Gano 700.000 euros al año entrenando a jugadores de 'League of Legends': "No sé ni cuántos clientes hay en mi agenda"

El entrenador de videojuegos profesional, Mark Neace.
El entrenador de videojuegos profesional, Mark Neace.

Mark Neace

Este artículo se basa en una conversación con Mark Neace, un joven de 33 años de Virginia (Estados Unidos) que se convirtió en streamer profesional de videojuegos. La conversación ha sido editada para ofrecer una mayor claridad y concisión. Business Insider ha verificado los ingresos de Neace a través de diversa documentación.

Crecí en un pequeño pueblo de Maine, en Estados Unidos. Mis padres eran personas muy trabajadoras, pero ninguno fue a la universidad y hubo mucha presión para que yo fuese cuanto antes.

En 2007, nada más terminar el instituto, ingresé en la Full Sail University de Florida, un centro de diseño y artes digitales.

La cuestión de la deuda universitaria en Estados Unidos es algo muy serio. Cuando volví a casa después de la universidad, tuve problemas para encontrar trabajo. Mis padres estaban estresados porque habían tenido que avalar mis préstamos para poder estudiar y debían casi 100.000 euros.

Llegó al punto de que, para aliviar la situación, decidí alistarme en el ejército

Por aquel entonces me gustaban mucho los videojuegos y me frustraba no poder encontrar trabajo relacionado con el sector. No me enamoraba nada de lo que hacía.

Entonces me destinaron a Afganistán. Afortunadamente, mi experiencia en el ejército fue positiva. Independientemente de lo que opinen los demás sobre el conflicto y lo que estaba sucediendo allí, me pareció una oportunidad genial para poder conocer a gente maravillosa.

Lo pasé bastante bien, aunque hubo mucha gente a la que conocí que no pudo volver a casa y eso fue muy duro.

Después de 3 años y medio en el ejército y de mi año en Afganistán, pude volver a casa casi sin deudas. Por fin conseguí pagar todos los préstamos y pensar en lo que iba a suceder a continuación.

Cuando estuve destinado como sargento y analista de inteligencia, mi comandante me dijo que podía acabar como oficial si quería seguir en el ejército, pero yo quería ser streamer profesional de videojuegos. Mientras estaba en Afganistán no paraba de ver a Ninja, el famoso streamer. Quería intentarlo por mi cuenta.

Cuando terminé el ejército tenía unos 30.000 euros en el banco y esperaba que, si trabajaba muy, muy duro, lo del streaming funcionaría.

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Pensé en empaquetar todas mis cosas y llevármelas a Los Ángeles para intentar ir a por todas con el streaming

Mis padres estaban horrorizados, pero me subí a mi Saturn Ion y crucé el país en coche. Viéndolo desde la distancia, la decisión fue un poco imbécil: pensé que había que estar en Los Ángeles para ser streamer. Aun así, sirvió para mudarme con otro youtuber que tenía un poco más de éxito en ese momento.

Me puse a hacer contenido, retransmitiendo 8, 10 o 12 horas al día durante un par de años. Jugaba y retransmitía principalmente League of Legends, pero también me convertí en la primera persona del mundo en alcanzar el nivel 30 de Destiny.

Mi canal empezó a morir hace 4 o 5 años. No ganaba lo suficiente como para estar satisfecho con lo que hacía. En ese momento intenté conseguir un trabajo en Riot Games. Me llevaron en volandas y pensé que la entrevista había sido espectacular, pero no fue así. No me contrataron. Estaba súper desmoralizado, así que volví a hacer streaming.

Un día, mientras estaba en directo, le dije a alguien: "Oye, si me pagas 20 euros, revisaré tus jugadas". Eso fue, literalmente, lo que inició mi negocio: jugadores casuales que querían que alguien que supiera lo que estaba pasando les explicara cómo ser mejores. Ese primer día revisé algo así como 15 repeticiones. Pasé de no ganar nada con los directos a ganar mucho dinero.

El negocio seguía creciendo, pero el momento eureka vino gracias a mi mujer

En ese momento ganaba entre 60 y 70 euros entrenando y revisando repeticiones en mi canal de YouTube. Mi mujer me dijo que debía montar una página web. Creé la web y tuve que poner precio a mis servicios. Decidí fijarlos en 100 o 120 euros. Una vez que publiqué la página, empezaron a contratarme. Conseguía 6 clientes cada día, todos los días, a 120 euros cada uno.

Incluso viviéndolo en primera persona, no podía creer la cantidad de gente que estaba interesada en el servicio. Pensaba que era mentira.

Ahora me dedico a entrenar en directo y, además, a hacer coaching personalizado. Actualmente cobro cerca de 250 euros por una sesión en directo y 300 por el coaching privado. Me he dedicado a esto durante aproximadamente 2 años y ha sido un no parar. Todavía no he tenido que bajar los precios.

Una de las razones por las que creo que me he hecho popular es que soy muy bueno siendo directo, contundente y agresivo cuando tengo que hacerlo, porque se trata de una cuestión que me importa.

A la mayoría de los clientes no les importa hacerlo en streaming

Cuando empecé, pensé: "Seguro que la gente no quiere que la expongan en YouTube y se burlen de ellos". Pero solo un 15% de la gente que paga el coaching privado se niega a que grabe su clase. He entrenado a abogados, médicos y CEO.

Acabo de entrenar al director de un bar; he entrenado a grandes streamers como Ninja; he entrenado al defensa de los San Francisco 49ers de la NFL, Kalia Davis; he entrenado a uno de los integrantes de la boyband  Why Don't We.

En 2020, el primer año en el que dediqué completamente entrenar, gané alrededor de medio millón de euros. Obviamente, no me esperaba esta repercusión. Llegó a un punto en el que mi pareja y yo tuvimos que buscar a otro asesor fiscal.

En los últimos 12 meses he ganado casi 700.000 euros con el coaching. No tengo ni idea de cuántos clientes hay en mi agenda, soy como un gimnasio en el que no importa si vuelves o no. En este momento es como una puerta giratoria.

He estado ampliando el negocio y contratando a otros entrenadores profesionales. Ahora mismo no estoy del todo convencido de que vaya a poder crecer de forma tradicional, pero todavía trato de ver cómo puedo diversificar e impulsar el negocio en otros medios o formatos.

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