Esta IA puede redactar contenidos académicos con bastante precisión, lo que abre un debate ético sobre la autoría humana en colaboración con máquinas

Fotograma de 'Blade Runner'.
Fotograma de 'Blade Runner'.

Warner Bros Pictures

"Las pruebas sirve [sic] para sacar lo mejor de ti mismo y no hay otra forma más digna de demostrar tu fortaleza que hacerlo cuando las cosas se ponen difíciles". Aunque pueda resultar sorprendente, la cita no viene de ningún humano, sino de una Inteligencia Artificial.

Copy.ai es tan solo una de las herramientas basadas en aprendizaje automático –machine learning– del extenso catálogo, aunque en este caso se pueden apreciar algunos errores gramaticales.

Aunque existen otras que han superado dichas barreras, como la desarrollada por OpenAI, bautizada como GPT-3. Según cuenta Scientific American, es capaz de redactar un texto académico con lenguaje muy técnico. 

Desde su creación en 2020, esta IA ha sido capaz de redactar un reportaje, libros en tan solo 24 horas e incluso publicaciones de personajes ya fallecidos, adaptando su estilo propio.

En Scientific American hicieron un experimento para poner a prueba a esta IA y le pidieron que escribiera un artículo sobre sí mismo.

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"Primero, GPT-3 es bastante nuevo y, como tal, hay menos estudios al respecto. Esto significa que tiene menos datos para analizar sobre el tema del artículo", ha explicado Almira Osmanovic en la revista. 

"En comparación, si tuviera que escribir un artículo sobre el alzhéimer, tendría montones de estudios para analizar y más oportunidades para aprender del trabajo existente y aumentar la precisión de su redacción", ha agregado.

El resultado fue un contenido redactado por GPT-3 en apenas 2 horas, aunque las cosas se complicaron a partir de aquí. El artículo científico fue enviado a una prestigiosa revista de IA, aunque GPT-3 no tenía apellidos.

A nivel legal, Osmanovic preguntó a la IA directamente si estaba de acuerdo en ser el primer autor de un artículo firmado junto a él, a lo que GPT-3 respondió con un rotundo "sí".

Todo el experimento abre un amplio debate ético sobre el uso de la IA para redactar contenidos académicos, a raíz de la polémica sobre la IA de Google que había cobrado conciencia de sí misma. Terrorífico, ¿verdad?

"Tal vez no conduzca a nada. La primera autoría sigue siendo uno de los elementos más codiciados en la academia, y es poco probable que desaparezca debido a un primer autor no humano. Todo se reduce a cómo valoraremos la IA en el futuro: como socio o como herramienta", ha concluido. 

En definitiva y a la espera de que la Academia responda al contenido de forma afirmativa, se plantea una gran pregunta: ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas en el mundo real?

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