He dejado mi trabajo en McKinsey ganando más de 180.000 euros al año: estaba destrozando mi salud mental

Jane Zhang
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Un antiguo trabajador de McKinsey & Company (no aparece en la foto) cuenta su experiencia en la consultoría y por qué se marchó.
Un antiguo trabajador de McKinsey & Company (no aparece en la foto) cuenta su experiencia en la consultoría y por qué se marchó.

Abrice Cofrini/AFP via Getty Images; iStock; Rebecca Zisser/BusinessInsider

  • Un extrabajador de McKinsey & Company explica que, a pesar de ganar más de 180.000 euros, decidió dejar su puesto porque estaba afectando a su salud mental.
  • "Mi jornada habitual era de 7:30 a 23:30", "los socios se volvían locos si alguien cometía un error", relata esta persona que ha preferido mantener su anonimato.

Este artículo se basa en una conversación con un antiguo asociado de McKinsey & Company que trabajó en la empresa durante un año y medio. Ha hablado bajo condición de anonimato por motivos de privacidad. Business Insider ha verificado su identidad y su trabajo en McKinsey. La transcripción se ha editado por razones de extensión y claridad.

Entré en McKinsey como asociado en 2021. Siempre supe que al principio lo pasaría mal, pero esperaba que fuera por poco tiempo. Sabía que el trabajo sería un reto y también esperaba que, si aguantaba, podría desarrollar mis herramientas analíticas y aprender a resolver problemas realmente bien.

Pero echando la vista atrás, me arrepiento de cómo abordé mi estancia en McKinsey.

Hubo poco aprendizaje

Una de las cosas con las que tuve problemas fue la falta de formación. Se supone que es una cultura en la que prima el aprendizaje, pero esa no fue mi experiencia.

Se espera que empieces a trabajar desde el primer día. Yo estaba allí para aprender, por lo que resultó muy frustrante que no hubiese nadie para enseñarme. Necesitaba que alguien se sentara conmigo y me enseñara lo básico necesario para el trabajo, como resolver problemas en una reunión, redactar un discurso y corregir mis errores.

Estaba solo en mi asiento mientras mi jefe se concentraba en su otro trabajo, y sentía que no estaba aprendiendo nada. De hecho, escuché a empleados con más experiencia comentar que los nuevos analistas no éramos buenos porque no se nos enseñaba nada.

Mi jornada habitual era de 7:30 de la mañana a 11:30 de la noche

Como consultores, no teníamos que investigar a fondo porque teníamos equipos que investigaban por nosotros. También teníamos un equipo al que podíamos llamar si necesitábamos ayuda con Excel, otro para hacer nuestros PowerPoints y un equipo para organizar llamadas con expertos.

Es curioso porque la gente me pregunta: "Si tenías todo eso a tu disposición, ¿qué hacías?".

Mis días consistían principalmente en asistir a reuniones de resolución de problemas en las que enseñábamos a los socios nuestras presentaciones y recibíamos sus comentarios, tomábamos notas y las revisábamos antes de la siguiente reunión, que podía ser más tarde ese mismo día o al día siguiente. A veces tenía tres reuniones de este tipo al día, todas sobre presentaciones diferentes.

También tenía que dedicar tiempo a hacer análisis para nuevas páginas de la presentación, así como en reuniones con clientes y en llamadas con expertos.

En un día normal, trabajaba desde las 7.30 o las 8.00 hasta las 23.30. Y a un ritmo desenfrenado: no me levantaba de la mesa, me olvidaba de comer y perdía peso sin parar. Apenas me acordaba de ir al baño. Solo me acordé de levantarme cuando me di cuenta de que mi perro con carita de pena.

Y aunque teníamos un presupuesto para eventos de trabajo de ocio, a algunas personas no les gustaba asistir porque tenían un montón de trabajo pendiente esperándoles cuando llegaban a casa.

Ezra Gershanok ha sido analista empresarial en McKinsey & Company.

Un buen ejemplo de esto es que tuve muchas cenas de equipo en las que algunas personas llamaban a su Uber en secreto por debajo de la mesa para poder llegar a casa y seguir trabajando. Por lo tanto, las cenas dejaban de ser divertidas.

El listón en McKinsey era mucho más alto que en mi anterior consultora

En general, me parece que la gente odia a los consultores. Creen que lo único que hacen es cobrar y que en realidad no aportan ningún valor. Pero muchas consultoras consiguen proyectos en función de los resultados, y McKinsey no podría ser McKinsey sin resultados.

He leído comentarios en las redes sociales que dan por sentado que en McKinsey hay un montón de idiotas con sueldos demasiado altos. Pero en realidad no es así: la cultura de la empresa es "asciende o te vas", por lo que el nivel es bastante alto.

Tuve la oportunidad de resolver un montón de problemas con algunos de los mejores solucionadores. La empresa hace todo lo posible por ofrecer a los clientes una experiencia a medida, a diferencia de las Big Four (Deloitte, PwC, Ernst&Young y KPMG).

Anteriormente había trabajado en otra consultora, y mi experiencia allí comparada con McKinsey fue radicalmente distinta. El trabajo en McKinsey era mucho más duro y el listón estaba mucho más alto. En McKinsey todo es mucho más personalizado.

