"Glovo se está aprovechando del emprendimiento y del ecosistema de las startups para crecer a toda costa", según un empresario infiltrado en la compañía

Un repartidor de Glovo en bicicleta por las calles de Milán, Italia.
Un repartidor de Glovo en bicicleta por las calles de Milán, Italia.
  • El fundador de Ya.com y director de Alianzo, José Antonio Gómez del Moral, se infiltró entre los repartidores de Glovo para conocer su comunidad y los derechos de los que gozan.
  • Ahora, a raíz de la reciente sentencia del Tribunal Supremo, el empresario publicó un artículo en Gananzia en el que critica varias acciones de la compañía y propone soluciones a su política.
  • En conversación con Business Insider España, el inversor arremete contra "cláusulas abusivas" de la empresa, como la política de vacaciones o la presunta cesión de cuentas de repartidores a terceros. Glovo, por su parte, lo niega.
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El confinamiento de principios de año cogió con el pie cambiado a la mayor parte de la población española, relegada a permanecer encerrada en casa la mayor parte del tiempo y, en muchos casos, a dejar de trabajar debido a las medidas de cuarentena.

Este mismo contexto fue el que se encontró José Antonio del Moral, socio director de Alianzo y fundador de Ya.com, cuando se encontró solo en casa a mediados de marzo. Su solución para desembarazarse del confinamiento de forma legal: "infiltrarse" entre los riders de Glovo y surcar las calles con la única compañía de una bicicleta, una mochila y un teléfono móvil.

Las experiencias de Del Moral en su paso por la compañía, recogidas en este artículo publicado en Gananzia, fueron cuando menos dispares. En conversación con Business Insider España, el empresario asegura que, a pesar de que disfrutó del trabajo realizado, la conocida startup unicornio estaría "buscando el puro pelotazo jugando con la inversión", además de realizar algunas acciones que no duda en calificar de ilegales. 

"Se aprovechan de un vacío legal, el de los riders, muchos de ellos sin papeles, del emprendimiento y del ecosistema de las startups para un negocio que no tiene nada de innovador", señala Del Moral, aunque no duda en reconocer "lo difícil que es" ponerse en la piel de los que están detrás del negocio. "Es oportunismo por una situación laboral compleja para su propio beneficio, pero lo que buscan es crecer a toda costa para venderse al mejor postor", resalta, siempre como opinión personal.

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Al paso ha salido también la propia empresa, que defiende cómo la nueva economía busca nuevas fórmulas para poder ofrecer servicios y productos adaptados a los cambios en las formas de consumo. En este caso, "las nuevas fórmulas se caracterizan por un alto grado de independencia y libertad, pero en ningún caso precariedad", asegura un representante de Glovo en relación a los riders. Su función, asegura, es "intermediar y facilitar" la relación entre comercio y consumidor, a la vez que permite combinar el trabajo de repartidor con otras actividades como ingreso extra, en sus propias palabras.

Este es, precisamente, uno de los puntos clave de la crítica de Del Moral. A ojos del inversor, la mayor pega que se puede poner a las condiciones laborales de Glovo es que no son equitativas entre los distintos modelos de riders. Esto es, que la empresa debería distinguir a los repartidores que utilizan la app como fuente de ingresos extra —"ese fue mi caso"— de los que dependen totalmente de ella y tienen un empleo de reparto a tiempo completo. Los primeros, propone, deberían ser autónomos; los segundos, parte de la plantilla.

Cláusulas abusivas y una política poco independiente

Un 'rider' de Glovo.
Un 'rider' de Glovo.

La visión de Del Moral se alinea bastante con la del Tribunal Supremo, que el pasado mes de septiembre desdijo a la compañía y aseguró que la empresa "no es una mera intermediaria en la contratación de servicios entre comercios y repartidores". La sentencia, no exenta de polémica, falló a favor de los ridersy pasó a considerarlos falsos autónomos, al menos en el caso de Glovo, y a sentar un antes y un después en la batalla judicial que ambos bandos llevan litigando en el último año.

