Una cartera de inversión para cualquier momento del ciclo, así es la cartera permanente

Diego Lorenzana
La cartera pernanente
  • La cartera permanente es una inversión ideal para mantener estable tu patrimonio con independencia de la situación económica.
  • Ideada por Harry Browne, ha pasado del ostracismo a ser una de las inversiones estrella a raíz de la crisis de la covid-19.
  • En los últimos 50 años, su rentabilidad ha sido similar al de la bolsa, pero su crecimiento ha sido mucho más estable y sin tanta volatilidad.
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Nos encontramos en un mundo incierto, especialmente desde el punto de vista de la inversión de la gestión de nuestro patrimonio. La actual crisis sanitaria ha puesto a prueba la robustez de las carteras y los sentimientos inversores, ya que en menos de dos meses se pasó del pánico a la euforia sin que casi nos enterásemos.

Sin embargo, todavía hay algunas carteras resistentes a periodos de crisis e incertidumbre económica. Quizá la más representativa, y a la vez la menos conocida, es la cartera permanente de Harry Browne, que ha demostrado su resistencia ante periodos de crisis y su buen comportamiento en periodos alcistas.

Qué es la cartera permanente de Harry Browne

Harry Browne fue un asesor financiero que hizo fortuna en los años 70 invirtiendo en los mercados financieros. Sus conocimientos le llevaron a idear un método de inversión seguro, rentable y, lo más importante de todo, estable en el tiempo. El resultado final de esta idea fue una cartera robusta, estable y, sobre todo, resistente ante crisis económicas.

Esta cartera permanente, debía cumplir cuatro requisitos básicos:

  • Seguridad para proteger al inversor ante cualquier circunstancia económica por adversa que pudiera llegar a ser.
  • Rentabilidad, de manera que debía crecer en épocas de prosperidad pero también ante las adversidades.
  • Estabilidad. Incluso en las peores épocas económicas, las pérdidas deberían ser muy moderadas para evitar un pánico que nos pudiese llevar a vender parte de la cartera.
  • Simplicidad: la estrategia de inversión tendría que ser fácil de seguir y mantener por cualquier inversor sin grandes conocimientos de economía o finanzas.

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Es decir, el objetivo de la cartera permanente era lo que todo inversor desea. Una cartera rentable, que no sufra grandes oscilaciones y que sea simple. Y se puede decir que, en cierto modo, Harry Browne lo consiguió.

Composición de la cartera permanente

Una vez definidos los requisitos de la cartera permanente, Browne debía ser capaz de encontrar un activo que se comportase bien en cada uno de los estados predominantes de la economía que identificó: prosperidad, inflación, escasez de dinero y deflación. De esta manera, las ganancias de un activo en su estado económico ideal compensarían las pérdidas de las otras tres.

Pues bien, había un activo que se comportaba mejor que el resto en cada una de ellas:

  • Las acciones crecen a unas tasas mayores que el resto de activos en épocas de crecimiento económico.
  • El oro es el valor refugio por excelencia para épocas de inflación, ya que su precio se dispara en períodos de aumento generalizado de los precios.
  • Mantener buena parte de la cartera en dinero en efectivo ayuda a reducir las pérdidas globales y comprar activos a precios baratos.
  • Al reducirse los tipos de interés, una característica propia de periodos de deflación, el precio de los bonos aumenta y, con ellos, la rentabilidad de la cartera.

Estos cuatro tipos de activos son los que compondrían la cartera permanente, y en la misma proporción, al 25% cada uno. Browne también advirtió de la necesidad de que estos pesos se mantuvieran más o menos estables en el tiempo, para que subidas en alguno de ellos no afectase al resto y la cartera permanente continuase teniendo validez y eficacia.

Por eso, era importante, por un lado, realizar una composición simple de la cartera y, por otro, que esta fuese fácil de mantener para equilibrarla y rebalancearla si, llegado el caso, la proporción de uno de los activos se desajustaba demasiado. 

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Los resultados de la cartera permanente

Cuando Harry Browne teorizaba sobre su cartera, realizó todo tipo de análisis y simulaciones de datos históricos para comprobar que la evidencia no se contradijera con su teoría. Estimó que su cartera permanente daría una rentabilidad de entre un 4,5 y un 5% anualizado por encima de la inflación, con pocos descensos significativos. 

Pero el bueno de Harry se equivocaba por bastante. Desde 1972, la rentabilidad de la Cartera Permanente en dólares ha sido del orden del 10% anual. Es un resultado similar e incluso superior a la propia rentabilidad de la bolsa, pero con una pequeña diferencia: en estos casi 50 años, la cartera permanente tan solo ha sufrido tres o cuatro años en negativo con una caída significativa en 1981, frente a la volatilidad de la bolsa. Es decir, su evolución ha sido mucho más estable, que era una de las principales motivaciones para elaborar esta cartera.

Sin embargo, la cartera permanente siempre fue infravalorada, sobre todo por un clima financiero de prosperidad en el que la subida de la bolsa parecía no tener fin. Hicieron falta varias décadas, multitud de eventos y ciclos económicos y hasta la muerte de su propio autor en 2006 para que los inversores comenzaran a confiar en ella.

En la actualidad, es una de las carteras en las que más confían los inversores a largo plazo, y ha vuelto a estar de actualidad a raíz de la crisis de la covid-19 y las caídas abruptas de los mercados. Es posible que, cuando todo se recupere de nuevo, la cartera permanente vuelva al ostracismo pero, por el momento, parece una excelente alternativa para lidiar con periodos de crisis económicas.

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