El libro que el CEO de Microsoft ha hecho leer a sus directivos asegura que la mejor manera de afrontar una conversación aburrida es interrumpir cuanto antes

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Business Insider España
El CEO de Microsoft Satya Nadella pidió a sus ejecutivos que leyesen "Comunicación no violenta", de Marshall B. Rosenberg, cuando accedió al cargo en 2014
El CEO de Microsoft Satya Nadella pidió a sus ejecutivos que leyesen "Comunicación no violenta", de Marshall B. Rosenberg, cuando accedió al cargo en 2014AP
  • Interrumpir a la gente puede parecer una falta de educación, pero es la mejor manera de aportar vida en una conversación aburrida.
  • Esa es una de las conclusiones de "Comunicación no violenta", un libro que el CEO de Microsoft Satya Nadella hizo leer a su equipo directivo cuando llegó al cargo en 2014.
  • "El mejor momento para interrumpir es cuando hemos escuchado una palabra más de las que hubiésemos querido escuchar", escribió su autor, Marshall B. Rosenberg.

Hay pocas cosas más incómodas en una fiesta que quedarse atrapado en una conversación unilateral y sosa.

Si te has visto en una de esas aburridas interacciones, sabes lo duro que es cambiar de tema o abandonar la conversación de forma elegante. Mientras, mencionar lo aburrido que estás podría herir los sentimientos de tu compañero de conversación.

Pero eso es exactamente lo que un experto recomienda para aportar vida a una conversación muerta.

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El psicólogo Marshall B. Rosenberg escribió en 2003 en su libro "Comunicación no violenta" que interrumpir a alguien puede ser una poderosa herramienta de diálogo que genere más empatía entre la gente.

En su libro, Rosenberg argumenta que la comunicación falla cuando la gente es incapaz de articular sus necesidades y sentimientos. Se sabe que el CEO de Microsoft Satya Nadella hizo leer este libro a los miembros de su equipo directivocuando llegó al cargo en 2014.

"Nuestra intención al interrumpir no es reclamar la palabra, sino ayudar al que está hablando a conectar con la energía vital que está tras las palabras que se están diciendo", afirma Rosenberg en el libro.

En un momento dado, Rosenberg describe un cóctel al que asistió y en el que estaba "en medio de un abundante flujo de palabras que para mí me parecían sin vida". Decidió tomar cartas en el asunto:

"Disculpe", dijo Rosenberg a los otros participantes en su círculo de conversación. "Me siento impaciente porque me gustaría estar más conectado contigo, pero nuestra conversación no está creando el tipo de conexión que deseo. Me gustaría saber si la conversación que hemos estado teniendo satisface tus necesidades, y si es así, qué necesidades tuyas se están satisfaciendo a través de ella".

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Como podría esperarse, las otras personas en el grupo "me miraron como si hubiera tirado una rata al ponche", escribió Rosenberg. Reconociendo su sorpresa, le preguntó al orador original: "¿Te molesta que te interrumpa porque te gustaría continuar la conversación?"

Su respuesta le sorprendió aún más.

"No, no estoy molesto", dijo el orador. "Estaba pensando en lo que estabas preguntando. Y no, no estaba disfrutando la conversación; de hecho, estaba totalmente aburrido de ella".

Rosenberg afirma que la experiencia le ha enseñado el valor de interrumpir a alguien, aunque puede ser difícil reunir el coraje para hacerlo. Para remediar eso, él recomienda intervenir antes de que sea demasiado tarde.

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"Sugeriría que el mejor momento para interrumpir es cuando escuchamos una palabra más de las que queremos escuchar", escribió Rosenberg. "Cuanto más esperemos, más difícil será ser civilizado cuando intervengamos".

Más tarde, realizó una encuesta informal en la que le hacía a la gente la siguiente pregunta: "Si estás usando más palabras de las que alguien quiere escuchar, ¿quieres que esa persona haga como que te escucha o que te interrumpa?". Todos los encuestados menos uno respondieron que preferían ser interrumpidos.

"Sus respuestas me dieron valor porque me convencieron de que es más considerado interrumpir a las personas que fingir que les escuchas", escribió. "Todos nosotros queremos que nuestras palabras enriquezcan a otros, no que los agobien".

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