orbital sobrevuela –la isla más cercana está mucho más lejos–.

Entre 1971 y mediados de 2016, las agencias espaciales de todo el mundo arrojaron al menos 260 naves espaciales a la región, según Popular Science. Ese recuento ha aumentado significativamente desde el año 2015, año en que el total fue de 161, según Gizmodo.

Enterrada a más de 3 kilómetros de profundidad, se encuentran: la estación espacial MIR, de la era soviética; más de 140 vehículos de reabastecimiento rusos; varios de los barcos de carga de la Agencia Espacial Europea (como el ATV Jules Verne), e incluso un cohete SpaceX, según elSmithsonian.com.

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NASA/ESA/Bill Moede and Jesse Carpenter

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Sin embargo, estas naves espaciales muertas no se encuentran juntas. Aunque no todas las naves espaciales terminan en el cementerio, la probabilidad de que alguien sea alcanzado por los escombros es extremadamente escasa, independientemente de dónde colisione la nave espacial en la Tierra, tal y como explicó Ailor.

"No es imposible, pero desde el comienzo de la era espacial [...] la única persona que conocemos que haya sido tocada por un pedazo de escombros especiales fue una mujer de Oklahoma a la que estos rozaron el hombro", añadió.

Entrañaría un riesgo mayor dejar estas naves espaciales muertas en órbita.

La perniciosa amenaza de la basura espacial

Ilustración de la basura espacial (los satélites y los escombros no están a escala).
Ilustración de la basura espacial (los satélites y los escombros no están a escala).

Agencia Espacial Europea

Actualmente, unos 4.000 satélites orbitan la Tierra a distintas altitudes. Hay espacio para más, incluso para los 4.425 nuevos satélites que proporcionarían Internet y que Elon Musk y SpaceX desean lanzar en un futuro próximo.

Aparte de todos esos satélites, existen miles de estructuras de cohetes no controlados orbitando la Tierra, además de más de 12.000 objetos artificiales de tamaño parecido al de un puño, según Space-Track.org. Eso sin mencionar los innumerables tornillos, pernos, manchas de pintura y trozos de metal.

"Los países han aprendido a lo largo de los años que, cuando crean escombros, presentan un riesgo para sus propios sistemas, al igual que para todos los demás", apostilló Ailor.

El peor tipo de riesgo, según la Agencia Espacial Europea, es el que se presenta cuando una pieza de basura espacial golpea accidentalmente a otra pieza, en especial si los objetos son grandes.

Tales colisiones de satélites son raras, pero ocurren: una de ellas tuvo lugar en 1996; otra, en 2009, y dos en 2013. Estos accidentes, junto con la destrucción intencional de satélites espaciales, han generado innumerables piezas de desechos espaciales que pueden amenazar a los satélites en órbitas cercanas años después.

"Hemos descubierto que estos desechos pueden permanecer allí durante cientos de años", concretó Ailor, aclarando que algunos objetos situados a más altitud, como los satélites geosincrónicos, pueden permanecer en órbita durante miles de años.

Por ello, sacar las naves espaciales viejas de la órbita es clave para prevenir la formación de basura espacial, y muchas agencias y corporaciones espaciales están construyendo naves espaciales con sistemas para desorbitarlas –y aterrizarlas en el cementerio de naves espaciales–.

En este sentido, Ailor y otros científicos están impulsando el desarrollo de nuevas tecnologías y métodos que puedan atar, embolsar, tirar y eliminar los objetos obsoletos y sin control que siguen representando una amenaza.

Sin embargo, el obstáculo más importante que hay que superar es el de las políticas en el planeta Tierra. "No es solo un problema técnico, sino que la idea de propiedad también es un factor importante", aseguró Ailor. "Ninguna otra nación tiene permiso para tocar un satélite de Estados Unidos, por ejemplo. Y si otro país y organización fuera tras un satélite [...] podría incluso llegar a considerarse una declaración de guerra".

Por ello, para Ailor es importante que alguien reúna a las naciones para acordar un tratado que establezca derechos de salvamento similares a las leyes que existen en el mar, respecto a los objetos muertos o incontrolables en el espacio.

"Tiene que haber alguna forma para que las naciones y las empresas comerciales cuenten con alguna autoridad con el objetivo de perseguir algo", apuntó.

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