La desaparición el coche y el despegue de la bicicleta eléctrica van a marcar la movilidad en los próximos años, según José Casla, director de Giant Ibérica, el mayor fabricante de bicis del mundo

José Casla, director general de Giant Ibérica.

Giant

  • José Casla, director de Giant Ibérica, la filial para España, Portugal y Andorra del mayor fabricante de bicicletas del mundo, cree que el coche va a tener por desaparecer en las ciudades medias en pos de formas de movilidad más sostenibles. 
  • En una entrevista con Business Insider España, el directivo cuenta cómo ha evolucionado la forma de desplazarse, cómo ha afectado el COVID-19 al uso de las bicicletas y cómo ve el futuro de estos vehículos. 
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Giant es, actualmente, el mayor fabricante de bicicletas del mundo. En 2020 superaron los 6 millones de unidades producidas y su facturación alcanzó los 2.500 millones de dólares (alrededor de 2.066 millones de euros al cambio actual).

La compañía dispone de 10 fábricas o plantas de fabricación por todo el mundo, de las cuales 2 se encuentran en territorio europeo y 8 en asiático, principalmente en China y Taiwán, de donde es originaria la empresa. 

En 2020, Giant realizó una de sus últimas inversiones con la puesta en marcha de una planta en Hungría, así como un centro logístico para la distribución en Europa que se sitúa de forma adyacente a su fábrica de Holanda. 

El fabricante dispone, además, de 15.000 puntos de venta a nivel mundial, operando en más de 60 países. "En fin, una compañía global en el mundo de la bicicleta", resume José Casla, director de Giant Ibérica, la filial de la compañía para España, Portugal y Andorra, en una entrevista para Business Insider España

La empresa cuenta con más de 150 modelos de bicicleta en su catálogo que engloban todos los centros de actividad, desde la movilidad al fitness, pasando por el divertimento, el deporte o la competición a nivel profesional.

Casla explica que esta oferta ha variado desde su origen, en los años 70, donde se centraba en un carácter más artesanal, hasta la actualidad, donde destaca un segmento dedicado especialmente a las bicicletas que llevan aplicado algún tipo de tecnología. 

Entre los cambios ocurridos se encuentran los que tienen que ver con los materiales, ya que las más convencionales estaban hechas de acero, las posteriores de aluminio, lo que permitió reducir el peso, y, en última instancia, de carbono, que consiguió un vehículo aún más ligero. 

El directivo avanza que el siguiente paso que verá el mundo de la bicicleta está relacionado con la conectividad con el mundo exterior. 

"A pesar de los avances tecnológicos, la bicicleta seguirá teniendo 2 ruedas y se tendrá que seguir pedaleando"

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Ahora, las bicicletas disponen de modos de operatividad que regulan la forma de pedalear para reducir el consumo de batería y hacer la transmisión lo más eficiente posible. El siguiente paso, según Casla, tendrá que ver con la conectividad con aplicaciones como buscar el camino más adecuado para que el pedaleo se antoje más cómodo. 

No obstante, a pesar de los avances, el experto está seguro de que este vehículo "seguirá teniendo 2 ruedas y se tendrá que seguir pedaleando" porque "es el espíritu de la bicicleta".

De hecho, Casla insiste en que es importante saber que las eléctricas en realidad son de pedaleo asistido, ya que "si no estaríamos hablando de motos eléctricas", por lo que pueden ayudar a la hora de pedalear, pero siempre bajo el mandato de que hay que transmitir fuerza a la rueda. 

La aparición de esta tipología de bicicleta también ha cambiado la distribución del mercado, ya que, según explica el director de Giant Ibérica, actualmente se producen menos bicicletas, pero se factura más. 

"Con la irrupción de la bicicleta eléctrica todos los procesos de fabricación se han complicado más y, aunque facturas más importe, son menos unidades porque el precio medio es más alto", explica. 

En concreto, las bicicletas eléctricas tienen precios que se establecen entre 1.000 y 2.500 euros para un uso enfocado al fitness o al entretenimiento; de 2.000 a 3.500 para deportistas y, desde esa cifra hasta los 7.000 euros para profesionales. Estas cantidades contrastan con la tradicional, que suele establecerse entre los 400 y los 800 euros. 

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El aumento de la demanda de las eléctricas también se ha reflejado en el peso que suman para el negocio. "Para nosotros suponen cerca del 50% de nuestras ventas y hace 5 años igual era apenas el 5%", apunta Casla. 

