Otro desafío de la digitalización en España: en otros mercados "la ambición transformadora" sigue siendo "más amplia", según consultores de BCG GAMMA

Llorenç Mitjavila, socio responsable de BCG Gamma para España y Portugal.
Llorenç Mitjavila, socio responsable de BCG Gamma para España y Portugal.

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  • Llorenç Mitjavila es el socio responsable de BCG Gamma, el equipo de la consultora BCG encargado de desplegar y comprobar las soluciones IA de sus clientes.
  • En una entrevista con Business Insider España, Mitjavila y su equipo desgranan los desafíos para el desplegue de sistemas de inteligencia artificial en España.
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España se está convirtiendo en un campo de pruebas para el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial de referencia. Varios factores intervienen: el talento, el clima, el huso horario, la posición geográfica, las posibilidades de las regiones cloud, la infraestructura de telecomunicaciones. Con esos mimbres, la IA ha dejado de ser un concepto. Ya no solo se investiga: se despliega.

Bajo esa premisa, la consultora Boston Consulting Group (BCG) puso en marcha hace unos años una división llamada BCG Gamma que es la responsable de atender las necesidades de las grandes empresas que acuden a sus servicios, siempre en materia de despliegue de modelos de IA.

"Nuestra misión no es tanto desarrollar teorías sobre la IA o sobre analítica avanzada, sino ver cómo podemos desplegar e implementar estas soluciones en empresas o asociaciones para generar impacto y valor a escala", confirma Llorenç Mitjavila, el socio responsable de BCG Gamma para España y Portugal en declaraciones a este medio.

Mitjavila encabeza el equipo de profesionales que trabaja con los clientes de BCG en el despliegue de sistemas de IA. El equipo, a nivel global, tiene presencia allá donde la consultora está. Sin embargo, sí ha distribuido ciertos hubs y España es uno de ellos. Llorenç, como socio responsable de BCG Gamma, y Jesús de la Herrán, también socio, atendían a Business Insider España hace unos días.

La ambición transformadora en el mercado español

Durante la entrevista, tanto Mitjavila como De la Herrán tocaron bastantes puntos. Desde el tecnosolucionismo que adoptan muchas administraciones a la necesidad de introducir nuevos pilares en el marco sobre el que se trabaja para tener modelos de IA sin sesgos, éticos, responsables.

Pero una consideración clave de Mitjavila y su equipo llegó casi al final de la conversación, cuando se plantearon qué diferencias detectaba en el mercado español con respecto a otros mercados nacionales en cuanto a la adopción de sistemas de IA.

"Con excepciones, la ambición transformadora en torno a digitalización e IA que existe en algún otro mercado, como EEUU o Europa, es muy grande. Por no hablar de China", comenzó. Por eso, hay otros mercados en los que" esa ambición transformadora es más amplia que en España".

Aunque los sistemas de IA ya se están desplegando en muchas firmas nacionales, esas grandes empresas "deberían tener una agenda de transformación basada en la digitalización. De transformación real". Esa "transformación real" va más allá de los discursos que se pueden repetir una y otra vez ahora, con la oportunidad que abren los fondos europeos Next Generation.

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Llorenç Mitjavila cree que esa oportunidad debe aprovecharse para que las grandes firmas españolas sigan "cambiando procesos, organizaciones" y asumiendo "formas de trabajar más ambiciosas". "El gran peligro es que si tengo una empresa y lanzo 52 programitas para implementar IA, la probabilidad de que cambie la empresa es baja".

"¿Por qué no nos centramos en los 7, 8 o 9 temas claves que de verdad sé que cambiarán el rendimiento de la compañía y aprovecho para construir ciertas capacidades de forma interna?", se preguntaba. "Así se habrá cambiado la firma y el resto de cosas más pequeñas ya irán llegando. Históricamente, esto se ha estado planteando de otra forma".

Mitjavila puso un ejemplo como el caso chino. "En China pasa una cosa muy interesante. Los players tradicionales se han dado cuenta de que les va a costar mucho cambiar sus capacidades y transformarse para ser más ágiles y por eso están apareciendo nuevos players de mercado que lo que hacen es dar servicio a esas compañías para dinamizarlas y hacerlas más digitales".

Vigilar la IA para evitar sustos y problemas reputacionales

Un dispositivo de reconocimiento facial en un congreso de telefonía móvil en China.
Un dispositivo de reconocimiento facial en un congreso de telefonía móvil en China.

REUTERS/Damir Sagolj

Dado que la IA ya está en fase de despliegue (y despegue) en muchas firmas, conceptos como la IA ética que promueven especialistas como Gemma Galdon, de Eticas Foundation, son cruciales. BCG Gamma ha trabajado mucho en el ámbito de lo que ellos denominan IA responsable, y han publicado informes y encuestas sobre el grado de preocupación de las firmas sobre ella.

