Este gráfico muestra por qué los problemas de la banca van más allá del COVID-19

Christine Lagarde, presidenta del BCE.
Christine Lagarde, presidenta del BCE.
  • Los tipos negativos marcados por el Banco Central Europeo (BCE) están condicionando la actividad de la banca en los últimos ejercicios. 
  • La llegada de la pandemia ha borrado del horizonte la perspectiva de una subida y una vuelta a la normalidad de la política monetaria. 
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La pandemia, además de ser una crisis sanitaria, ha supuesto un duro golpe para la economía. La crisis del COVID-19 supuso un frenazo en seco: España vivió en 2020 la mayor caída del PIB desde la Guerra Civil y el coronavirus tuvo un severo impacto en las cuentas de las empresas y de los bancos, que realizaron provisiones millonarias para hacer frente a las consecuencias de la crisis sanitaria.

Tras un 2020 para olvidar, entre los desafíos a los que se enfrenta la banca en el ejercicio de 2021 están varias derivadas del efecto económico de la pandemia, como la forma en la que afectarán a las cuentas de los bancos las moratorias de préstamos o hipotecas puestas en marcha por el Gobierno o cómo la aceleración de los procesos de digitalización obligará a modificar los planes previos que tenían las entidades. 

Los resultados de los grandes bancos en 2020 estuvieron lastrados por las millonarias provisiones derivadas de la pandemia. En el primer trimestre de 2021, las entidades ya volvieron a la senda previa al COVID-19. Hasta marzo, la gran banca española obtuvo un beneficio de 7.825 millones de euros, frente a los números rojos de 1.053 millones de un año antes.

Las previsiones para el resultado del primer semestre van también en esta línea. El consenso de mercado de Factset estima que las entidades cotizadas cerrarán este periodo ganando 8.000 millones de euros, frente a los números rojos de 11.400 millones de un año antes. En este periodo, no obstante, habrá que tener en cuenta que parte de este beneficio proviene de las plusvalías por la desagregación de Línea Directa de Bankinter con su salida a Bolsa. 

Sin embargo, más allá de esta casuística relacionada con la pandemia, hay otra condición que se mantiene desde hace varios ejercicios y que golpea al negocio core de la banca, que se basa en tomar dinero prestado y prestarlo más caro: los tipos negativos marcados desde el Banco Central Europeo (BCE). Si antes de la pandemia se especulaba con una progresiva subida de tipos que devolviera la normalidad a la política monetaria europea, lo cierto es que, con la llegada del COVID-19, la perspectiva ha desaparecido del horizonte. 

En su última reunión, celebrada este jueves 22 de julio, el organismo decidió mantener sin cambios la política relativa a los tipos de interés. De hecho, algunos expertos amplían el horizonte de una posible subida de tipos hasta, como mínimo, 2024. 

"El tono de la declaración es aún más suave: este cambio a un enfoque basado en las perspectivas podría haber sido más vago. Decir que la inflación tendrá que alcanzar el 2% con bastante antelación al final del horizonte de previsión, mientras el BCE espera que la inflación sólo alcance el 1,4% para entonces (en 2023) es como decir que no habrá subida de tipos antes de 2024, como mínimo", apunta Gilles Moëc, economista jefe del Grupo AXA Investment Managers tras la última decisión de política monetaria. "Esto está en línea con lo que el mercado está valorando de todos modos, pero la claridad del compromiso es inesperada", añade. 

Por su parte, Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco, la mayor gestora del mundo en renta fija, señala que la nueva orientación futura reafirma la política monetaria acomodaticia durante "un largo periodo de tiempo, lo que en sí mismo es un viento de cola para los activos de riesgo".

El Banco Central Europeo estableció en 2014 un tipo negativo para la facilidad de depósito, esto quiere decir que, a partir de entonces, el organismo cobra a las entidades por el dinero depositado en él que supere las reservas mínimas que se solicitan a cada banco por si acaso hubiera problemas. El objetivo era que la liquidez fluyera a la economía tras la crisis financiera. 

También se fue reduciendo el tipo que marca la facilidad marginal de crédito, que es el tipo de interés que los bancos pagan para obtener financiación a un día del BCE.  En este contexto actual de parada económica, las entidades constatan que, por parte del regulador, no está prevista una subida a corto plazo de los tipos de interés porque el objetivo sigue siendo que el dinero siga fluyendo hacia la economía real. 

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"Respecto al sistema bancario, el objetivo inmediato del BCE es mantener las condiciones financieras favorables. En la reunión de marzo, la autoridad monetaria mantuvo sin cambios el tipo de interés de las operaciones principales de financiación y los tipos de interés de la facilidad marginal de crédito y de la facilidad de depósito en el 0,00%, 0,25 % y -0,50 %, respectivamente, y anunció un aumento significativo de las compras de activos en el marco del programa de compras de bonos de emergencia para la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés) para el segundo trimestre del año", explicaba BBVA en su informe de resultados del primer trimestre de 2021. 

En esta línea, uno de los últimos informes de CaixaBank Research sobre la decisión del BCE del 10 de junio de mantener los tipos de interés sin movimiento señalaba que "queda claro que el BCE ha priorizado en esta reunión el mantenimiento de un entorno financiero acomodaticio que apoye a la recuperación económica y ha dejado en segundo plano las preocupaciones de una parte del Consejo de Gobierno y del consenso sobre un eventual sobrecalentamiento de la economía de la eurozona". 

En este contexto, habrá que esperar a la evolución de la economía en los próximos ejercicios para ver qué pasos da el BCE y si se produce un cambio en su política que alivie a la banca. 

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