¿Por qué los supermercados guardan las conservas en cajas de videojuegos? El comercio español pierde 1.800 millones de euros al año por los hurtos

Un hombre robando un producto de un supermercado.

Getty Images/AndreyPopov

Seguro que has visto en más de una ocasión que las botellas de alcohol llevan una alarma pegada al cuello de la botella. Sin embargo, resulta más sorprendente ver latas de conserva o, incluso, tabletas de chocolate dentro de las cajas de seguridad de los videojuegos. De la misma manera, también resulta chocante ir a comprar una cuña de queso y que esté precintada con un sistema antirrobo. 

Estamos acostumbrados a ir a comprar rodeados de elementos disuasorios para los ladrones, desde las cámaras de vigilancia, los guardas de seguridad, las vitrinas cerradas con llave o las alarmas situadas en las cajas y a la salida de los establecimientos.

Sin embargo, en los últimos años, tanto las cadenas de supermercados más grandes como los comercios de proximidad han reforzado sus sistemas de prevención para tratar de reducir al máximo estos hurtos que restan rentabilidad a las cadenas.

Pero, este aumento de las medidas antihurto también generan en ocasiones momentos graciosos para los consumidores que visitan estos locales. Es lo que sucedió en Alcampo al reutilizar una caja antirrobo, que cuestan entre 3 y 10 euros, para proteger una lata de conservas de bajo importe. 

La historia de los hurtos en los supermercados es relativamente reciente. Hasta hace 150 años, estos establecimientos siempre estaban atendidos por un tendero. Los clientes se colocaban detrás del mostrador y, de uno en uno, pedían los productos que querían comprar. De esta manera, la posibilidad de llevarse algo era imposible.

Sin embargo, a finales del siglo XIX, en EEUU, el señor Woolworth decidió cambiar este sistema para aligerar las colas. Puso el mostrador al final de la tienda y convirtió el antiguo almacén en una sala de ventas. Así, todos los clientes podrían comprar al mismo tiempo y el tendero solo cobraría. Nació entonces el autoservicio, el modelo que sigue vigente

Pero este nuevo sistema no trajo consigo solamente la reducción del tiempo de espera para los consumidores: también abrió la puerta a los hurtos. 

La inflación agravará el problema de los hurtos

"Una empresa saneada del sector alimentación, de toda su facturación, al final de su año obtiene un beneficio medio aproximado del 2%. Si comparamos ese beneficio con los datos que da Aecoc sobre el hurto, que es aproximadamente el 1%, ya intuimos la gravedad del problema", señala a Business Insider España Salvador Cañones, socio-director de STC Nedap. Es decir, de ese 2% de beneficios, un 1% lo pierden debido a esos robos.

La patronal afirma que las pérdidas del comercio español son de unos 1.800 millones de euros por esta razón. "El porcentaje varía muchísimo. Influye la zona o el lugar donde está ubicado el punto de venta, entre otros factores. Si te basas en esos millones, los porcentajes sí oscilan en ese 1%, pero no existe una cifra exacta que sea extrapolable para todos", indica Leandro Fernández, responsable de prevención de pérdida de Aecoc.

Estos pequeños robos afectan por igual a grandes compañías y a tiendas locales o familiares. Según indican los expertos, lo que hace que una cadena tenga más pérdidas por hurto que otras es su cantidad de puntos de venta y la afluencia de público en el establecimiento.

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Los últimos datos publicados por STC Nedap indican que el índice de hurtos en 2021 fue del 39,2%, mientras que en 2020 se situó en el 37,2% por las fuertes restricciones derivadas del COVID-19. Aunque estos datos son más bajos que los registrados en 2019 (46,8%), este aumento paulatino hace temer a los expertos que se vuelvan a registrar cifras prepandemia. 

Estos datos, según la compañía, se van a agravar en los próximos meses debido a la inflación. "Estamos ante una tormenta perfecta. A todos los problemas que arrastrábamos hasta ahora, se le suma una guerra, una crisis energética sin precedentes, con unos precios altísimos, y una carestía de productos. Todo ello va a provocar que las familias sufran y padezcan para llegar a final de mes. La consecuencia será un incremento notable del hurto en los establecimientos", afirma el socio-director de STC Nedap.

Además del valor intrínseco del producto robado, hay que sumarle todos los costes asociados: el valor del transporte y del transportista, de la persona que lo recepciona, de quien lo almacena y lo pone en la estantería hasta el del personal de seguridad y el coste que supone proteger con alarmas los productos. 

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Según el último estudio realizado por STC Nedap, de finales de 2021, los productos más robados son bebidas alcohólicas, productos ibéricos y curados, productos de afeitado, chocolates, cápsulas de café, tarrinas de helados, conservas selectas, pilas, cuidado personal y maquillaje

Aunque algunos de esos productos tienen precios elevados —los embutidos ibéricos pueden llegar a costar 70 euros—, otros son más accesibles —entre 2 y 20 euros—. Según explica Leandro Fernández a Business Insider España, "estos productos luego pueden ser recolocados en mercados paralelos o se sustraen más fácilmente porque no ocupan mucho espacio. La persona que comete un hurto estudia la posibilidad de hacerlo con éxito y productos de ese tipo son mucho más portables". 

El perfil de la persona que roba en un supermercado es muy variado. Puede ser desde una familia que no tenga para comprar hasta bandas organizadas. "Las personas que cometen robos no responden a un único perfil. Podemos hablar de grupos organizados que conocen perfectamente la ley y que saben también los puntos que pueden atacar o frecuentar para hacerse con los productos. Es por eso que ya hablamos de bandas organizadas y no de lobos solitarios o de los denominados hurtos famélicos, que son las personas que lo hacen por necesidad", destaca el responsable de Aecoc.

Sobre este segundo grupo, Cañones explica que, "en el hurto subyace una razón, y es que alguien lo necesita, ya sea el propio ladrón o alguien que lo quiere comprar más barato. Por ejemplo, hay tarrinas de helado de medio litro que valen 7 u 8 euros, y hay personas que las compran a 3 o 4 euros. Saben que son robadas, y que están potenciando que alguien las robe para venderlas después".

Estos hurtos se consideran delito contra el patrimonio, no por el escaso valor del bien, sino por el perjuicio patrimonial que les causa a las empresas. Para aquellas personas que sustraen un producto de un supermercado y no tienen antecedentes, el Código Penal señala que se les impondrá una multa económica de 1 a 3 meses. Lo más habitual es que esa persona abone entre 5 y 6 euros diarios durante 30 días.

Estos robos afectan no solo a las cadenas, sino también a los propios usuarios. Para intentar subsanar estos daños, los establecimientos tienen que subir el precio de sus productos para compensar la pérdida. De hecho, si un supermercado consiguiera neutralizar al 100% los hurtos, ganaría prácticamente un 60% más, lo que podría hacer que redujese sus precios un 15% o 20%. 

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