No habrá más cocinas ni supermercados fantasma en Barcelona: "Defendemos los barrios de las plataformas depredadoras"

Finalmente, no habrá más cocinas fantasma ni supermercados fantasma en Barcelona.

Así lo ha anunciado hoy Janet Sanz Cid, segunda teniente de alcaldía y regidora de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, quien desde marzo del 2022 está liderando la lucha contra las plataformas de delivery como Getir o Glovo.

Hace apenas 9 meses, el consistorio catalán presentó una regulación que ponía muchas trabas a la apertura de nuevos negocios de este tipo, que al cobijo de la pandemia vivieron un auténtico boom, bajo una fuerte premisa; "No queremos negocios fantasma en nuestra ciudad".

Ahora, el Ayuntamiento ha endurecido esa regulación y ha presentado el plan especial urbanístico de actividades vinculadas al reparto que se aprobará el próximo 27 de enero en el Pleno y que básicamente prohíbe los negocios de productos o comida que se reparte a domicilio sin espacio físico para clientes en la ciudad condal.

"Defendemos los barrios de las plataformas depredadoras", ha enfatizado en su perfil de Twitter Janet Sanz.

En esta línea, los cerca de 21 supermercados fantasma de empresas como Glovo o Getir, especializadas en los envíos ultrarrápidos —llevan la compra a sus clientes por debajo de los 30 minutos— tendrán que reconvertirse y estar abiertos al público o ser almacenes de venta al por mayor.

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En otras ciudades de Europa como Róterdam también se han tomado decisiones similares y hace unos meses la propia Getir presentaba sus tiendas abiertas al público.

Las cocinas fantasma (dark kitchen en inglés) también estarán prohibidas en la ciudad, salvo en el polígono industrial de la Zona Franca, en la periferia.  Además, los restaurantes y bares que ofrezcan el servicio de reparto a domicilio tendrán 2 nuevos requisitos. 

Primero, deberán contar con una licencia especial para ofrecer el delivery a sus clientes. Para recibir dicha autorización deberán demostrar que al menos el 40% de su local está destinado al uso público, de manera que garanticen que el delivery es una actividad complementaria y no la principal.

Segundo, los establecimientos deberán garantizar una serie de derechos laborales a sus repartidores para evitar la precariedad que históricamente ha ido ligada a este colectivo de trabajadores.

Desde diferentes asociaciones de restaurantes han criticado la nueva normativa. "Estamos ante una normativa absurda que nadie ha pedido y que la ciudad no necesita", ha subrayado el director del Gremi de Restauració de Barcelona, Roger Pallarols, en unas declaraciones recogidas por El Periódico.

"La norma fracasará porque atenta contra el sentido común" y tendrá "nefastas consecuencias tanto para los repartidores como para los clientes", ha añadido Pallarols.