La incógnita de cómo votarán los teletrabajadores que se han mudado en estas elecciones municipales: entre la integración y la abstención

2 operarios montan una cabina de votación en Andalucía, en 2022.

REUTERS/Jon Nazca

  • Las elecciones municipales de este domingo serán las primeras en las que muchos teletrabajadores que se mudaron durante tras o la pandemia votarán.
  • Los partidos no han reparado en este colectivo, y un politólogo duda de su impacto, que sobre todo se podría hacer notar en abstenciones.
  • Business Insider España entrevista a una docena de teletrabajadores para conocer cómo han votado y si se han podido informar para acudir a las urnas.

Las grandes capitales españolas han absorbido a muchos profesionales cualificados del resto del territorio nacional. En 2019, este reportaje de El Confidencial abundaba en cómo Madrid atraía a 100.000 personas al año procedentes resto de provincias, y cómo la metropolización de la capital, tras vaciar a esa España vaciada, también estaba "vaciando a las provincias ricas".

La pandemia supuso un punto de inflexión. Aceleró múltiples debates y uno de ellos fue el del trabajo en remoto. Hoy el concepto de nómada digital está muy extendido para referirse a personas jóvenes que trabajan desde cualquier parte del planeta, sin sitio fijo.

Otro concepto es el de la persona que regresa al pueblo o que sencillamente huye de las metropolis, hartas del frenesí y la hostilidad que puede percibir en sus entornos. Todavía es difícil medir la magnitud de ese fenómeno, pero está claro dónde se van a poder dar con más frecuencia.

En la última encuesta sobre uso de tecnologías de la información y comunicación en los hogares del Instituto Nacional de Estadísticas se desgrana, por ejemplo, cómo en urbes de más de 100.000 habitantes el 40,9% de la población activa disfruta de un empleo principal que les permite "teletrabajar total o parcialmente".

Ese porcentaje decae varios puntos porcentuales si se hace esa misma pregunta a la población activa de ciudades de entre 20.000 y 100.000 habitantes —29,1%— o de menos de 20.000 —25,4%—. Del mismo modo, la pregunta inversa, "su trabajo principal no les permite teletrabajar", también da cuenta de qué tipo de empleos se reparten en las casillas que son las provincias españolas.

El 59,1% de la población activa en ciudades de más de 100.000 habitantes tiene un empleo que no les permite desempeñarse en remoto. Esa cifra es mucho mayor, del 70,9%, en ciudades de entre 20.000 y 100.000 habitantes, y crece todavía más, al 74,6%, en aquellas urbes más pequeñas, con menos de 20.000 vecinos empadronados.

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Es un fenómeno todavía difícil de medir porque las cifras de población del instituto estadístico reflejaron un descenso de habitantes en la ciudad de Madrid entre 2020 —estallido de la pandemia— y principios de 2022, y no solo por un éxodo: hay que remarcar la mortalidad que causó el coronavirus. 

Por otro lado, se han producido intentos de estudio. Un análisis de la Universidad Complutense cifró en 300.000 personas las que se decidieron marchar de la capital. El estudio se realizó con datos anonimizados de redes móviles ofrecidos por una compañía tecnológica, Nommon, según destacaba La Sexta.

Quizá el dato más paradójico, insistiendo de nuevo en el caso de Madrid, es que la Asamblea autonómica de la región tendrá menos diputados en la próxima legislatura. Pasa de 136 escaños a 135, como consecuencia, precisamente, del descenso de población.

Con estos mimbres es evidente que, aunque todavía no sea cuantificable, mucha gente está abrazando el trabajo en remoto para alejarse de las grandes urbes y abrazar un retorno o al pueblo o a la ciudad de sus padres, o sencillamente a emplazamientos más tranquilos —y en muchos casos, más asequibles—.

Este domingo se celebran las elecciones municipales del 28 de mayo, las primeras después del estallido del teletrabajo ocasionado por la pandemia, y en consecuencia de todo lo descrito habrá muchos nuevos electores en los padrones locales. No obstante, los partidos, en líneas generales, no han convertido en estrategia el tratar de cautivar a esos nuevos votantes.

Lo que cabe preguntarse es si esos nuevos vecinos se han integrado e informado de los principales problemas y desafíos de su nuevo pueblo o barrio, y cómo obrarán en consecuencia ante las urnas.

Una gran mayoría vuelve al pueblo desde Madrid

Business Insider España ha entrevistado a una docena de personas que, gracias a su trabajo en remoto, han decidido marcharse de Madrid. Algunas, como Cristina Casas, una joven de 33 años, no se han ido demasiado lejos: ahora reside en Torrejón de Ardoz y el motivo de su mudanza es que su pareja no teletrabaja y priorizaron su cercanía.