Y es que este tipo de bicicleta abre este deporte a todo tipo de usuarios. Por ejemplo, el directivo cita el caso de personas que no se veían subidas a este vehículo por miedo a no ser capaces de alcanzar cuestas pronunciadas, pero con la ayuda del pedaleo asistido se animan a iniciarse. 

"Es, sin duda, acercar la posibilidad de pedalear a gente que hasta ahora no se lo planteaba", resume Casla. 

De hecho, el experto reconoce que en los últimos años se ha producido un cambio de perfil en el tipo de personas que acceden a este vehículo y explica que cada vez se dirigen a las tiendas más familias y personas que no son siquiera deportistas.

Sin embargo, si hay algo que ha terminado por impulsar este tipo de desplazamiento frente a otros ha sido el cambio en el paradigma de movilidad que se ha producido en los últimos años. 

"Un boom espectacular" de la bicicleta tras el COVID-19

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Este cambio ha tenido su reflejo en las acciones políticas: "Por fin parece que la bicicleta da votos", señala Casla. 

El directivo explica que, hasta ahora, este tipo de vehículos parecía que restaba apoyos a los dirigentes, sin embargo, la importancia que ha cobrado la sostenibilidad ha generado un cambio, a su vez, en las instituciones, que cada vez apuestan más por "la integración de la ciudad para el ciudadano".

Entre los ejemplos de este nuevo escenario destacan la aparición de los carriles bici en las ciudades, así como la apuesta de los ayuntamientos por las bicicletas de uso compartido. 

A esto se suma el aumento del uso de este vehículo en los desplazamientos de ida y vuelta al trabajo (commuting en inglés), ya que se erige como el medio más eficiente para moverse entre 4 y 8 kilómetros.

Según cuenta el experto, el estado francés ofrece incluso incentivos en deducciones en la declaración de la renta por cada kilómetro que se hace en bicicleta para acudir al centro de trabajo. 

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En este sentido, muchas compañías han implementado espacios para que sus empleados dejen las dejen, las carguen en el caso de ser eléctricas e incluso duchas para que se aseen si el desplazamiento es más largo. 

Además, esto ha ido acompañado de una concienciación en el resto de medios de transporte para que dejasen de penalizar el desplazamiento con la bicicleta. El directivo explica que hace unos años, tanto en los trenes como en los autobuses, se impedía montarse con este tipo de vehículo, mientras que hoy en día ya está admitida sin problemas. 

"Todo eso va a dar paso a que la bicicleta pueda ser entendida como un medio alternativo y más ahora, que estamos en estos momentos en que todas nuestras preocupaciones es evitar contagiarnos", cuenta. 

Respecto a la situación con el COVID, explica que, en el segmento de ocio o deporte han visto un "boom espectacular de la demanda de bicicletas para este uso" debido a que, tras el confinamiento, la gente busca "aire fresco". "El mercado ha despegado", afirma. 

"Estamos muy lejos, pero eso no significa que no estemos dando grandes pasos"

Giant

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No obstante, aunque Casla señala que este vehículo ya ha empezado a ocupar su propio espacio, aún queda mucho camino. El experto explica que el coche sigue teniendo un protagonismo determinante en el desplazamiento de las ciudades. 

Así, el presidente de Giant Ibérica apunta que, en su opinión, la clave para que se equiparen ambos vehículos pasa por la limitación de las velocidades interurbanas a 30 kilómetros por hora, lo que generaría "un ambiente amistoso" para la bicicleta. 

Respecto a la situación concreta de España, el directivo ha apuntado que aún "estamos muy lejos" de alcanzar a sociedades como la holandesa en el desarrollo de este tipo de vehículos, tanto a nivel de concienciación como de educación respecto a la movilidad.

"Estamos todavía muy lejos, pero eso no significa que no estemos dando grandes pasos. Yo soy optimista", apunta. 

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Preguntado por una visión aún más futura de la movilidad, Casla lo tiene claro: el coche va a desaparecer. El experto explica que esta evolución va a ser progresiva, primero reduciendo la velocidad, luego eliminando este vehículo del casco urbano y, después, excluyéndole totalmente de la ciudad. 

El director de Giant Ibérica apunta que esta transformación va a ir acompañada de un refuerzo de los servicios públicos para que, en un periodo superior a 10 años, el coche termine por desaparecer en ciudades medias como San Sebastián. 

Entre las razones, aduce el cambio de mentalidad de las generaciones más jóvenes, que ya no ven tan imprescindible ni sacarse el carnet ni poseer un coche propio.

"Lo veo imparable", sentencia. 

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