Por qué Europa empieza a retroceder y corre el riesgo de entrar en otra crisis

Paul Taylor
| Traducido por: 
Pavel Ramírez
Mario Draghi, presidente del BCE.
Mario Draghi, presidente del BCE.
  • La unión bancaria acordada en la UE en 2012 como respuesta a la crisis financiera de hace una década sigue sin tener todos los elementos que se preveían.
  • El auge de los nacionalismos en toda Europa empieza a afectar a la banca, que se encuentra a medio camino entre un sistema federal y regulaciones nacionales.
  • El resultado empieza a notarse en toda Europa, donde ya se vislumbra la próxima crisis.

La destructiva bestia del nacionalismo ha vuelto a convertirse en una amenaza para el sector bancario de Europa.

7 años después de que los líderes europeos acordaran abordar la crisis de los bancos del continente poniéndolos bajo la supervisión de la UE, los distintos gobiernos nacionales y los reguladores están socavando todos los esfuerzos.

Los Gobiernos europeos acordaron en 2012 crear una unión bancaria con un único supervisor y un sistema de regulación para todos los bancos de la eurozona. Pero los principales elementos siguen faltando. Entre ellos, un esquema europeo a modo de seguro que protegería los ahorros de los ciudadanos de los 19 países del euro, asegurar las garantías de los países, así como una red de seguridad fiscal común para los bancos que fracasan.

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El resultado es un sector a medio camino entre un sistema federal y las regulaciones nacionales. Políticamente inviable esta unión bancaria, la eurozona muestra signos preocupantes de reincidencia en sus errores, lo que podría incrementar los daños que causase una eventual crisis financiera.

Siniestramente, los gobiernos, desde Berlín a Roma, están interviniendo para rescatar a los bancos en crisis con el dinero de los contribuyentes o mediante la explotación de las prerrogativas y las lagunas regulatorias nacionales respecto a las normas de la UE, con el objetivo de evitar los mecanismos de supervisión y resolución que implementaría el Banco Central Europeo.

Esto deja sin sentido las valoradas distintas velocidades de la UE. Evita que los débiles caigan, y obstruye las fusiones y adquisiciones transfronterizas necesarias para crear bancos paneuropeos saludables, capaces de financiar la economía de la eurozona y competir con Estados Unidos o países asiáticos.

Los casos de Alemania e Italia

Uno de los culpables de esto es Alemania. En las últimas semanas, la Baja Sajonia ha otorgado una garantía pública, con la bendición de Berlín, para que las cajas de ahorros alemanas de propiedad pública rescaten al prestamista en crisis Nord LB, que ha sido afectado por préstamos que no pueden cobrar a compañías navieras.

Nord LB tuvo el peor resultado en las pruebas de estrés de la Autoridad Bancaria Europea el año pasado. Alemania se aseguró de que sus cajas de ahorros se mantuvieran fuera de la supervisión de la UE insistiendo en establecer un umbral de activos alto para los bancos regulados por el BCE.

Mientras tanto, el gobierno populista de Italia, formado por partidos anti-establishment que habían jurado poner fin a los rescates de los contribuyentes a los bancos, ha presentado una garantía pública para salvar a la preocupada Banca Carige. El décimo mayor prestamista del país ha caído bajo administración temporal por supervisores del BCE.

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Incluso si dicha ayuda estatal es autorizada por el comisario de competencia de la UE, plantea inquietudes acerca de los dobles estándares en la aplicación de las reglas y en el uso de las lagunas regulatorias para evitar dañar a los accionistas políticamente influyentes y obligar a quienes han comprado bonos a asumir pérdidas.

Otro ejemplo del proteccionismo en el sector bancario es el esfuerzo por favorecer a los líderes nacionales, en lugar de dejar que las fuerzas del mercado hagan su trabajo. Berlín se ha negado a comentar nada sobre las continuas informaciones aparecidas en los medios de comunicación en las que se explica que el Gobierno alemán intenta organizar una boda concertada entre dos gigantes alemanes con problemas: Deutsche Bank y Commerzbank. Posee una participación del 15% en este último.

Tal megafusión podría crear un banco que sería "demasiado grande para quebrar", lo que aumentaría el riesgo para los contribuyentes. Al mismo tiempo, Berlín es el principal culpable en la restricción a los bancos extranjeros transfronterizos que tienen filiales en Alemania.

Con las manos atadas

Los banqueros que hablaron en la cumbre de POLITICO Finance en París el mes pasado fueron muy críticos con los obstáculos a los que se enfrentan para hacer negocios. Sugirieron que los reguladores nacionales están atando las manos de sus grupos bancarios transnacionales impidiéndoles mover el capital y la liquidez a través de las fronteras dentro del mercado europeo.

"Hay un conflicto entre la UE y las naciones", se quejaba Philippe Heim, director general adjunto de Société Genérále, el tercer banco más grande de Francia por activos. "No es posible tener beneficios mientras tratemos los flujos entre cada parte de la unión bancaria como flujos externos".

Jean-Pierre Mustier, CEO de UniCredit en Italia, que posee bancos en Alemania, Austria, Rumanía y Bulgaria, explicaba que los poderes del mecanismo único de supervisión y el mecanismo único de resolución del BCE deben extenderse para que las mismas regulaciones se apliquen uniformemente a todos.

"Europa necesita bancos más grandes para financiar a las pequeñas y medianas empresas. Necesitamos asegurarnos de que el sector bancario sea visto como un solo sector. Un balance en Alemania e Italia debe significar lo mismo", añadía.

No todas las noticias son malas. El supervisor único del BCE para los grandes bancos ha ayudado a elevar los estándares y la transparencia en la zona euro, aumentando la confianza del mercado en el sistema bancario, y los legisladores de la UE acaban de finalizar las nuevas reglas para el tratamiento de los préstamos improductivos.

Pero algunas líneas apuntan en la dirección equivocada. El desafío de la disciplina presupuestaria de la UE por parte del Gobierno inconformista de Italia le ha dado a la llamada "nueva Liga Hanseática" de países pequeños y fiscalmente conservadores nuevos motivos para rechazar cualquier presupuesto común, respaldo fiscal o garantía de depósito para el área de la moneda única.

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Los países del norte, incluida Alemania, siguen añadiendo requisitos previos antes de abrirse a compartir más riesgos. Primero, era que los bancos debían deshacerse de los préstamos incobrables heredados. Luego, insistieron en que los prestamistas debían reducir su exposición a los bonos soberanos del Estado de origen o asumir cargos de riesgo. Ahora, añaden que primero deben armonizarse las leyes de insolvencia europeas.

Los líderes de la UE prometieron en 2012 romper el "círculo vicioso" entre los bancos y los países soberanos. Joerg Kukies, secretario de estado del Ministerio de Finanzas de Alemania, insistió en la cumbre de POLITICO en que la UE había hecho "un progreso muy importante para romper el vínculo entre el rendimiento de los bancos y el dinero de los contribuyentes", ya que ahora cada banco tiene mayores reservas de capital disponible que pueden ser utilizadas antes de tener que recurrir a fondos públicos.

Pero hay mucho más por hacer. Tan importante como una garantía de depósito a nivel de la UE o una red de seguridad fiscal para la resolución bancaria, es transferir toda la supervisión bancaria al nivel europeo y cortar las alas a los reguladores nacionales.

Hasta que esto suceda, la UE no tendrá una unión bancaria verdaderamente a prueba de tormentas. Lamentablemente, parece que tendremos que pasar otra crisis financiera para comprobarlo.

 Este artículo fue publicado originalmente en la web de Político Europa.

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