Los 4 grandes retos de España para convertirse en una verdadera potencia en el sector de los semiconductores

Interior de una planta de fabricación de chips.
Interior de una planta de fabricación de chips.

Reuters

España es conocida a nivel internacional por muchas cosas, pero, hasta ahora, el diseño y la fabricación de componentes electrónicos diminutos y de tecnologías muy avanzadas como los microchips no es una de ellas.

El Gobierno de Pedro Sánchez quiere que esto cambie y el martes anunció su PERTE para promover la industria de los chips, un proyecto al que dedicará 12.250 millones de euros en fondos hasta 2027 –la cuantía más alta hasta el momento para un plan de este tipo– para convertir a España en un actor relevante en el sector.

Se trata de un plan ambicioso, ya que abarca toda la cadena de valor de los semiconductores: desde la investigación en nuevas tecnologías y la inversión en el diseño de productos, hasta incluso la construcción de plantas de fabricación de procesadores en España.

Este PERTE ya ha recibido reacciones de varios de los actores que pertenecen al sector. La Asociación Española de la Industria de Semiconductores (AESEMI) lo ve con buenos ojos y confía en el potencial del mercado español.

"Ya hay muchas empresas transnacionales que están diseñando en España. Hay talento, tenemos el apoyo de las universidades y los centros de investigación, que son fabulosos y que suponen la auténtica materia prima para hacer desarrollos. Estoy convencido de que vamos a ver buenos resultados", ha asegurado Danny Moreno, su presidente y responsable de Wiyo, en una entrevista a Nius.

No obstante, con un mercado ya establecido y concentrado en su mayoría en los países asiáticos a nivel de fabricación (con alguna excepción con la neerlandesa ASML) y con gigantes en el diseño como Qualcomm e Intel en Estados Unidos, las dificultades a las que se enfrenta no son precisamente pocas.

El PERTE puede llegar tarde: se ha presentado meses después de que Estados Unidos y la Unión Europea hayan tomado medidas.

La presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen presenta la Ley de Chips de la UE.
La presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen presenta la Ley de Chips de la UE.

Virginia Mayo/Pool via REUTERS

La escasez de semiconductores es un problema que lleva afectando a la industria de fabricación global desde finales de 2020.

Sus efectos han sido amplios y se han notado desde en dispositivos electrónicos como ordenadores y videoconsolas hasta en los vehículos. Los chips han sido culpables de que fábricas de grandes marcas (como Ford, Peugeot y Citroën, entre otras) hayan tenido que paralizar la producción temporalmente.

Estos efectos han hecho que muchos países desarrollados hayan puesto su atención en el sector y ya hayan lanzado planes varios meses antes que el de España. 

Uno de los primeros fue Estados Unidos, que en febrero aprobó un proyecto para dedicar 52.000 millones de dólares (48.728 millones de euros al cambio) para atraer plantas de fabricación de chips al país.

Después, la Unión Europea respondió mediante el Acta Europea de Chips, que prometió 43.000 millones de euros, también en febrero, para cuadriplicar su capacidad actual de producción de chips en 2030, que se estima actualmente en el 10%.

Aunque el PERTE Chip español precisamente se alinea con los proyectos de la Unión Europea, lo cierto es que llegar más tarde que el resto de países puede suponer un obstáculo importante.

Su cuantía puede resultar insuficiente para cambiar la industria.

Logotipo de TSMC en su sede en Hsinchu (Taiwán)
Logotipo de TSMC en su sede en Hsinchu (Taiwán)

Reuters/Tyrone Siu

Otro obstáculo potencial es la cantidad que ha sido capaz de reunir el Gobierno español en el PERTE Chip, aunque con 12.250 millones de euros sea el proyecto con mayor dotación de su clase.

España y su esfuerzo por ser una potencia en chips se queda muy por detrás de los fondos a los que han dedicado tanto Estados Unidos como China, pero también se queda atrás con respecto a otros países miembros de la Unión Europea.

Un gigante como es la estadounidense Intel ya ha preferido a Alemania antes que a España para una inversión inicial de 17.000 millones de euros en la construcción de una macrofábrica de microchips en suelo alemán, que arrancará en la primera mitad de 2023 en Magdeburgo, como recoge en un comunicado.

La cuantía del PERTE también se queda muy atrás precisamente con respecto a la inversión de las grandes empresas del sector. En el caso de la taiwanesa TSMC, uno de los líderes del sector, solo entre 2021 y 2023 su inversión es de 100.000 millones de euros.

Los precios de las maquinarias son muy elevados y el tiempo de instalación, de varios años.

Chips

Reuters

Aunque los planes del Gobierno para abrir plantas de fabricación de semiconductores en España de cara a 2027, lo cierto es que arrancar una fábrica de procesadores de la nada es simplemente imposible.

En primer lugar hace falta una inversión enorme. La maquinaria que se utiliza para producir circuitos de 170 micras tiene precios que rondan el millón de dólares cada una, y cada planta de fabricación necesitaría varios de estos equipos.

De hecho, las máquinas de litografía que usan luz ultravioleta EUV, como las que emplean las empresas líderes como TSMC, Samsung y ASML, pueden llegar a tener precios muy superiores a estos, de entre 150 y 300 millones de dólares.

Precisamente estos equipos son necesarios para la fabricación de chips de vanguardia con tecnologías de 10 nanómetros o menos. Y el PERTE promete hasta 5 nanómetros.

Gran parte del proyecto deja fuera a la industria del automóvil.

Trabajadores de SEAT en una fábrica

A pesar de que la automoción es una de la industrias con unos efectos más severos derivados de la escasez de semiconductores, incluidas las grandes marcas europeas, gran parte del PERTE anunciado por el Gobierno no se orienta a este sector.

7.250 millones de euros del proyecto se refieren a "tecnologías de vanguardia" y a los procesos de 5 nanómetros, pero el sector del automóvil requiere de procesos con arquitecturas menos avanzadas para su suministro, entre 14 y 28 nanómetros. Según recoge Coche Global, el Ejecutivo invertirá 2.100 millones para "atraer fabricantes de chips por encima de los 5 nanómetros", que son los más comunes en la industria del automóvil.

Además, las fuertes restricciones a las que se enfrenta su cadena de producción pueden no verse reducidas por el hecho de que tanto los planes de España como los de la Unión Europea pongan su mira en el medio plazo: 2027 y 2030, respectivamente. 

Esto hará a los fabricantes de automóviles tener que buscar otras soluciones al margen del viejo continente para paliar la situación y prevenir futuras crisis, ya que marcas como BMW estiman que la demanda de estos chips crecerá aún más en el futuro, como recoge Politico.

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