Qué ver en los análisis y estilo de vida de tu hijo para saber si hay riesgo de obesidad

obesidad infantil
  • Con fijarte en ciertos parámetros de los análisis y estilo de vida de tu hijo podrás saber si tiene riesgo de futuro sobrepeso u obesidad.
  • La alarmante subida en España del fenómeno hace que instituciones, centros educativos y padres tomen cartas en el asunto. 

Si tu propia salud te preocupa, no digamos ya la de tus hijos. No por su juventud hay que preocuparse solo cuando enferman o se hieren. La prevención comienza desde tierna infancia para no sufrir dolencias de adulto. Una de ellas es la obesidad infantil, que se ha convertido en uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI, pero puedes controlar desde seis datos clave de los análisis de tu hijo si hay riesgo de sobrepeso, obesidad o problemas cardiovasculares futuros

Un equipo de investigadores de la URV-IISPV-CIBERobn, en colaboración con otros seis centros de investigación y universidades españolas, ha desarrollado un sistema innovador que podría marcar la diferencia en la prevención de esta epidemia. 

Está basado en una puntuación a partir de la adherencia a hábitos saludables. Puede ser una herramienta crucial para detectar el riesgo de obesidad en niños y así contribuir a su salud y longevidad antes de alcanzar su edad adulta. Cuanto antes se actúe, mejor. 

La obesidad no es solo una cuestión de peso. Es una compleja condición de salud asociada con numerosas complicaciones, como alteraciones cardiometabólicas que incluyen problemas con los niveles de azúcar en sangre, presión arterial elevada y colesterol alto. 

Estas condiciones no solo afectan la salud física de los niños, sino que también pueden tener un impacto significativo en su bienestar emocional y social, aparte, por supuesto, de las consecuencias de adulto. 

Cifras alarmantes en los países desarrollados

España no es una excepción, a pesar de su fama de buena alimentación gracias a la dieta mediterránea y su alta tasa de longevidad. 

En los últimos años, España ha visto un incremento notable en las tasas de obesidad entre los más jóvenes, convirtiéndose en una de las principales preocupaciones de salud pública para el país.

Según datos recientes, se estima que aproximadamente el 41% de los niños españoles de entre seis y nueve años tienen sobrepeso u obesidad (23 y 17%, respectivamente), situándonos como el tercer país europeo con mayor tasa de obesidad infantil. Pero hay otro dato más devastador en comparación: en 1980 la prevalencia de obesidad infantil en España era del 5%, frente al 17% actual.

Este dato no solo es alarmante por su magnitud, sino también por las implicaciones a largo plazo que tiene para la salud de estos niños. 

La obesidad en la infancia está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en la edad adulta, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, y ciertos tipos de cáncer. También tiene un impacto negativo en la salud mental y la calidad de vida de los niños.

La obesidad infantil es el resultado de un complejo entramado de factores, incluyendo cambios en los patrones dietéticos, con un incremento en el consumo de alimentos procesados y bebidas azucaradas; una disminución de la actividad física, en parte debido al aumento del tiempo frente a pantallas; y factores genéticos y socioeconómicos que también juegan un papel importante. 

El papel de los hábitos saludables

El estudio realizado por la URV-IISPV-CIBERobn propone un nuevo enfoque para abordar la obesidad infantil. En lugar de centrarse en un solo aspecto de la vida del niño, el sistema de puntuación evalúa seis comportamientos clave relacionados con el estilo de vida. Toma buena nota para así consultarlos siempre que el facultativo te den los resultados y así saber dónde están las claves:

  • La adherencia a la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida.
  • La realización de actividad física al menos dos horas a la semana.
  • Comer lentamente en las tres comidas principales.
  • La adherencia a la dieta mediterránea.
  • La limitación del uso de pantallas a menos de dos horas al día.
  • El cumplimiento de las horas de sueño recomendadas según la edad.

Los resultados del estudio, que analizó a 938 niños de entre 3 y 6 años, son alentadores. Aquellos niños con mayores puntuaciones en el sistema propuesto presentaron un menor riesgo de sufrir sobrepeso u obesidad, así como mejores parámetros en relación con el perímetro de cintura, el índice de grasa corporal, la presión arterial y los niveles de glucosa en sangre.

Un hallazgo particularmente interesante del estudio es el impacto significativo de comer lentamente en la prevención de la obesidad. Esta conducta, a menudo subestimada, facilita una mejor digestión y puede contribuir a una sensación más prolongada de saciedad.

Qué hacer para evitar el sobrepeso o la obesidad de tu hijo

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Frente a este desafío, es crucial implementar estrategias multidisciplinarias que incluyan la promoción de la actividad física regular y la educación nutricional desde edades tempranas en lo institucional y desde las escuelas, pero al final es clave una prevención desde el hogar y cara a cara con tus hijos

Lo primero es ser un ejemplo para ellos, porque normalmente eres modelo de conducta e imitan parte de tus hábitos. Si te ven comer sano, hacer deporte y llevándotelos a la montaña los fines de semana o montar en bici, ya es un paso de gigante, al igual que comprar productos frescos y naturales. Será mucho más fácil que coman sano si no tiene tentaciones en el frigorífico o la despensa de productos ultraprocesados. 

Eso en cuanto a la alimentación y evitar el sedentarismo. El tercer pilar es el descanso adecuado y el control del estrés. Los niños son hiperactivos y necesitan actividad, pero siempre que se sientan a gusto e interesados. Una agenda repleta de clases de karate o de violín, más deberes, más madrugones y escuela, puede llevarle al estrés y eso le hará comer más y peor, además de dormir mal o menos horas. Si los adultos necesitan mínimo 7-8 horas de descanso, en los niños debería de ser de al menos una hora más. 

Es fundamental una rutina de descanso, acostándose pronto y cenando al menos dos horas antes de irse a dormir. Todo ellos son hábitos que además mantendrán de adultos cuanto más arraigados estén en ellos. 

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