Estos días, navegando por Twitter o Instagram, lo más probable es que te hayas topado por casualidad —o no— con alguno de estos 2 contenidos: o bien una captura de pantalla en la que se puede leer una pregunta y una respuesta, o bien un dibujo o una ilustración de alguien a quien sigues en redes sociales.
Ambos contenidos, texto e imágenes, están generados por inteligencia artificial (IA).
La accesibilidad y eficacia de estas herramientas tecnológicas han provocado que muchos usuarios hayan interactuado con ellas recientemente y que, además, hayan querido compartir con sus seguidores el resultado de "sus" creaciones.
En el caso del texto generado por IA, la herramienta se llama ChatGPT y ha sido desarrollada por Open AI, la empresa cofundada por el nuevo dueño de Twitter, Elon Musk. Se puede acceder a ella a través de un navegador web, de manera gratuita —aunque hay que registrarse antes— y permite hacer toda clase de consultas, desde una disertación filosófica a una duda de lenguaje de programación.
Por su parte, las ilustraciones corren a cargo de la función Magic Avatarsde Lensa, una herramienta de edición fotográfica que utiliza la tecnología de la competidora de Open AI, Stability AI. En el caso de Lensa, los usuarios pueden acceder gratis a través de la tienda de aplicaciones de Android o de Apple, aunque existe la opción de acceder a ventajas premium pagando hasta 30 euros.
Pese al interés que están despertando entre los usuarios, ambas herramientas han generado escepticismo entre los expertos.
La fundadora de verne y periodista de La Vanguardia, Delia Rodriguez, defendía a través de su cuenta de Twitter que tecnologías como ChatGPT pueden ser eminentemente problemáticas para labores como el periodismo digital y lo ejemplificaba con una respuesta del propio bot en la que este explicaba por qué esta IA podría ser un ejemplo de narrador no fiable.
La investigadora sobre privacidad y política de datos del Stanford Institute, Jennifer King, declaraba al Wall Street Journal que "este tipo de herramientas tienden a ser llamativas", refiriéndose a lo interesante que puede resultar probarlas para compartir sus resultados en redes, pero asegura que "sin los guardarraíles adecuados te llevan a un montón de problemas".
Por ejemplo, en el caso de Prisma, la firma que hay detrás del editor de fotos Lensa, en su política de privacidad estipulan: "Usted nos concede una licencia perpetua, revocable, no exclusiva, libre de regalías, mundial, totalmente pagada, transferible y sublicenciable para utilizar, reproducir, modificar, adaptar, traducir, crear trabajos derivados y transferir su Contenido de Usuario".