Drogas ocultas: los narcotraficantes están vendiendo sustancias ilícitas que solo se activan dentro del cuerpo

Drogas

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  • El metabolismo se ha convertido en un arma poderosa con la que los narcotraficantes pueden burlar a las fuerzas de seguridad: hay drogas que solamente se activan una vez están dentro del organismo.
  • Estas sustancias son profármacos, componentes biológicamente inactivos que causan efecto tras ser metabolizados por el cuerpo.

Al mercado ilegal llegó una nueva sustancia psicoactiva aproximadamente cada semana en 2021: la enorme diversidad de drogas es actualmente uno de los principales retos para toxicólogos y químicos forenses. Incluso las hay "invisibles": existen algunas que solamente se activan dentro del cuerpo.

No es magia, sino pura ciencia: los profármacos son sustancias que hacen efecto gracias al metabolismo, una vez que están dentro del cuerpo: enzimas digestivas o reacciones químicas son las responsables de activarlas. Interactúan con receptores específicos de las células cerebrales, estimulando o bloqueando determinados neurotransmisores cerebrales.

Después, las sustancias inician el camino de vuelta: se convierten en químicos inactivos y se eliminan del organismo, normalmente a través de la orina. 

Los narcotraficantes utilizan este tipo de componentes para engañar a las fuerzas del orden, detalla un reciente reportaje en The Conversation. Aunque tienen usos farmacológicos legítimos —entre el 5% y el 7% de los nuevos medicamentos aprobados entran en esta categoría—, su uso como drogas callejeras es un fenómeno relativamente nuevo.

El ejemplo del ALD-52

En el caso de los profármacos, es necesario eliminar o sustituir una pequeña parte de la molécula antes de que pueda actuar sobre esos receptores, algo que sucede mediante procesos naturales.

El ALD-52 (1-acetil-LSD) se trata de un profármaco que el organismo convierte en LSD tras eliminar dos átomos de carbono y uno de oxígeno. Apareció por primera vez en 1957, en una patente de Sandoz Laboratories publicada por Albert Hofmann y asociados. 

Fue detectado oficialmente por primera vez en 2016 por las autoridades de Francia, y el gobierno británico lo incluyó en su lista de sustancias controladas ya en 2014, pese a no existir informes sobre incautaciones de drogas o daños conocidos. En la última década, se han detectado numerosos profármacos.

La incautación de profármacos de LSD, como el ALD-52, aumentó en el pico de la pandemia en países como Italia, y se extiende por todo el globo: en Brasil, los primeros informes sobre esta sustancia aparecieron en 2022, mientras que las autoridades japonesas también informan de una cantidad crecieente de compuestos similares de LSD. 

El GHB, otra de las drogas recreativas más consumidas, también posee un profármaco equivalente: su nombre es GBL (gamma-butirolactona). Se suele vender como producto de limpieza, razón por la cual el Reino Unido introdujo controles más estrictos desde el año pasado: ya se clasifica como de clase B, en el mismo apartado que la ketamina y el cannabis.

 

Y la cosa no se queda hay: también hay profármacos que pueden eludir los controles y transformarse en anfetaminas y otras drogas psicoactivas, o formas de enmascarar el MDMA añadiendo una diminuta molécula que se elimina por reacciones químicas o en el estómago por contacto con el ácido gástrico.

El principal problema, tal y como recoge el artículo publicado en The Conversation, es la dificultad de detectarlos, ya que se precisarían equipos avanzados para analizar su estructura molecular, o muestras para comparar la droga. Mínimos cambios químicos pueden dar lugar a distintos patrones, por lo que estas drogas son fáciles de pasar por alto. 

Como antes de su ingesta, y después de ella, se convierten en componentes más clásicos, están ausentes de los casos de sobredosis letales. Es importante identificar qué droga se utilizó originalmente para poder incluirlos en una legislación más específica, como sucede en el caso de los profármacos del GHB.

En el caso de LSD, Francia, Japón y el Reino Unido han incluido nominalmente el ALD-52 y el 1p-LSD en sus leyes sobre sustancias controladas, mientras que en Estados Unidos y Canadá hay que demostrar que son análogos, o todavía no se contemplan en la legislación vigente.

Hasta la fecha, estas incautaciones son poco frecuentes y no alcanzan las cifras de las drogas de consumo más común, como la cocaína, el cannabis o la heroína, pero su auge en el mercado ilegal podría apuntar a un nuevo cambio de tendencia en cuando a las drogas ilegales.

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