He probado la técnica 'brain dump' durante una semana y he logrado gestionar mis pensamientos acelerados, mejorar la concentración y despejar mi mente

Sarah Jackson,
Brain
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Cuando oí hablar por primera vez del brain-dumping no le di mucha importancia, aparte de tener dudas sobre su extraño nombre.

Sin embargo, después de leer sobre el tema, decidí probarlo durante una semana. Descubrí que funcionaba mejor de lo que pensaba y me ayudaba a empezar el día con buen pie, organizada y al tanto de las tareas que tenía por delante.

En esencia, el brain-dumping consiste en "volcar" todos los pensamientos, preocupaciones, preguntas persistentes y tareas pendientes en la cabeza sobre el papel u otro medio, a menudo con el objetivo de despejar la mente o ayudar a controlar el estrés o la ansiedad.

"Puede aliviar mucha ansiedad, sobre todo en el caso de las personas que tienen pensamientos acelerados constantes o que tienden a pensar demasiado en las cosas", explica a Business Insider la psicóloga Marsha Brown

"Saca esos pensamientos de la cabeza para que no estén constantemente rebotando por ahí y los pone en algún sitio, para que las personas sepan que no se van a olvidar, que están escritos en algún sitio y que se pueden ocupar de ellos más tarde".

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Los brain dumps suelen hacerse a primera hora de la mañana o justo antes de acostarse por la noche.

Por la mañana, la práctica puede ayudar a mejorar la concentración al reducir las distracciones, dice Brown. Por la noche, los brain dumps pueden ayudar a acallar los pensamientos acelerados y a "apagar" el cerebro para poder dormir.

Durante esta semana, probé a hacerlo por la mañana, porque me interesan más los posibles beneficios que pueden ofrecer en ese momento del día. Cada mañana, anotaba las tareas del día y otras cosas que tenía en mente. 

Me ayudó a tener todo en un solo lugar y a ver todas las tareas pendientes de una sola vez para poder estructurar mi día en consecuencia.

En mis volcados de ideas, también incluí las preguntas a las que daba vueltas. Al escribirlas, era como si les diera otro lugar a donde ir para que no ocuparan espacio, poder mental y energía en mi cabeza que podría ser mejor empleada en otras cosas.

Poner estas preguntas por escrito dio a mi mente la libertad de dejar de estresarse por ellas, porque sabía que solo las estaba archivando temporalmente y que podría volver a ellas más tarde.

Esta práctica sintetizaba rápidamente mis pensamientos y tareas en una pequeña instantánea de mi día, de modo que podía priorizar en función de las cosas que tenía que hacer y de las preguntas que tenía que responder.

Me resultaban tan útiles por las mañanas que también los hacía antes de acostarme, sin siquiera planearlo. 

En un post-it o en una ficha, garabateaba las cosas que tenía que hacer al día siguiente y ponía el papel en la tapa del portátil para verlo a primera hora de la mañana. Era agradable empezar la mañana siguiente organizada y preparada para el día. 

Al final de la semana, me alegré de haber probado el brain-dumping. No es tan desagradable como su nombre indica, y es mucho más útil.

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