Una de las conclusiones que alcanzaron en un estudio que BCG Gamma publicó a nivel global es que las empresas europeas eran las que más esfuerzos estaban haciendo por la consecución de una IA responsable, aunque también se advertía de que la mayoría de las compañías sobreestiman sus progresos en este campo.

"El grado de autopercepción de lo que uno hace siempre es más elevado que la realidad", reconoce Mitjavila entre risas, aunque también arguye que esos datos surgen "un poco por esa falta de definición, de entender cuáles son los límites o qué está bien o qué está mal" en un despliegue de inteligencia artificial.

Su opinión es que, a pesar de que la IA ya está llegando al tejido productivo, "pocas empresas han seguido una estrategia centralizada sobre cómo utilizarla, en qué sitios, y dónde". "Las empresas no han hecho esto. Es imposible que esté todo perfectamente controlado y robusto". Y esa robustez es crucial cuando Europa trabaja en un Reglamento sobre la IA.

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También reconoce que hay ciertas cosas "escaladas con éxito". Pero la IA responsable es "uno de los temas más candentes" y cuya conversación arranca cuando la IA sale por fin del laboratorio. "Cuando la IA empieza a impactar en la sociedad, en los negocios, en las personas, en cómo interactúan estas personas con las empresas, el tema se vuelve mucho más complicado y hay que vigilarlo más".

"Nosotros insistimos por una doble vertiente: es importante para nuestros clientes y en nuestro rol de consultores les ayudamos a conseguir que sus interacciones con el ecosistema empleen soluciones responsables y no nada raro que les pueda generar un impacto reputacional", concreta. "Y también para nosotros, como proveedores, para aplicarnos las mismas métricas".

Mitjavila recuerda que a la hora de analizar el impacto social de un algoritmo hay un marco de trabajo que inciden en la explicabilidad y transparencia de los mismos: "Saber qué modelos, qué soluciones se crean, qué datos utiliza, cómo los transforma, cómo emite sus recomendaciones". También en que las bases de datos empleadas no estén sesgadas.

"Pero creemos que hay más pilares que añadir". Uno es que exista un beneficio mutuo para todos los actores que intervienen en la cadena de la IA. "En el mundo digital y en el de la IA ya no eres tú metido en tu zona de confort el que lanza cosas, eres parte de un ecosistema". Por eso, no sirve de nada que tus soluciones sean responsables si hay recursos de terceros que son problemáticos.

Equipos transversales para que la IA funcione

Un ayuntamiento tiene unas calles sucias y quiere que sean más limpias. En lugar de contratar más personal de limpieza, decide contratar un sistema de IA que sea capaz de predecir cuándo se volverán a ensuciar las calles. Este tipo de contrataciones suceden, y es importante no "sobrecomplejizar" los despliegues de la IA ni abordarlos desde el "tecnosolucionismo".

Eso concluyen tanto Jesús de la Herrán como Llorenç Mitjavila. De la Herrán abunda en que sus equipos son transversales y trabajan codo con codo con el resto de consultores de BCG. "Si creas un equipo dedicado a analítica o a IA y lo aíslas, llegarán a soluciones de laboratorio que no funcionarán", concluye. 

"Tendrán un algoritmo super avanzado, alucinante, pero que nadie entenderá y que nadie querrá utilizar ni para vender, ni para resolver problemas a los clientes", esgrime. Por eso, en BCG Gamma buscan "problemas complejos que esté abordando un cliente y montamos equipos integrados de la gente que conoce bien el sector y de la gente que conoce bien herramientas de IA", apostilla Llorenç.

"La IA es una herramienta, una tecnología que puede ayudar a todos los sectores y empresas sean del tamaño que sean. Si le pides a Siri que te busque una canción estás usando IA. Hacer esta tecnología mucho más asequible y ponerla a disposición de las empresas más pequeñitas es una de las cosas más relevantes que tendríamos que hacer todos como sociedad", continúa.

Definir la IA y sus límites es uno de los principales desafíos que aborda Europa con su futuro Reglamento sobre la IA. Entre tanto, BCG Gamma considera que las empresas deberían ser audaces y adelantarse a la regulación estipulando que los modelos y sistemas que se desplieguen sean lo suficientemente responsables como para evitarles daños reputacionales o problemas del estilo.

La propia BCG cuenta con un comité de responsabilidad para determinar si la firma debe trabajar o no con empresas que se dedican al mundo de los opiáceos o que fomenten el consumo de alcohol. "Tenemos una serie de guidelines y uno de ellos es la IA". Ese comité específico de la IA revisa los proyectos que asume BCG Gamma y estudian sus potenciales riesgos.

Así, un semáforo deja en zona roja, amarilla o verde aquellos planteamientos que les hacen los clientes de BCG a su equipo Gamma. En rojo, por ejemplo, figuran tecnologías de reconocimiento facial masivo por parte de gobiernos de determinados países. Las IA para filtrar currículos en procesos de selección de trabajadores permanecen en la zona amarilla.

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