Las compañías de cruceros acaparan cada vez más islas y playas privadas ante la desmesurada masificación de las ciudades portuarias

Sebastian Cahill
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Family walking in the water towards a cruise ship.
David Sacks / Getty Images
  • Tras la pandemia, los lugares de crucero más populares se enfrentan a la masificación, especialmente cuando varios cruceros visitan una isla. 
  • Al ser propietarios de los terrenos que visitan, los cruceros pueden controlar la experiencia que desean sus viajeros.

Uno de los principales atractivos de los cruceros es la tranquilidad que prometen a sus pasajeros: playas de arena y mar sereno en el exterior, lujo en el interior.

Pero, ¿qué hacer cuando la masificación turística amenaza esa calma? Para las compañías de cruceros, las playas e islas privadas parecen cada vez más la respuesta.

La idea de comprar terrenos privados para una compañía de cruceros no es nueva —Norwegian compró por primera vez terrenos en las Bahamas para urbanizarlos a finales de la década de 1970—, pero cada vez es más popular, según The Wall Street Journal.

Ahora son muchas las compañías que compran, alquilan o buscan terrenos en las Bahamas y el Caribe, y los desarrollos no hacen más que acelerarse. Las compañías de cruceros están invirtiendo decenas de millones de dólares en la compra y construcción de extravagantes propiedades, según explicaron analistas a The Wall Street Journal, que informó de que el desarrollo de CocoCay, de Royal Caribbean, costó unos 250 millones de dólares (236 millones de euros).

Otras compañías no se quedan atrás. Carnival Cruise Line abrirá su isla privada Celebration Key a mediados de 2025; Disney Cruise Line enviará a sus visitantes a Lookout Cay, en Lighthouse Point, en junio de 2024.

Según Condé Nast Traveler, las islas ofrecen a las compañías de cruceros la posibilidad de satisfacer las expectativas de intimidad y tranquilidad de sus clientes y, al mismo tiempo, ganar el dinero extra que no obtendrían en los puertos públicos. Cuando la línea es propietaria de toda la isla, obtiene los beneficios de las bebidas, la comida o las actividades en las que puedan participar sus pasajeros.

Más aún, las islas privadas proporcionan una sensación de lujo y riqueza.

"Proporcionan una sensación de exclusividad a todo el mundo", explica a Condé Nast Traveler Beth Butzlaff, empleada de la compañía de viajes Virtuoso. "Nada dice más lujo que poder contar: 'He pasado un día en una isla privada'".

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Sin embargo, pueden surgir nuevos problemas cuando las industrias turísticas se alejan de las ciudades y países que dependen de su negocio.

Las economías turísticas son un juego de equilibrio entre las empresas de viajes y las infraestructuras locales, en el que las empresas suelen salir ganando, según la BBC.

El sector proporciona miles de puestos de trabajo a la población local, lo que contribuye a la estabilidad económica. En la región del Caribe, muchas economías dependen en gran medida del turismo: según un informe publicado en la revista del Fondo Monetario Internacional, representa entre el 7% y el 90% del PIB local.

Sin embargo, si las empresas turísticas subcontratan mano de obra y eliminan puestos de trabajo locales, el impacto en las comunidades locales puede ser devastador, según la BBC.

El impacto económico se ve agravado por las posibles repercusiones medioambientales.

Marcie Keever, directora de la ONG Amigos de la Tierra, declaró a Reuters que los proyectos de empresas como Disney en las Bahamas no tienen debidamente en cuenta el exceso de turismo y el impacto ambiental.

"¿Cuántos cruceros están previstos? ¿Cuál es el plan de expansión? ¿Qué supondrá semanalmente para la región? No hay nada en la [evaluación de impacto ambiental] sobre el impacto del número masivo de personas en estos barcos", señaló Keever a Reuters.

Disney no ha respondido a las peticiones de comentarios de Business Insider.

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