Otro de los puntos en los que más se centró el fallo del Alto Tribunal es la dependencia de la aplicación de Glovo que tienen todos los repartidores a la hora de realizar entregas, sobre todo en las llamadas "horas diamante" (de 21.00 a 23.00 de la noche), que la empresa promociona pagando 1,8 veces sobre el precio base de las entregas básicas. "Debería hacerse con una empresa independiente. Si no estás activo durante esas horas, el algoritmo te penaliza; entonces dejas de recibir pedidos", critica Del Moral.

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Esta política, que el inversor ve como una clara falta de autonomía por parte de los riders, es "una de tantas cláusulas abusivas" que mantiene la aplicación, como serían "el derecho a coger 18 días de vacaciones sin pagar" o "la que les permite resolver tu contrato si les criticas".

Ambas acusaciones han sido negadas por la compañía, que alude a la libertad del trabajador para decidir cuándo conectarse, con qué plataforma hacerlo y cuándo cogerse sus vacaciones; las rescisiones de los contratos, por su parte, se darían "en casos muy puntuales y siempre basándose en causas objetivas", resalta la compañía.

Lo que no se puede negar es la evidente influencia del algoritmo en los pedidos y, por tanto, en el día a día de cientos de riders que podrían pasarse horas disponibles sin recibir pedidos, y por tanto dinero. Haya o no un abuso de este algoritmo por parte de algunos colectivos, lo que Del Moral tiene claro es que su funcionamiento no debería depender de Glovo, sino de una empresa independiente.

"Debería de ser una especie de subasta que busca en todo momento el equilibrio de precios entre empresa y repartidores, con un precio mínimo. Esto eliminaría también la absurda necesidad de reservar horarios de manera previa", recoge.

Repartidores sin papeles, cuentas falsas y mafias de riders

Repartidor de comida a domicilio de la empresa Glovo

Uno de los puntos más conflictivos de la relación de Del Moral con Glovo es el relativo a la comunidad de riders con la que le tocó lidiar. Según relata, la mayoría de las cuentas de la aplicación estarían controladas por mafias que las gestionan y distribuyen.

"La mayoría son de venezolanos que se han organizado y que controlan las cuentas. Al fin y al cabo yo lo entiendo: tú vienes a España sin papeles, buscas a los tuyos y ellos te dan trabajo", comenta. Pero este mecanismo de reparto de cuentas no es cosa menor para el resto de la comunidad de riders.

Los riders dependen por completo de la aplicación de Glovo, que es la que les avisa de si pueden o no aceptar un reparto en función de un algoritmo. Cuando los pedidos son menores al número de riders en activo en ese momento, es la empresa y su inteligencia artificial la que distribuye los trabajos en función de ciertos criterios como la regularidad, las valoraciones y, sí, la antigüedad. Es por ello que las cuentas con más trayectoria, como las que Del Moral dice son propiedad de las "mafias", son tan valiosas. A igualdad de condiciones, el que cuenta con un perfil de repartidor más antiguo siempre recibirá más trabajo, por lo que podrá cobrar más al final del día. 

Al respecto, Glovo defiende que ni la mayoría de repartidores son extranjeros ni la plataforma permite la cesión de cuentas a terceros, una acción ilegal que, en cuanto se tiene constancia, el propio sistema de la aplicación tiene mecanismos para denunciar. "Sin embargo, estas prácticas irregulares son minoritarias", concreta un portavoz de la compañía. También lo ha señalado así, al hilo del artículo, el propio fundador de la empresa, Óscar Pierre, en su perfil de Twitter.

"Lo que hacen mucho es trabajar para Glovo, trabajar bien, y luego dedicarse a otra cosa. Entonces las cuentas se reciclan", comenta Del Moral. "Que este sea nuestro ejemplo de startup de éxito en España no dice demasiado bien del ecosistema. Airbnb, por ejemplo, sí aporta más (no muchísimo, pero sí más) tanto para el que alquila como para el empleado, por muchos peligros que tenga", resume el empresario.

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