Algunos socios eran mezquinos

El personal de McKinsey fue lo mejor y lo peor de mi experiencia. Todos los analistas y asociados eran geniales, pero algunos socios eran muy mezquinos. Se volvían locos si alguien cometía un error y menospreciaban el trabajo y las ideas de los demás.

Mis amigos de McKinsey siempre decían que tuve muy mala suerte con los socios con los que tuve que trabajar.

Aunque no era algo cotidiano, hacían llorar a algunos analistas y asociados. Un socio revisó una vez una de mis diapositivas, empezó a reírse histéricamente y dijo que era la peor diapositiva que había visto nunca. Otro gritó y se burló de la gente hablando de ellos a sus espaldas, y también a la cara.

Pero uno de mis recuerdos favoritos también tiene que ver con la gente de McKinsey. Una vez, un socio me gritó delante de todo el equipo porque pensaban que iba a incumplir un plazo, pero yo sabía que se equivocaban y no lo incumplí.

Acabé llorando.

Mi equipo se sintió tan mal por mí que me apoyó y todos dejamos de trabajar esa noche. Uno de mis compañeros fue a por unas botellas de vino y bebimos en la sala del equipo; se respiraba mucha camaradería.

Decidí tomarme un descanso por salud mental; ya no podía más

Después de un año trabajando en McKinsey, estuve de baja tres meses por salud mental. Me estaba llevando literalmente al límite. No podía más.

Lloraba mucho y tomaba más medicación para la ansiedad de las que había necesitado nunca antes de incorporarme. La semana anterior a mi decisión de marcharme, tenía picos de euforia, luego lloraba, y luego estaba demasiado estoico.

Comuniqué a mi jefe de grupo de desarrollo, un mentor asignado por McKinsey, que estaba pensando en pedir una baja por salud mental de corta duración. Ni siquiera me puse nerviosa al plantearlo por lo normal que me parecía: conozco a otros empleados de McKinsey que también han cogido bajas por motivos de salud debido al desgaste mental.

Antes de McKinsey, ni siquiera sabía que existían las prestaciones por salud mental. Ahora conozco a más de uno que las ha recibido. El desgaste, sumado a la carga de trabajo, era una locura.

He oído a muchas personas, incluido yo mismo, decir: "No me pagan lo suficiente por esta mierda", y lo pienso de verdad. No creo que el sueldo fuera suficiente para lo que hacíamos, a pesar de que yo ganaba más de 200.000 dólares cuando me fui (casi 190.000 euros).

Durante mi descanso, intenté dedicarme a nuevas aficiones y me di cuenta de que las odiaba todas. Intenté salir más de casa, pero no lo conseguí por lo deprimido que estaba. A veces, tenía que contratar a un paseador de perros aunque estuviera en casa porque sentía que no podía soportar salir a la calle. Llegó un momento en que ni siquiera podía cuidar de mí mismo, así que mi madre vino a la ciudad para ayudarme y cuidar a mi perro.

Finalmente, decidí marcharme oficialmente porque me di cuenta de que si trabajar aquí deterioraba mi salud mental, ¿por qué iba a quedarme? ¿Por qué querría permanecer en un lugar que me hace estar en un lugar tan oscuro mentalmente?

 

Me arrepiento de no haber sido más firme cuando estaba allí

El problema con McKinsey no era el volumen de trabajo: estoy acostumbrado a trabajar duro, a trabajar muchas horas y a lidiar con la frustración. Creo que fue la gente que me machacaba y me hacía sentir que nunca era suficiente lo que realmente me destrozó.

Hace más de un año que lo dejé oficialmente y ahora me siento mucho mejor. Estoy volviendo al mercado laboral y haciendo entrevistas. Siempre dicen que una vez que vas a McKinsey, puedes ir a cualquier parte, pero el mercado está mal ahora mismo, y esa no ha sido mi experiencia. Me resulta difícil cuantificar el valor de haber trabajado en McKinsey.

En general, el tiempo que pasé allí fue una buena experiencia de aprendizaje, no tanto en términos de habilidades analíticas, ya que no adquirí tantas como hubiera querido, sino más bien de aprender mucho sobre mí mismo y sobre cómo trabajar con diferentes tipos de personas.

Ojalá hubiera sido un poco más firme mientras estuve allí. ¿Conoces el dicho: "Juega el juego, o el juego juega contigo"? Creo que a mí me superó, y si hubiera estado un poco más dispuesto a defender lo que necesitaba, habría sido mucho mejor.

Quizá si me hubiera defendido más o hubiera recibido más orientación, no me habrían gritado tanto. Pero también creo que la baja por salud mental era inevitable, dada la clase de gente con la que me topé. No creo que hubiera podido hacer nada.

Ahora, busco empresas que se preocupen por sus empleados, valoren la inclusión y traten a todo el mundo con respeto. Que valoren el aprendizaje, y siempre pregunto en las entrevistas: "¿Cuál es el modelo de aprendizaje en su empresa? ¿Cuál es el modelo jerárquico en su empresa? ¿Cuál es el modelo de ascensos en su empresa?". Esas son las cosas que tendré en cuenta a partir de ahora.

McKinsey & Company ha declinado responder a las preguntas de Business Insider.

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