Con todo, aspiran a marcharse todavía más lejos, reconoce.

Juan Espadas decidió dar el salto y marcharse también de la capital a un pueblo de la Comunidad de Madrid, Cadalso de los Vidrios, de apenas 3.000 vecinos. Es claro con las razones que le impulsaron al cambio: quería "salir de un piso diminuto y oscuro y no volver al trabajo presencial". Erika González, con 31 años, también dejó la ciudad por El Tiemblo, otro pueblo pero de Castilla y León.

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"En 2020 me dieron teletrabajo y a principios de 2021 este teletrabajo se oficializó", cuenta Erika, que explica además que su regreso fue al pueblo de su niñez. "Aposté por volver a mi pueblo en el que residí hasta los 18, cuando me fui a estudiar fuera". "Ojo, no he vuelto a casa de mis padres, eso me parece importante: mantengo la independencia y la carga que esta supone", apunta.

Si en algo coinciden Casas, Espadas y González es en tener empleos muy vinculados a la digitalización o a la creatividad. Cristina es científica de datos, Espadas es dibujante y profesor de cómics y González es consultora digital. Los 3 orientaban su voto cuando participaban en las elecciones en Madrid en función de su ideología.

Pero Erika, de 31 años, también destaca que orientaba ese voto con su ideología porque además sentía que no tenía "arraigo de ningún tipo", lo que para ella es "clave". Conoce los problemas de El Tiemblo y aunque también conocía los de Madrid le daban "más igual": "No lo sentía tan mío como esto".

Incluso los propios madrileños de cuna encuentran nuevos destinos

Pisos en venta con cartel, en Madrid

Rocio Pelaez/Reuters

Como los de Cristina, Juan o Erika son los casos de Juan Jiménez, Alejandro Ortega, Álvaro Domínguez o Alba Correa.

Jiménez es madrileño, pero él no vivía en la capital, sino que lo hacía en San Sebastián de los Reyes. Decidió irse a Elche en agosto de 2022 para estar más cerca de su madre, y reconoce que debe informarse más de cara a las elecciones de este domingo: "Hay detalles que no me cuadran".

Jiménez se dedica a la informática. Alejandro Ortega, por su parte, es ingeniero de software y se fue también en agosto de 2022 a Valladolid. En su caso, él era nacido en la Comunidad de Madrid, en Getafe, pero estaba "cansado de la ciudad y su forzada supervivencia a base de abuso económico, masificación y clima político de extrema derecha".

No cree que vaya a echar de menos Madrid a no ser que haya "cambios en su manera de relacionarse con el ciudadano y con el medio ambiente, y sobre todo en su economía". Considera que desde Pucela es más fácil "implantar cambios, a fin de cuentas es un sitio más pequeño".

Domínguez nació en Leganés pero en octubre del año pasado también optó por marcharse de Madrid capital. Eligió un destino de moda, Málaga, que precisamente ha lanzado varios mensajes públicos por tratar de atraer al talento digital. Domínguez se desempeña profesionalmente en el área de Ventas de una startup y tiene 30 años.

"Llevaba un año en mi empresa, que es 100% remota, y vi la posibilidad de salir de Madrid: quería mudarme por los precios del alquiler y por vivir una experiencia fuera de mi lugar de nacimiento, donde había estado toda mi vida". El propio Domínguez es consciente de los desafíos a los que se enfrenta la capital de la Costa del Sol.

"Málaga ha tenido un crecimiento de población muy alto y hay problemas de capacidad en servicios públicos y vivienda. Me preocupa porque me gustaría quedarme aquí un tiempo, no sé si para siempre". Se está informando a través de la prensa local y hablando con amigos. "Al final soy nuevo y no he vivido todos los cambios, pero quiero ayudar a mejorar la ciudad que ahora es mi casa".

Pero los movimientos también se producen al margen de las grandes capitales

Alba Correa tiene 32 años, es periodista freelance especializada en moda y es gaditana. Gracias a la posibilidad de trabajar en remoto que le ofrece su condición profesional ha podido regresar a Cádiz.

"Buscaba un cambio de vida". "Quería gestionar de una forma más personal mi tiempo de trabajo". Fue madre en 2020 "y gracias a, o a consecuencia del teletrabajo, pude cuidar a mi hijo y no separarme de él en ese primer año", cuenta. "Guarderías públicas en Madrid hay muy pocas y están llenas" y las privadas, sumado a lo que pagaba de alquiler, la iban a dejar "en bancarrota".

