Los cinco días de abril que Sánchez necesitó para tejer su relato: qué ha conseguido y a qué desafíos se enfrenta

Pedro Sánchez abandona el Congreso de los Diputados tras ser investido presidente del Gobierno.
Pedro Sánchez abandona el Congreso de los Diputados tras ser investido presidente del Gobierno.

REUTERS/Juan Medina

  • Para entender de qué le ha servido al Gobierno estos cinco días de "reflexión" que Sánchez ha tenido es importante recordar cómo se teje un relato.
  • El Gobierno sale de la crisis con más capital político, pero igualmente sostenido por un frágil equilibrio parlamentario que sigue desafiando lo que resta de legislatura.
Análisis Faldón

La institucionalidad política lleva aparejada la sobreactuación.

En otras palabras: todo lo que se mueve con luz y taquígrafos en las altas esferas del Estado tiende a convertirse en espectáculo.

Ha sobreactuado el presidente del Gobierno haciendo a todo el país partícipe de su proceso de reflexión. Han sobreactuado los partidos con ciertos efluvios belicistas. Ha sobreactuado la oposición advirtiendo del "peligro" del último discurso de Pedro Sánchez. Hemos sobreactuado los periodistas, rellenando tertulias con la más absoluta nada y pidiendo la hora este lunes.

Y aunque ahora toque un poco de sosiego —hasta la siguiente—, es justo y necesario preguntarse qué ha pasado esta semana y qué importancia tiene para el resto de la legislatura.

La respuesta completa la darán los historiadores en cuestión de meses, cuando no años. Pero para darle un poco de contexto a lo que has leído, oído y visto en estos cinco días de abril es importante rescatar un concepto de comunicación política que se ha convertido en el absoluto protagonista de la política electoral y parlamentaria española.

Relato, relato, relato.

Sin pretender convertir esta crónica en un sesudo análisis académico, se puede resumir el relato en una estrategia que permite construir identidades entre simpatizantes y electores. Y una de sus tácticas, el reframing, ha permitido a Pedro Sánchez convertirse en un auténtico superviviente. Lo hizo en 2016, lo hizo en 2023 y lo ha vuelto a hacer este año.

Con ese reframing Sánchez ha logrado, de un lado, situarse como víctima en un momento en el que su gestión se estaba viendo acorralada por las dudas en torno a las relaciones de su pareja, Begoña Gómez, con empresas rescatadas por el Gobierno en el fragor de la pandemia.

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Del otro, ha logrado reactivar todo el capital simbólico en su espectro político, también a su izquierda.

La duda es: qué pasará ahora.

El presidente del Gobierno ha dado otro golpe de efecto, asomando al abismo algunos proyectos del actual Ejecutivo —sin ir más lejos la controvertida ley de amnistía, fundamental en estas elecciones catalanas que se celebrarán el 12 de mayo—.

Así se puede entender que ERC haya presentado una denuncia ante la Junta Electoral por el discurso de este lunes y por la entrevista que el líder del Ejecutivo dio anoche en RTVE.

La socia de Gobierno de Sánchez, Yolanda Díaz, reaccionó este lunes al discurso de Sánchez advirtiendo que el "punto y aparte" que acababa de preconizar el presidente se debía llenar de contenido. La ministra de Trabajo avisó que, para empezar a combatir el lawfare, era necesario derogar la ley mordaza.

Pero del discurso de Sánchez solo se puede extraer que seguirá en el cargo "con más fuerza si cabe" y que efectivamente esos cinco días de abril no representan un "punto y seguido". 

"Esta decisión no supone un punto y seguido. Es un punto y aparte. Asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad, por la regeneración pendiente de nuestra democracia, y por el avance y consolidación de derechos y libertades".

A tenor de lo dicho, lo esperable es que el Gobierno de coalición pase a la ofensiva con un paquete de medidas que pretendan regenerar la democracia y poner fin a algunos de los bloqueos que más quebraderos de cabeza ha dejado incluso en Europa, como es el estancamiento del Consejo General del Poder Judicial.

Los periodistas le preguntaron por ello al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en la sede del PP en Madrid. El político rehuyó la pregunta y solo concedió que cuando mantuvo un encuentro con Sánchez antes de que este celebrara la sesión que le investiría presidente, a finales del año pasado, este le dijo que no cambiaría las mayorías para nombrar los vocales del Poder Judicial.

El Gobierno de coalición tiene ahora el capital político necesario para emprender esa serie de reformas, si bien cuenta con el mismo y difícil equilibrio parlamentario para sacarlas adelante. Depende de los más variopintos grupos políticos del Parlamento: de Junts a EH Bildu.

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Podría decirse que mucho se ha corrido en estos cinco días de abril para que nada cambie. Pero es pronto para llegar a ciertas conclusiones.

Todo comenzó con el sorpresivo escrito que Sánchez publicó el miércoles de la semana pasada por la tarde. Una "carta a la ciudadanía" compartida en redes sociales en las que el líder del Gobierno se preguntaba si merecía la pena continuar en el cargo ante el acoso que, denunciaba, se estaba sometiendo a él y a toda su familia.

La respuesta llegó este lunes a media mañana, después de que el presidente del Gobierno mantuviera un encuentro con el rey Felipe VI en la Zarzuela para comunicarle que su decisión era finalmente continuar en el cargo.

A lo largo del fin de semana se han sucedido demostraciones de apoyo a Sánchez. Una masiva el sábado por la mañana junto a la sede del partido, en la madrileña calle Ferraz, y otra más discreta convocada por un colectivo juvenil llamado La Plaza que recorrió calles de la ciudad hasta detenerse en las puertas del Congreso de los Diputados.

Díaz volvió a llamar este lunes a trazar un "horizonte de país" a través del Gobierno de coalición. Su principal rostro visible, Pedro Sánchez, ha salido fortalecido ante lo suyos tras este episodio. También es de esperar que la oposición redoble en intensidad, si bien Feijóo no se atrevió ya este lunes a mentar explícitamente a la pareja del presidente.

El Gobierno sigue teniendo presente el mandato de las urnas del pasado 23 de julio y no hay anticipo electoral en el horizonte. El propio líder de la oposición descartó también esta semana el invocar una moción de censura en la Cámara Baja porque, según Feijóo, Sánchez ha comprado sus apoyos "con la dignidad de España".

Solo queda esperar para ver si efectivamente el Ejecutivo emprende una agenda reformista y cómo logra sacarla adelante contando con los apoyos de los socios de la investidura, y más cuando las elecciones catalanas de mediados de mayo pueden dejar un escenario ostensiblemente diferente al que se tenía hasta ahora.

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