Tras las elecciones vascas ya hay un escenario probable, pero también un desafío a la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez junto a Eneko Andueza en la campaña para las elecciones del País Vasco de 2024.
Pedro Sánchez junto a Eneko Andueza en la campaña para las elecciones del País Vasco de 2024.

REUTERS/Vincent West

  • Lo más esperable es que el PNV consiga que en unas semanas Imanol Pradales sea lehendakari con el apoyo del PSE, formando otro Gobierno de coalición.
  • Sin embargo, la estabilidad del Gobierno central depende del apoyo del PNV pero también de otros muchos actores... y eso EH Bildu lo sabe.
Análisis Faldón

En política nunca hay nada escrito. 

Las elecciones vascas han arrojado un empate entre el PNV y EH Bildu, con lo que la formación abertzale ha estado más cerca que nunca de lograr su anhelado sorpasso y demostrar que en la Lehendekaritza la alternancia es posible. El PNV ha gobernado en los últimos 40 años, solo con un paréntesis entre 2009 y 2012 cuando fue Patxi López, del PSE, quien asumió el poder.

Sin embargo, los 27 escaños de EH Bildu no son suficientes. No cuando el PNV ha logrado la misma cantidad y el PSE suma doce diputados, con lo que la conjunción de peneuvistas y socialistas da una suma de 39 escaños: mayoría absoluta.

En los corrillos de la formación abertzale contaban con un empate con el PNV, como finalmente ha sucedido. Ni la polémica en la recta final de la campaña sobre ETA —que es ya mercancía obsoleta para el debate electoral vasco— ni la campaña electoral que ha hecho el candidato socialista Eneko Andueza les hizo imaginar que podrían llegar a Ajuria Enea.

Anoche, Andoni Ortuzar, presidente del PNV, fue bastante claro: "La sociedad ha optado por un gobierno vasco liderado por el PNV y por un gobierno plural. Esa será nuestra propuesta".

El idilio entre el PNV y el PSE viene de lejos. Ya en el 87 el PNV mantuvo el gobierno con un pacto con los socialistas, lo que resultó con Ramón Jáuregui nombrado como vicelendakari. En el 91 nació otro compuesto por el PNV, una escisión llamada Solidaridad Vasca (EA, hoy parte de EH Bildu) y Euskadiko Ezkerra, que se fusionaría con el PSOE.

En septiembre de aquel año una crisis entre el PNV y EA provocó que los jeltzales volviesen a pactar con el PSE para el resto de la legislatura. Siguió habiendo Gobierno de coalición en la legislatura que comenzó en el 95, pero en aquella ocasión otra crisis desembocó con la salida del PSE del Ejecutivo para la entrada de EA en él.

Los socialistas no volvieron al poder hasta 2009, cuando Patxi López logró sumar los votos de su partido, del PP y de la extinta UPyD, formando el primer Gobierno vasco sin miembros del PNV en la historia de la democracia y siendo monocolor. En 2012 Iñigo Urkullu (PNV) ganó la Lehendekaritza, que ha mantenido hasta hoy, y desde 2016 de nuevo de la mano de socialistas.

Por eso, nada hace pensar que no vaya a repetirse el guion. Eneko Andueza, el candidato socialista, fue claro también este domingo. "Que nadie tenga dudas de que los votos del PSE van a servir para lo que hemos dicho que serviría", avisó. "Es necesario responder a los miles de vascos que quieren una política alejada del ruido, que se olvide de mitos y aventuras y se centre en la gente".

Pero en política no hay nada escrito y lo que viene ahora son unas semanas decisivas en las que todas las formaciones comenzarán su cruce de reproches. 

Pedro Sánchez, en campaña electoral en 2019.

El primer aviso llegó en la misma noche del domingo de la mano de Pello Otxandiano, el candidato de EH Bildu. "Los resultados ponen sobre la mesa que hay un mandato popular que dice que tenemos que dar un salto por nuestra soberanía". "Va a haber una mayoría de izquierdas en el Parlamento y eso se tendrá que notar".

"Hace cuatro años había una fuerza política hegemónica que ahora ha descendido. Ahora hay una competición entre dos fuerzas principales. La izquierda soberanista que representa EH Bildu está dentro del mapa político (...). Vamos por muy buen camino. Y además, rápido".

Indistintamente de cuál es el escenario más plausible —un nuevo Gobierno de coalición entre el PNV y el PSE—, el empate entre los peneuvistas y los abertzales es un nuevo desafío para el Gobierno de Pedro Sánchez, que deposita su estabilidad en el respaldo que suma de fuerzas como el PNV o la propia EH Bildu, pero también de ERC, Junts, BNG o Coalición Canaria, además de Sumar.

Es de esperar que Imanol Pradales sea nombrado lehendakari de aquí a que transcurran unos dos meses, el período en el que suelen tardar las instituciones vascas en completar una investidura tras la celebración de elecciones.

Sin embargo, que sea remota no quiere decir que no exista la posibilidad de que EH Bildu aproveche su resultado para exigir al PSE una reflexión acerca de con quién pactar y formar gobierno. Los socialistas han entrado con fuerza en campaña aprovechando que Otxandiano evitara en campaña referirse a ETA como "banda terrorista" e imposibilita un eventual pacto con EH Bildu.

En términos políticos Sánchez y Yolanda Díaz dependen del apoyo de sus socios. Que EH Bildu tenga cinco diputados en el Congreso y el PNV seis no hace que uno u otro partido tengan más o menos valor, puesto que cada voto cuenta en la Cámara Baja. Pero es, sin duda, un nuevo quebradero de cabeza que podrá ir a más en función de cómo se den los acontecimientos.

Es un desafío a la estabilidad del Ejecutivo central que también podría ver nuevos órdagos ya en mayo, cuando se celebren las elecciones catalanas y se puedan dar escenarios similares. Más, con Carles Puigdemont como candidato a la Presidencia del Govern y como una de las figuras más relevantes de la controvertida ley de amnistía que se tramita en Cortes.

El resultado de las elecciones en Euskadi también da algunas pistas que no son enteramente extrapolables a la política nacional, aunque sí son indiciarias de lo que está sucediendo en algunos espectros a la izquierda del PSOE o a la derecha del PP.

Sumar ha conseguido un escaño en el Parlamento vasco. Puede entenderse como un éxito en tanto que la formación es nueva, pero el auge de EH Bildu también se explica en que los votantes de izquierdas han entendido que la formación abertzale es el voto útil a la izquierda de los socialistas tras las broncas entre la iniciativa de Yolanda Díaz y Podemos.

Podemos, por su parte, desaparece de la Cámara vasca. La diferencia de votos de Sumar y Podemos es de apenas 12.000 papeletas, con lo que es fácilmente imaginable que de haber concurrido juntas, ambas formaciones habrían cosechado un mejor resultado. Podemos, sin ir más lejos, logró 6 escaños en las elecciones de 2020.

Vox ha aumentado en votos. Logró un escaño en 2020 con 17.000 sufragios, y lo ha revalidado en 2024 con algo más de 21.000. El partido de extrema derecha de Santiago Abascal se jugaba más que su persistencia en las instituciones vascas: de no haber logrado mantener a su diputada, hubiese sido la primera vez que Vox se marchaba de una cámara regional.

No ha sido así, pero parece evidente que Vox ha encontrado su techo electoral en el País Vasco.

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.