Ella conoce Cádiz y sus problemáticas —es de allí y ha seguido lo que sucedía en su tierra los 12 años que estuvo fuera—. Lo que ocurre es que teme que muchos de los problemas que sufren los gaditanos estén más en manos "o bien de la Junta de Andalucía o bien del Gobierno central", apunta, en referencia a la falta de empleo en la Bahía o a "esta deriva de turistificación".

Están quiénes volvieron a su ciudad o a su pueblo y quienes cambiaron radicalmente de aires, como es el caso de Antonio Rull, que se marchó en 2021 a Vigo. Residía en Madrid pero había nacido en Sevilla. Conoce los problemas de Vigo, aunque no como un autóctono. "Sí es fácil ver todo el magen de mejora que existe en aquellas cosas que ahora mismo no parezcan tan prioritarias".

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Rull es Digital Product Manager y ya hacía años que trabaja en remoto, con lo que la decisión no fue difícil de tomar.

Algunas mudanzas se dan en comunidades como la gallega: Laura Macía, con 38 años, regresó también a Vigo desde A Coruña. Lo hizo cuando comenzó el confinamiento, y en un principio mantuvo su piso en la capital coruñesa hasta que en junio de 2021 se instauró el teletrabajo de forma definitiva. Es Project Manager en una compañía dedicada al cloud.

Otras personas, como Alix, regresan también a A Coruña desde otras capitales como Barcelona. El salto lo dio en febrero de este mismo año: trabaja con bases de datos y su empresa le permitió teletrabajar. 

O en la provincia de Málaga. Lucas González, con 35 años, nació en Algarrobo, un pueblo de la provincia. Se mudó a Sevilla en 2016 y ahora ha regresado, pero a Torre del Mar, un pueblo aledaño a la capital. Trabaja en producción de videojuegos. Tuvo un bebé y a su pareja y a él el piso que tenían en propiedad se les hizo en seguida pequeño.

Pablo León (36) se dedica al marketing en una fintech e hizo otro camino inverso: es rondeño, vivía en Málaga pero se mudó a Huétor Vega (Granada) en febrero del 2021, porque su pareja trabaja en Granada capital y su empresa le facilitó el teletrabajo. "De vez en cuando voy a la oficina en Málaga".

Se afanan por conocer los problemas de sus nuevos hogares, pero el impacto de su voto será reducido

Con todo, la mayoría de los teletrabajadores entrevistados coinciden en que no echarán particularmente de menos ninguna papeleta de sus anteriores ciudades. Las opiniones, eso sí, sobre dónde creen que impactaría más un resultado electoral, suelen conducir a concluir que el cambio en unas políticas municipales se evidencia más en las grandes ciudades.

Así lo entendía por ejemplo Álvaro Domínguez, el joven que se marchó a Málaga: "En Málaga aun estamos bastante atrás en esa serie de cambios y problemas", enunciaba, con respecto a la política municipal madrileña. Eso sí, no echará de menos papeletas madrileñas porque cree que "a nivel local importa más el proyecto y el programa que las siglas".

Muchos también matizan que siempre votan por convicción ideológica y buscando el programa que mejor atienda sus necesidades. Lo singular en estas primeras elecciones municipales en las que muchos teletrabajadores se han desplazado de urbe es que no han trascendido campañas que llamen al voto a este colectivo.

En política institucional mucho se atiene a lo medible. Y este fenómeno es todavía una incógnita que podría empezar a desentrañarse el mismo lunes después de los escrutinios iniciales.

Así lo cree el profesor de Ciencias Políticas de la Universitat Oberta de Catalunya Xavier Pastor: "Muchos de estos teletrabajadores quizá irán a votar en función de si se han adaptado a sus nuevos contextos", razona. "En muchos casos es gente recién llegada a la que le habrá costado tejer una red comunitaria y quizá todavía viva un poco al margen".

"Será importante ver realmente si esta realidad está ahí, si existe y si puede suponer algún cambio", continúa, "aunque creo que tendrá un impacto muy bajo en los resultados electorales".

"Será interesante ver en qué porcentaje estos teletrabajadores irán a votar, si se sienten interpelados ya como electorado municipal de sus nuevos hogares. Cuando vas a votar es porque estás ya muy integrado. Veremos si esas personas han tenido tiempo de integrarse, de tener opinión y de querer ir a votar porque ya conocen diversas propuestas".

"O veremos hasta qué punto puede ser un colectivo que se abstenga".

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